La Opinión de Murcia

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Entrevista
Cartagena Negra Escritora

Rosa Ribas: "La novela negra nos ilumina en tiempos oscuros"

La autora catalana estará el 6 de septiembre en el Cartagena Negra para presentar su última novela, ‘Lejos’, en la que se separa momentáneamente de los detectives Hernández

Rosa Ribas. | LAURA GUERRERO

Rosa Ribas le ha dado vacaciones a los detectives Hernández para centrar su pulso narrativo en una historia de urbanizaciones semiabandonadas. El resultado, Lejos (Tusquets), habla de la necesidad de sentirse parte de algo -sea casi lo que sea- y reivindica a la catalana como una autora ‘más allá de los géneros’. De todo eso hablará el 6 de septiembre en Cartagena, en la jornada inaugural del ciclo Cartagena Negra.

Ambienta Lejos en un ambiente realista -una mujer viviendo en una urbanización semiabandonada y quemada por su trabajo- que podría parecer posapocalíptico. ¿Cómo hemos llegado a ese punto?

Pues viviendo una burbuja inmobiliaria que nos acabó pasando por encima. Una ola de rapiña y codicia que nos ha dejado un paisaje lleno de estas ruinas arquitectónicas, estos esqueletos de lo que podría haber sido y al final no fue.

¿Se ha fundido el costumbrismo y el género negro?

Sí, porque son dos formas del realismo. La intersección es muy grande, al final estoy hablando de una estructura montada sobre una base delictiva, de gente que vive al límite y en muy malas condiciones, y eso es muy propio del género negro. A mí me interesaba jugar con eso, situar la acción en ese ambiente pero en realidad hablar más de cómo era la vida de esas personas y qué les iba pasando.

La idea se le ocurrió al observar una urbanización monstruosa en Seseña.

Sí, yo no he inventado gran cosa en este libro. Al menos, en lo que es la descripción. Unas amigas me llevaron a ver Seseña y aquello se me grabó en la memoria. Vi que en ese lugar, que, como tú dices, es realista y posapocalíptico a la vez, había una novela.

Da un giro respecto a sus anteriores novelas, con más rasgos del género negro. ¿A qué se debe?

Los buenos hijos, la segunda entrega de los detectives Hernández, que es mi anterior novela, fue muy intensa emocionalmente para mí. Necesitaba un cambio. Necesitaba moverme en otros géneros, mostrarme de otra manera y demostrar que podía manejar otros registros. Quería escribir una novela que fuera más difícil de catalogar.

¿Tanto encorseta la novela negra?

A veces tengo la impresión de que sí. Aunque he escrito muchas novelas que no están ahí, en el fondo, cada vez que me presentan, lo hacen como ‘autora de novela negra’. Y no tengo nada en contra, porque si no no escribiría, pero siento que me reducen. Por eso quería escribir esto. Yo soy escritora, y cojo el género según lo que interesa para contar a la historia.

O sea, que se sigue mirando con condescendencia a la novela negra.

Sí, sí, todavía. La situación ha mejorado muchísimo, comparándolo a hace unos años, se valora más. Por un lado, el público general aprecia muchísimo el género, pero luego está la falta de atención de la crítica especializada o la academia, por ejemplo, que le da la espalda sistemáticamente. Pero bueno, ahora hay más profesores que introducen en el canon el estudio de la novela negra, por ejemplo. El salto ha sido enorme, pero queda mucho.

Precisamente se acaban de publicar los diarios de Patricia Highsmith, y todo lo que ha rodeado a la promoción huele a canonización de su figura más allá del género negro.

Sí, estoy de acuerdo. Va en consonancia con este aumento del aprecio que te decía. A Patricia Highsmith y a se le ve como lo que fue: una gran escritora más allá de los géneros. Igual que Raymond Chandler, por ejemplo: ya se les ve como lo que son, escritores a secas.

Carlos Zanón suele decir que, en tiempos oscuros, la novela negra tiene más herramientas para contar lo que está pasando. ¿Está de acuerdo?

Sin duda. Es como que va en sintonía con el tono de los tiempos. Tenemos una sensación de desconcierto y caos, muchas cosas que nos atemorizan. Ahí, la novela negra, que ya se suele meter en terrenos pantanosos, nos ilumina un poco en estos tiempos oscuros. Creo que tiene ese papel, porque nos deja mirarla y nos crea la ilusión de que entendemos algo de este mundo. Vivimos un tiempo que nos supera, son demasiadas cosas a la vez.

En Lejos esa iluminación toma la forma del amor, un amor casi inesperado para los personajes.

Cuando empecé a pensar en la novela vi que lo más evidente era una novela puramente social, de denuncia. Pensé que sería interesante salir de las expectativas, de lo que sería esperable en este contexto. Se me ocurrió una historia de amor. Para hacerlo más difícil, poner a cada uno en una punta y observar qué hacían para unirse, qué circunstancias y sentimientos se ponían en juego para conseguir que estos personajes, que están tan solos, acabaran juntos. Ese era el reto.

Ahí emerge el sentido de comunidad. ¿Cree que esta tendencia al individualismo saltará por los aires?

Pues no lo sé, porque se ven las dos tendencias. Por un lado, vemos un individualismo, una sobrerrepresentación de todo lo que tenga que ver con el ‘yo’, incluso en la literatura. Por otro, vemos una gran necesidad de la gente de ser parte de comunidades. La parte positiva es todo lo que tiene que ver con la solidaridad y con la empatía, y por otro tenemos la exclusividad de grupos que se cierran, esas tendencias sociales que acaban dando lugar al racismo y la xenofobia. En la novela aparecen las dos formas, este grupo que está en una situación hostil, construyéndose contra los okupas y a la vez vemos cómo entre ellos son capaces de edificar entre ellos una solidaridad. Son capaces de lo más vil y lo más maravilloso.

Si no me equivoco, está escribiendo literatura infantil. Después de 15 novelas, ¿qué se le ha perdido ahí?

Pues las ganas de jugar [ríe]. Tenía una idea que me rondaba hace tiempo y vi que ese tono y esa forma eran la manera para contarla, porque además es una historia que yo hubiera agradecido que me contaran cuando era pequeña. Voy escribiéndola muy despacio, porque no domino el género y le tengo mucho respeto. Voy probando, que es lo que me gusta.

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