La Opinión de Murcia

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Rock Imperium

Rock Imperium: Llegar, ver, vencer

Scorpions y Europe levantan al público en la última noche del festival, en la que hubo que lamentar la cancelación del concierto de Whitesnake y en la que se anunció el cabeza de 2023: Deep Purple

Klaus Meine y Rudolf Schenker, de Scorpions, durante su concierto de anoche en el Rock Imperium. Iván Urquízar

 Fue todo un mazazo. A escasas horas de producirse su actuación en el Rock Imperium, Whitesnake informaban de la cancelación de su show, aduciendo que su batería, Tommy Aldridge, estaba "gravemente enfermo". Automáticamente saltaron los rumores sobre la veracidad de esas razones, pero eso da igual. Lo importante es que Whitesnake no tocaron en la primera edición del festival cartagenero, algo que con toda seguridad fue ajeno a la organización. Porque nadie quiere perder a una de las estrellas de un festival, y mucho menos cuando ya todo está preparado para su actuación. Ya lo dice uno de los códigos de este mundillo: pase lo que pase, el show debe continuar.

Y eso es lo que hizo. El asunto Whitesnake era el tema del día en los corrillos alrededor del escenario Heretic. El espacio más especializado en el underground también se hacía eco de las noticias más populares, aunque la función de los locales Scarecrow Avenue y la posterior de los madrileños Aversio Humanitatis reclamaban atención, con cambio de estado de ánimo incluido. Los del centro sustituyeron rumorología a pie de calle por fantasías oníricas de pesadilla, con su black metal bien ejecutado. Ajenos a semejante despliegue de maldad, en los escenarios grandes ya se habían estrenado Celtian y Opera Magna. Ambas bandas se encuentran en plena etapa de maduración. Los primeros con su metal celta (el nombre no engaña) y los segundos con su power metal clásico, aún con muchas cosas por pulir pero, al fin y al cabo, dignos introductores de el resto de bandas del festival.

Se estaba preparando el camino para la llegada de Blaze Bayley. Su paso como cantante por las filas de Iron Maiden le cambió la vida. Supongo que en el fondo no le importa (sino más bien todo lo contrario) que le presenten como el tipo que sustituyó a Bruce Dickinson en "La doncella de hierro". Él echa mano de ese pasado para embarcarse en una serie de actuaciones veraniegas basadas en su catálogo con Maiden. Un acierto en el marco de un festival. No es el material más famoso de la banda británica, ni la banda de respaldo llega al nivel original (faltaría más), pero cuando suenan temas como Lord Of The Flies o Futurreal son muchos los que se acercan a disfrutar de la gravedad de la voz de este antihéroe. Actuación sin fisuras y tiempo para escuchar en directo un tema como Virus, la cual fue descartada por Iron Maiden en su momento, a pesar de haberla editado como single.

El reloj había marcado las cinco un poco antes. El aspecto del recinto presagiaba ya un lleno absoluto cuando se acercasen las horas más álgidas de la jornada. Un regalo para 91 Suite, quienes pudieron exhibirse frente a los miles de fans que se agolpaban frente al escenario Estrella de Levante. Era la vuelta a un festival de los murcianos. No les resultó extraño. No les sobró ni un metro cuadrado de espacio escénico. Estaban contentos, y se les notaba. Pero aún mejor, se lo transmitieron al público. Times They Change y su potente riff de inicio marcaba el camino. Luego vino Starting All Over de su EP de rentrée de 2019. No todos conocían sus canciones, pero los estribillos pegadizos cumplieron su función entretenedora, mientras Iván González mostraba su excelente manera de tocar la guitarra. Wings Of Fire señalaba la llegada a meta para una banda que sigue siendo, probablemente, la mejor banda de hard melódico del país.

El currículum de Jorn Lande es difícil de abarcar. Muchos años, muchas bandas y proyectos innumerables. Había aparecido el día anterior, a todo pulmón, como él hace las cosas, como parte del elenco de vocalistas de la ópera metal, Avantasia. Pero quería más. Quería espacio para "sus cosas", el que tuvo sobre el Imperium Stage. Tanto historial da para muchos estilos, pero Jorn se ha hecho un nombre probando su suficiencia vocal para cubrir el espacio que puede haber entre el heavy metal de Ronnie James Dio y el hard rock and roll de David Coverdale, y eso es lo que marca su estilo en temas como Too Scared To Run o la épica Walking On Water. También era cuestión de complacer al personal, y de paso ganarse la ovación con las rendiciones al Mob Rules de Black Sabbath y al Rainbow In The Dark de Dio, interpretadas por este especializado ejecutor de versiones, digno de la eficiencia de las mejores bandas de tributo.

A Jorn no se le exige el más sublime de los talentos, tampoco a Doro. Ella juega en otra liga. La de los personajes entrañables queridos por el público. Es la reina del metal y sabe que su control escénico es su mejor arma. A partir de ahí, todo lo que haga está bien hecho. La icónica cantante alemana puso su simpatía y ganas de agradar al servicio del público. A cambio solicitaba una y otra vez la colaboración de todos, para que la planicie del festival se colmara de brazos en el aíre y cuernos al viento. El trato está claro. Clichés y heavy metal de la hornada ochentera europea, con los clásicos menores de los Warlock que, por entonces, ella lideraba. I Rule The Ruins, Burning The Witches y el punto baladístico de Für Immer, hasta alcanzar el colmo de lo coreable con la básica y primitiva All We Are. Ella dio lo que se esperaba, a lo que había venido. Nosotros recibimos la aquiescencia de la reina del metal.

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La actuación de Europe en el Rock Imperium, en imágenes Iván Urquízar

Detrás de mí alguien dijo "qué buenos hubieran sido Europe si no hubiesen grabado The Final Countdown". No hubieran sido mejores, sino simplemente distintos. O más bien, su rango de popularidad habría decrecido considerablemente. Seguramente su reputación en algunos sectores sería mejor, pero es que hay quien todavía siente que lo minoritario goza de un encanto especial. Y puede ser, por eso la banda sueca presenta un repertorio bien balanceado, en el que tienen cabida las canciones de aquel disco arrasador en ventas, y también un listado de temas magníficos que se salieron antes y después de aquel paréntesis, aquel hecho aislado que significó The Final Countdown, el cual sigue pagando facturas, y siendo un seguro de vida para que la carrera de Europe continúe por otros derroteros. Minoritarios ya no podrán serlo jamás, aunque abran con temas como el excelente Walk The Earth, pausado y consistente. Esa es la carta de presentación: Somos Europe, pero quizás no somos solo esos Europe que algunos conocisteis. Para que nadie se despiste luego suena Rock The Night, y se hace la fiesta. El espectáculo está garantizado, porque ellos saben cuando apretar el acelerador y cuando repartir caramelos, alguno bien edulcorado, como la infaltable balada Carrie. Presentan con cierto orgullo canciones de su segundo disco, Wings Of Tomorrow, como Scream Of Anger o un tema épico deudor de Deep Purple, como la exultante War Of Kings de su disco de 2015. Son los verdaderos Europe. Elegantes, compactos y desafiando el paso del tiempo. Nacieron para ser así, es solo que decidieron entretenerse con otra cosa por el camino. Su concierto fue imperial, como el nombre del festival. Y sí, por supuesto. Se despidieron con The Final Countdown para que nadie del público pudiese decir que se fue sin cantar del Rock Imperium.

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Scorpions, en el Rock Imperium Festival de Cartagena Iván Urquízar

Con Whitesnake tristemente fuera de la ecuación, Scorpions se erigieron como los absolutos cabezas de cartel del festival. Nada más terminar de escuchar su último disco, ya sabes que están muy vivos, a pesar de llevar más de 50 años en el negocio. Respeto. Rock Believer es un buen trabajo, ellos opinan lo mismo, así que inician con Gas In The Tank, perteneciente a él. La puesta en escena es impecable. Cuidadas proyecciones visuales, rampas y escalinatas jalonando un escenario repleto de luces. Todo está en su sitio, hasta que llega Klaus Meine y no puedes evitar esbozar una mueca. Un gesto de cierta aflicción con posterior consentimiento. El más de medio siglo de trayectoria del grupo se ha cobrado tributo a través de su físico, aunque hay que decir que la voz, después de alguna canción de calentamiento, consigue cumplir. Su hermano de armas, Rudolf Schenker, tiene prácticamente la misma edad (74 años), pero su genética no es ni mucho menos igual. El guitarrista está en un estado físico espectacular: saltando, gritando y elevando su típica guitarra modelo Flying V al cielo de Cartagena con una sola mano, como en los buenos tiempos. Como los corredores de fondo experimentados, Scorpions planearon una medida dosificación para asegurarse llegar en buen estado al final de su actuación. La cuarta canción fue Coast To Coast, la emblemática instrumental que sirvió a Klaus para sentarse en el banquillo a retomar algo de resuello. Y le sentó bien el descanso, lo iba a necesitar para enfrentarse a energéticas como Peacemaker y Bad Boys Running Wild durante las que se mostró más cómodo con la voz, y algo más dinámico, dentro de su reducida movilidad. Más tiempo de descanso durante otra instrumental como la casi inédita y notable Delicate Dance, en la que también desapareció Schenker, dejando al guitarra solista, Mathias Jabs, al mando de las operaciones. Después aparecieron las célebres baladas, claro: Send Me An Angel y la antibelicista Winds Of Change, lógicamente dedicada a las víctimas de la invasión ucraniana. Otra pausa de hidratación para el solo de batería (pausa para todos, menos para el propio batería Mikkey Dee, obvio)y recta de llegada con la fiesta de Big City Nights, tras la que sonaron las obligadas Still Loving You y Rock You Like A Hurricane. Irremediablemente la picadura del escorpión ya no es lo que era. Puedes sentir su veneno, pero sabes que ya no es mortal, aunque siempre queda para tus ojos haber contemplado el espectáculo de uno de los combos fundamentales de la historia del hard rock.

Gente, mucha gente. La marabunta humana abarrotaba todo el recinto del Rock Imperium. Unos se dispusieron a reponer fuerzas en las barras, y otros se quedaron a la fiesta juglaresca de Saurom. Hubo invitados, y no pocos. Personajes que aparecían sobre el escenario aportando su tradicional rostro teatral. Bufones y doncellas; caballeros, "dulcineas" y seres de leyenda. Si quieres diversión y alegría en tu festival, ellos son una buena opción. Derrochan simpatía, buen rollo, y una larga experiencia sobre escenarios de cualquier tamaño, aunque se muestran particularmente cómodos durante noches como la del sábado, en las que su espectáculo total cobra vida. El juglar-metal en toda su expresión, el folk y el metal abrazados para que el público brinque durante "Salta" y sienta emociones más potentes, mientras escucha la historia de El Lazarillo De Tormes. Era ya la una de la madrugada, pero Saurom consiguieron que allí no durmiera nadie.

"Nosotros no hacemos música para el resto. Hacemos música para los inquietos". Así presentó Daniel Gildenlöw el tema Restless Boy, en mitad de su concierto del Rock Imperium. No lo digo yo, lo dice él, aunque no puedo estar más de acuerdo. Su banda, Pain Of Salvation, es una de las más interesantes de las últimas dos décadas dentro del planeta rock. Así de simple. Se saltaron los cánones del prog metal e inventaron los suyos propios. Hace mucho tiempo que no se parecen a nadie, y parecerse a ellos es casi imposible, porque el talento en estado puro es difícil de imitar. Dedicaron su concierto casi en exclusiva a sus dos últimos discos. Su estilo cambiante en sus diferentes etapas, alcanza cierta cohesión con estos dos lanzamientos, así que el repertorio rezuma Pain Of Salvation era 2022 por los cuatro costados. El sonido del festival se probó de nuevo impecable para alojar el contraste de matices de la banda sueca. Vitalistas y espasmódicos en su lenguaje corporal. Dolorosos en su corrosión, y salvadores en su delicadeza reflexiva. Extensa, Full Throttle Tribe; cautivadora, Meaningless; o autobiográfica, On A Tuesday. Da igual, todas resultaron espeluznantes e hipnóticas. Así son ellos, y así se mostraron. Únicos.

Se marcharon, Pain Of Salvation, y apagaron al cerrar las luces del Rock Imperium. Primera edición cumplida. Con los sinsabores de las cancelaciones, con retos y defectos aún por superar, pero habiendo resultado un éxito de público incontestable. El año que viene, más. De nuevo el último fin de semana de junio, con la presencia ya confirmada de los míticos Deep Purple. El cónsul romano, Julio César, acuñó la locución latina 'Veni, vidi, vici'. Dos mil años después se puede aplicar al Rock Imperium. Lo suyo ha sido llegar, ver y vencer.  

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