Danza crítica

La magia de Penélope

Tania Herrero

Durante unos ochenta minutos, las tablas del Teatro Circo de Murcia vibraron con la historia de Penélope narrada a golpe de tacón el pasado jueves.

Con un vestuario espectacular, acorde con la temática que impregnaba de simbolismo el movimiento creado por el premiado coreógrafo Javier Latorre, el Ballet Español de Murcia presentó esta obra estrenada hace veinte años con un elenco joven, que transfería a su actuación esa energía necesaria para la interpretación de esta obra inspirada en el mito de Ulises.

Hay coreografías que, cuando pasa el tiempo, se ven un poco antiguas, al igual que ocurre con algunas películas. Pero no es el caso de esta pieza representada dentro del marco del Festival Flamenco de la ciudad de Murcia, más conocido como Cumbre Flamenca.

Por todos es apreciada la trayectoria del Ballet Español de Murcia, que lleva treinta y siete años creando espectáculos con innumerables éxitos tanto dentro como fuera de las fronteras de nuestra Región y con una importante presencia en teatros de índole internacional, así que hablar de sus obras es hablar de éxito asegurado.

En esta ocasión, con la reposición de Penélope, encontramos a un elenco vibrante, con una presencia escénica arrolladora como fue la de Ana Machuca, en el papel de Penélope y José Cánovas en el papel de Ulises. Ambos interpretaron sus papeles de forma impecable provocando los aplausos de los presentes tras cada actuación.

También hay que destacar a Antonio Gallego y Ángel Navarro en los papeles de Antínoo y Pisandro respectivamente, que interpretaron a esos dos hombres que intentan seducir en innumerables ocasiones a Penélope de forma infructuosa.

Y por supuesto, el resto del elenco también merece ser mencionado, puesto que tanto Cristina Martínez como Mery Martínez y el pueblo de Ítaca transformaron el espacio coreográfico con su buen hacer y una gran musicalidad, destacando el trabajo coral y los unísonos que tan impecablemente se veían desde el patio de butacas y que gracias al vestuario provocaba imágenes muy bellas.

La música, creada por Carlos Piñana y José Torres, acompañó la historia de forma soberbia, construyendo el espacio sonoro ideal para transitar por las distintas emociones que se expresan a lo largo de la obra.

Es de agradecer que dentro de estos festivales tan importantes se programen espectáculos de danza producidos en la Región, en este caso a cargo de Carmen y Matilde Rubio, ya que valorar lo que se crea en la tierra es darle dignidad a un patrimonio inmaterial que a veces pasa a un segundo o tercer plano en relación con otras artes.

Muestra de ello fueron los aplausos que un público entregado ofreció, no solo al elenco, sino a las directoras de la compañía.

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