Asus 40 años, Dani Rovira no necesita presentación después de haber participado en una de las películas más taquilleras de la historia del cine español. Sin embargo, el teatro es su medio natural, donde se curtió como actor de comedia, y el espacio al que regresa con Odio, un espectáculo que presenta esta noche y mañana en El Batel de Cartagena y el domingo en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia y que incluso se puede ver en la popular plataforma de streaming Netflix.

«Es el lugar, junto con el comedor de mi casa, donde más seguro me siento. Donde más cómodo estoy, donde soy más feliz», asgura el malagueño, y lo demuestra con hora y media de espectáculo sin aderezos, con la palabra y con su gesto, haciendo reír al público. «En el escenario estoy más vivo que nunca. Desde que tengo 22 años me he subido una media de dos o tres veces por semana», un espacio donde, en soledad, recibe la réplica del público al que interpela en su actuación, que le alienta y le motiva.

En Odio refleja su visión sobre el ser humano, un espectáculo escrito hace dos años, que ha actualizado, y con el que realiza una crítica sobre el malestar que inunda a la sociedad. «Con lo que ha pasado cobra más sentido. Entiendo que la gente esté crispada más allá de la pandemia». Eso sí, un retrato de la realidad con humor, con el que no pretende «herir a nadie», y de la que no se salvan políticos, padres, madres ni personajes populares, tampoco Messi. «Como él no hay nadie», apunta. Es un futbolista «histórico, extraordinario, mágico», razones para parodiarle, que justifica al decir que cuando alguien es susceptible de ser imitado es que está en un lugar superior. Un espectáculo que hay que ver hasta el final porque es en ese momento cuando «se le da la vuelta a la tortilla a muchas cosas».