Los libros hermosos están escritos en una especie de lengua extranjera. Proust.

Jorge Carrión posee la rara virtud de construir artefactos con la fisionomía de libros. En su debut, Los muertos, diseñó una serie de televisión en formato novela. En Lo viral, un libro postpandemia, también jugó al trampantojo a través de un ensayo cultural con la apariencia de un (falso) diario. Son, las de Carrión, escrituras post-autónomas, según las entiende Josefina Ludmer, que toman formas de reportajes o crónicas, traspasando los géneros y cruzando las fronteras de lo literario hacia lo informativo.

En Membrana nos presenta una novela (o un ensayo) que en realidad es un museo del futuro creado por inteligencias artificiales. Desde esta intrigante premisa leemos Membrana como una suerte de ambiciosa instalación que recoge artefactos de todos los tiempos. La cronología sirve para orientar el relato que tras ella se esconde y, a través de cada una de las piezas seleccionadas para el museo, se narra la historia de una vasta inteligencia artificial que se ha expandido y que pretende aniquilar al ser humano.

Carrión ha encontrado, para montar esta ficción especulativa, una voz única. Cualquier otra voz habría chirriado, porque, ¿cómo se expresan las máquinas, los algoritmos? Quizá sea este uno de los logros de la novela. No solo por la coherencia con lo narrado, la conseguida textura que recubre el relato y el acertado tono; sino también porque el relato se vuelve creíble además de intrigante. A base de capítulos breves, con un ritmo perfecto, la trama (aunque mínima) se va urdiendo (tejiendo, nosotras nos entendemos). Hay en este libro lo mejor de las dos facetas del autor catalán: su querencia por la ciencia ficción más audaz y su amplia cultura. 

Aunque en lugar de un ensayo al uso, lo que imbrica Carrión con la fabulación futurista es un estudio especulativo de la Humanidad desde un posible futuro. Un tratado sobre los peligros de las inteligencias artificiales, los límites de la hibridación humana o distintas formas de amor no humano. Hay, en este sentido, ecos de Magnitud imaginaria de Lem, de Borges y de Black Mirror.

Además Carrión ha insertado una intrahistoria que hace de Membrana una lectura deliciosa y fascinante. Un viaje a través del tiempo, recorrido por humanos pero narrado por una red colectiva de seres artificiales. Una historia del futuro pero que nos explica el presente y nos alerta de nuestro exacerbado antropocentrismo. Membrana es un libro, además, sobre la traducción, entendiendo traducción como todo texto literario que es vertido desde las máquinas de nuestros cerebros a un lenguaje alfabético arbitrario. 

Alguna vez pronostiqué que Carrión estaba escribiendo las novelas del futuro. El futuro ha llegado y se ha convertido en presente, pero sus novelas, chispeantes, originales y provocadoras, siguen apuntando a un tiempo más allá de nuestra actual distopía.