Este año, en que se cumple el 500 aniversario de la gesta de Fernando de Magallanes, las editoriales Alfaqueque y Gollarín reeditan la biografía que Stefan Zweig llevó a cabo del personaje y marino, cuyo original alemán se publicó en el año 1938. El texto en español ha sufrido varias ediciones a cargo de distintos sellos editoriales, algunas recientes. Todas ellas aparecen de la mano de un mismo traductor, José Fernández.

José M. Domínguez Martínez, profesor de la Universidad de Málaga, ha publicado recientemente una reseña sobre la obra de Zweig, (en la revista EXtoikos, número extra, 3, 2020) haciendo una larga descripción de sus capítulos y contenidos, tanto en el aspecto financiero como en el de la gesta personal y sus implicaciones políticas, sin olvidar los detalles literarios, aunque prestándoles menor atención.

Puesto que la obra es de sobra conocida y tiene un largo recorrido que la convierte en un clásico entre las biografías, no está de más buscar en esta nueva edición aquellos rasgos que puedan resultar de interés y supongan una novedad.

El personaje

Hablemos, pues, brevemente de lo que es más importante; el propio texto. Hay quien dice que una biografía, a pesar de constituir en sí misma un género literario, no es propiamente literatura, pues se halla constreñida por la fuerza de la verdad histórica, dejando poco vuelo a la imaginación y, por ende, a la elaboración artística.

No sucede así, en absoluto, en este texto de Zweig. El autor escoge al personaje, se hace con él, lo dota de rasgos psicológicos; define su personalidad, desentraña sus acciones y los motivos que las mueven. Es decir, el personaje es real, pero el Magallanes que se nos presenta no es un títere ni un estereotipo, es una persona, un ser humano pleno y, además, zarandeado por la realidad, por las ambiciones de otros hombres, por los recelos de los envidiosos. Es un personaje con una vida interior y con una profunda espiritualidad, con sentido de la equidad y la justicia y, sin duda, con una voluntad firme y un propósito claro en su vida. Un hombre de palabra y honor.

El entorno

Una vez caracterizado el personaje, las descripciones del entorno, a veces en morosas enumeraciones de objetos o de detalles del paisaje; la tensión que se produce con otros personajes que rodean al héroe, componen sin duda un marco amplio que posee profundidad, volumen y color. La tensión dramática que vuelve perezoso el relato, tanto como los días de navegación entre el cielo y el mar, sin avistar tierra, no cabe duda de que es un recurso literario empleado con maestría por el autor. El lector impaciente, que se está enfrentando a una ‘novela de aventuras’, quiere saber cómo se resuelve el conflicto, quiere avanzar hacia el desenlace, sea este afortunado o no, aunque ya conozca cuáles fueron los hechos: Magallanes se enfrentó a la rebelión de sus capitanes; Magallanes descubrió el paso de su nombre; Magallanes sucumbió ante un reyezuelo impertinente en una escaramuza que debió saldarse de otro modo; Magallanes no volvió junto a su familia, ni pudo hacer valer su testamento. Él y sus descendientes desaparecieron de entre los vivos y a punto estuvieron de no dejar rastro de su paso por el mundo.

Quizá, por uno de esos guiños del destino, consignó una manda para el Oratorio de la Virgen de Montserrat, murió un 27 de abril, día en que se celebra esta advocación de la Virgen y, yo, que llevo el mismo nombre, me veo recordando y describiendo su gesta, en este aniversario.

Así pues, no está de más recordar los valores literarios de esta obra, cuya reedición consignamos, aunque sea enmendando a quienes se los niegan. La fidelidad histórica está pertinentemente señalada en la introducción de esta edición por el profesor Carlos Martínez Show, pero a mí me toca defender, aunque brevemente, su valiosa construcción literaria.

El traductor

Un misterio, sin embargo, rodea a la figura del traductor. Como se ha dicho, esta edición en español, que comentamos, es la que ya apareció bajo la firma del traductor José Fernández. El lunes, 4 de mayo de 2015, se recoge en la revista El Trujamán (digital, del Instituto Cervantes) un artículo de Juan Gabriel López Guix, acerca de José Zendrera F. (1894-1969), dueño y fundador de la editorial Juventud, cuyo segundo apellido era Flecha. Bajo el nombre de José Fernández, nuestro traductor, se esconde, al parecer, la personalidad de este empresario editor y, a su nombre, aparecen multitud de traducciones del alemán, el inglés, el francés o el ruso de las más variadas obras. Según afirma López Guix:

«El rastro de José Fernández en esa base de datos se inicia en las brumas de 1958 (en una fecha pre-ISBN) con una traducción de Persuasión de Jane Austen y llega hasta el 2009 con versiones de La metamorfosis y otros relatos de Franz Kafka e Ivanhoe de Walter Scott. En medio, encontramos multitud de novelas de Zane Grey y James Oliver Curwood, Jane Eyre y Cumbres borrascosas de Charlotte Brontë, Moby Dick de Herman Melville, las Narraciones extraordinarias de Edgar Allan Poe, Ana Karenina y otras obras de Lev Tólstoi, El jugador y Crimen y castigo de Fiódor Dostoievski, El mono blanco de John Galsworthy, El círculo de familia de André Maurois, Ben-Hur de Lewis Wallace o múltiples obras de Stefan Zweig».

Parece, pues, que nuestro traductor o bien era un fenómeno de la poliglosia o su nombre oscurece el de múltiples traductores. El autor de la indagación propone alguna explicación, pero, a veces, las más simples conjeturas son las más acertadas. Que hay un gran traductor detrás de esta obra, no cabe duda. Tampoco cabe duda de que, hasta tiempos muy recientes, en los que la traducción se ha convertido en una ciencia universitaria, los traductores eran tenidos de menos en el ámbito de lo literario. Pocos son los que recuerdan quien tradujo una obra que les impresionó, sin darse cuenta de que el milagro de verter a la lengua de recibo un texto en otra lengua, con la fluidez y sin la pérdida de los valores literarios, es una empresa mayor y que debería ser tan respetada como el original, ya que no deja de ser una creación artística.

Valgan estas pocas palabras como homenaje a un traductor del que sólo conocemos el pseudónimo, probablemente.

Una gran pieza

Un gran acierto el de la publicación de este libro que, aunque conocido, merecía ser recordado en esta fecha de los quinientos años a la que presta todo el cuidado de una muy buena edición que, sin duda, honra y rememora la gesta de un gran hombre, Fernando de Magallanes. Es digno de ser señalado cómo editoriales modestas, que parecen de ámbito local, pueden aportar a la reciente producción libresca una pieza digna de reconocimiento y aprecio.