La semana pasada, el nuevo centro cultural de la Cárcel Vieja de Murcia abrió sus puertas definitivamente con una gran exposición titulada Héroes y villanos que reúne en el antiguo centro penitenciario a más de una treintena de artistas de carácter nacional e internacional. Organizada en torno a la idea del bien y el mal (con sus diferentes interpretaciones), la muestra pasa por ser una de las más destacas de la temporada tanto por el escenario como por la cantidad y calidad de las obras y la reputación de quienes la firman. De hecho, este viernes, Eva Hernández, directora de Two Art Gallery y comisaría de la exposición, hablaba de unas quinientas visitas diarias, unas cifras de asistencia nada desdeñables y que confirman lo exitoso del proyecto.

Porque el arte, aunque parezca que no, interesa (solo hay que encontrar la forma adecuada de presentarlo). E interesa en Murcia, en la gran capital del Segura, pero también en Alcantarilla. "¿Por qué una ciudad pequeña no puede acoger una muestra como esta?", se preguntaba el pasado viernes la galerista, ahora también al frente del recién nacido Instituto de Arte y Cultura, un organismo con el que expandir el universo de Two más allá de su espacio en la calle Acisclo Díaz y que ha hecho posible Héroes y villanos.

El universo de Two Art Gallery llega al Festival de Teatro de Alcantarilla

Así que, quizá, quienes han descubierto en la Cárcel Vieja una nueva forma de entender el arte (arte contemporáneo y de vanguardia) deberían pasarse un día de estos –antes del 23 de octubre– por el Museo de la Huerta de Alcantarilla, donde Hernández ha vuelto a reunir a un buen puñado de artistas tanto españoles como extranjeros –algunos realmente sobresalientes como Thomas Klueber y Joel Peter Witkin– con motivo del Festival de Teatro de la localidad. "Estos días se están celebrando en muchos municipios eventos de este tipo, pero diría que nunca se ha contemplado en ninguno de ellos la opción de vincular el teatro con el arte. Creo que ha sido una apuesta innovadora, valiente y muy acertada por parte del Ayuntamiento de Alcantarilla", explica la directora del Instituto de Arte y Cultura, que también organiza esta muestra en la que –como en Héroes y villanos la pintura, la fotografía y la escultura se dan la mano.

Titulada Arriba el telón, la muestra, por supuesto, gira en torno al teatro; o, más bien, a la invitación que éste brinda a los espectadores a dejar volar su imaginación. "La hemos planteado como un juego: cada obra va acompañada de una cartela en la que, además de ofrecer a los visitantes algunos datos técnicos sobre la pieza en cuestión, se cuenta una historia", explica Hernández. El valenciano Juan Piza, por ejemplo, ha realizado en exclusiva para esta muestra una escultura titulada Talía y Melpómene con dos ratas de unos treinta y cinco centímetros de altura en un carro decorado con las máscaras clásicas con las que habitualmente se identifica al teatro. "En ese caso concreto, el texto explica de dónde viene esa representación tan icónica de la tragedia y la comedia y cómo es el espectador quien tiene que elegir qué máscara ponerse", detalla la comisaria.

Arriba el telón también muestra, por ejemplo, un óleo del alicantino Jesús Herrera que, titulado El llanto ignoto, es un claro homenaje a Shakespeare y su famoso "ser o no ser", solo que, en esta ocasión, en vez de una calavera, el protagonista del lienzo se cuestiona la existencia ante un pez. "Puede llamar mucho la atención, pero es que en el mundo del arte, como en el del teatro, todo es posible. Ese es el hilo común que relaciona las obras de esta exposición y que justifica su inauguración en el marco de este festival: cómo el arte –sea cual sea la disciplina– tiene la capacidad de invitar a quienes lo disfrutan a mundos imposibles, ficticios, con personajes que no tendrían cabida en la vida real", señala Eva Hernández, quien, en cualquier caso, vuelve a cargar buena parte del peso de este proyecto sobre la escultura hiperrealista. En este sentido, destaca, por supuesto, The puppeteer, del norteamericano Thomas Kuebler –que ya exhibió en su galería–, y dos obras del serbio Marc Sijan que merecen especial atención.

La primera de ellas, Maid, que muestra a una encargada de la limpieza con gesto cansado, se encuentra "en el cuarto de los trastos" de la sala de exposiciones temporales del Museo de la Huerta, junto a algunos cuadros sin desembalar y todo tipo de utensilios y productos de higiene y mantenimiento que, habitualmente, no están a la vista del espectador. Esto también es parte del ‘juego’ al que Hernández quiere someter a quiénes se acerquen a disfrutar de Arriba el telón.

"Queremos que participen en la muestra, que se sientan apelados. La segunda pieza de Sijan [Security girl, una vigilante de seguridad] es un buen ejemplo: dice algo así como ‘No te dejes engañar por su cara de indiferencia, está aquí para recordarte en todo momento que las obras no se tocan’, igual que hay otras obras que exigen al espectador, por medio de estos textos, ‘completar’ la experiencia con una observación activa", explica la galerista. Además, para motivar esa reacción entre quienes deambulan por la muestra, esta se presenta casi como una instalación: "No está montada como una exposición al uso; busca provocar al espectador". Significativo es, en este sentido, el caso de las fotografías del malagueño Carlos Aires (Happily ever after) y del británico Anthony Gayton (Bacchanalia), que, en vez de estar colgadas en la pared, están tiradas en el suelo. Por cierto, la del artista londinense habla sobre los orígenes ‘erótico-festivos’ del teatro...

Además, no hay que pasar por alto que Arriba el telón se encuentra en el Museo de la huerta. "Es curioso porque entras y ves todas esas piezas de la cultura popular y, luego, de repente, te topas con una muestra de arte contemporáneo supervanguardista. El contraste, claro, es fuerte, pero creo que no provoca estridencias; más bien, curiosidad", asegura Hernández. Ahora es cuestión de que sean los visitantes los que opinen y digan si están o no de acuerdo con la galerista, aunque, sea cual sea la respuesta, es difícil que esta exposición le deje indiferente. Y, al final, ¿no es ese sino el principal valor del arte, ya sea pintado sobre un lienzo, esculpido en mármol o declamado sobre las tablas de un teatro?