El Palacio de Los Irurita, sede la Fundación Lorquimur, acogió este miércoles la inauguración de una de muestras más destacadas de la temporada expositiva en la Ciudad del Sol. Nos referimos a Pintores murcianos del siglo XIX. El arte que nos precede, una colección de la que es responsable el galerista Darío Vigueras Marín-Baldo y que hasta el 11 de noviembre estará disponible para ser visitada en el citado espacio. En palabras del comisario, se trata de una «oportunidad única» para disfrutar, juntas, de algunas de las firmas más relevantes de la historia del arte regional, algunos íntimamente ligados a Lorca como Manuel Wssel de Guimbarda, autor del Crucificado que preside el ábside de la Colegiata de San Patricio o del conjunto de pinturas murales que decoran el Palacio Huerto Ruano.

La muestra, según sus organizadores, busca «rescatar del olvido y despertar el interés hacia artistas murcianos que, paradójicamente, si bien no han tenido la presencia que merecen en manuales al uso sobre pintura española del siglo XIX, tienen obras en muchos de los museos más importantes de nuestro país». En concreto, hablamos de creadores con presencia en el museo de la Real Academia de San Fernando, en el Museo Carmen Thyssen de Málaga o en el propio Museo Nacional del Prado, donde, entre otros, tienen representación Alejandro Seiquer, Enrique Atalaya, Manuel Picolo, José Marín-Baldo y Burgueros e Inocencio Medina Vera. Obras de Luis Ruipérez, Adolfo Rubio, Antonio Gil Montejano y Sánchez Picazo completan la exposición.

La colección que podrá verse en Lorca, además, está conformada por piezas cedidas por coleccionistas privados de la Región de Murcia, lo que le otorga a la muestra un plus de exclusividad, al tratarse de obras que difícilmente pueden disfrutarse en museos y galerías. Además, en su conjunto ofrecen «una idea de lo que los pintores murcianos hicieron a lo largo del siglo, y donde tienen cabida todos los géneros más en boga del momento: tanto retratos, paisajes y pinturas históricas acordes a la corriente oficial imperante, como escenas de género que podrían adscribirse a una corriente más libre, y que encontraron en los cuadros de pequeño formato, su gran aliado de cara al mercado», explican sus responsables.