Nos vemos en el Museo del Teatro Romano de Cartagena. El arqueólogo Pedro Huertas acaba de terminar su jornada de trabajo para Cartagena Puerto de Culturas, quiere que le haga la foto junto a los altares romanos. Su camisa no oculta los tatuajes con los nombres en griego de las musas de las artes; bromeo sobre la posibilidad de hacerle un desnudo y mostrar su Medusa o los que reproducen dibujos de la casa de Liria, la mujer de Augusto. Pedro no sólo es un poco friki, un apasionado del mundo clásico y, en especial del legado de Roma, sino que es también muy activo en las redes sociales, sobre todo en su página «Roma no se hizo en un día», donde se gana a los jóvenes con un lenguaje actual: enseñar deleitando.

Natural del cartagenero barrio de San Antón, Huertas conjuga la estética de la cultura urbana moderna con escuchar música rap o hip hop y ser un apasionado de la historia del imperio romano. Realmente es un ejemplo de historiador y arqueólogo comprometido con el pasado y con el presente, siempre en defensa y divulgación del patrimonio, a través de sus publicaciones y de su militancia en varias asociaciones culturales que se ocupan de los molinos de viento, el patrimonio rural o el monasterio de San Ginés de la Jara.

Nos tomamos algo en la terraza de la cafetería del Museo y me detalla las publicaciones en las que está inmerso: «Estoy terminando un libro sobre anécdotas y locuras de los emperadores romanos y varias publicaciones en Proyecto Itinera de Zenda Libros para potenciar la lectura de los clásicos, mezclando divulgación histórica y opinión». Le interesan cosas como la relectura actual de la historia de Roma, lo que nos puede aportar la mitología hoy en día o una investigación sobre la villa de recreo de Tiberio y los duelos fratricidas por el poder.

Lo que más admiro de Huertas es su capacidad para hacer atractivos y hasta divertidos estos temas, ganándose a especialistas, estudiantes o aficionados. Lo felicito porque he visto que ha escrito en la revista Descubrir la Historia sobre la toma de la cartaginesa Qart Hadast (Cartagena) por Escipión. No os penséis que la conversación ha sido nada árida, al contrario, la he disfrutado mientras me ha seguido hablando de su pasión por Roma y de sus viajes en coche recorriéndose Italia, Florencia, la ciudad eterna, Pompeya y los escenarios de numerosas batallas que sucedieron hace más de dos mil años. Me cuenta que la ingratitud hacia las mejores personas viene de lejos: «Aníbal y Escipión tuvieron una vida paralela; después de haber entregado toda su vida a la causa de los suyos, murieron el mismo año, defenestrados por la envidia y la injusticia, exiliados, acusados y apartados de la vida pública. A veces todas las Romas pagan más a inútiles, traidores y aprovechados que a quienes las defienden».

«Somos hijos de griegos, romanos y, aunque le pese a algunos, de árabes, su huella está por toda la Región», dice, y añade que «es vital conocer la cultura clásica: Eneas es un emigrante que recorrió, con sufrimiento, el Mediterráneo buscando un hogar donde poder vivir con los suyos. Es muy actual». En sus charlas y conferencias, Huertas amasa o cocina algunos alimentos de época: «Se olvida la historia cotidiana, que es tan importante como las batallas».