Se refiere a él por su nombre de pila. ‘Federico’, dice. Con familiaridad, como si le conociera de toda la vida, como el que habla de un compañero de tropelías de infancia. O, más aún, como si fuera sangre de su sangre. Llama la atención; pero, cuando se le pregunta por su relación con el poeta, responde con abrumadora naturalidad: «Si es que…, ya te digo yo que este año he pasado más tiempo con él que con cualquier otra persona». Entre que la tarea era de suma intensidad y que la cuarentena le brindó la ocasión perfecta para zambullirse por completo en su vida y obra, García Lorca se convirtió para la dibujante Ilu Ros (Mula, 1985) en el compañero perfecto para sobrellevar y sobrevivir al confinamiento. Además, por su particular filosofía a la hora de abordar el proyecto –‘conversando’ con aquellos que compartieron con el granadino a través de testimonios o correspondencia–, la murciana ha logrado acercarse al círculo más íntimo del genial escritor con la idea de conocerle mejor. ¿El resultado? Una íntima biografía ilustrada que acaba de ver la luz de la mano de Lumen. Su título, por supuesto, Federico (2021).

Se pasó el confinamiento indagando y dibujando a Lorca y dice que uno de los procesos más difíciles fue el de concentrar tanta información en tan poco espacio. ¿Tiene de sobra, entonces, para otra pandemia?

Pues… la verdad es que me da la sensación de que este mismo libro se podría haber hecho de otras muchas maneras. La vida de Lorca fue tan intensa y su obra tan rica que creo que sí, se podría contar mucho más sobre Federico mirándolo desde un prisma diferente. Me gusta pensar eso, sí. Pero otra pandemia no, por favor [ríe].

En Federico mezcla la voz de Lorca con la de los que le conocieron y con su propia interpretación de su vida y obra. ¿Cree que esa mezcla, ese ejercicio artístico, es el único que nos puede permitir conocer a alguien de verdad (si es que eso es posible...)?

Sobre Lorca se ha escrito y hablado mucho. Desde el punto académico, muchísimo, desde luego, pero tenemos también la suerte de tener registrados testimonios de quienes lo conocieron (amigos, familiares…). También tenemos su correspondencia personal, por ejemplo. El caso es que cuando descubrí todo esto me di cuenta de que él era una persona muy importante para los que le rodeaban, y los que le rodeaban eran un pilar fundamental para él. Lorca era brillante por sí mismo, sí, pero también muy sociable, y no tenía sentido contar su vida sin hablar de aquellos con los que la compartió.

Desde fuera es fácil imaginar que para una artista plástica debe ser una mina inspirar una obra en Lorca por las características estilísticas y formales de su poesía. ¿‘Permite’ Lorca más que otros, en ese sentido?

Efectivamente. Para mí ha sido un regalo ilustrar un libro sobre García Lorca. El universo lorquiano contiene una riqueza visual muy potente, y eso siempre viene muy bien para la inspiración, naturalmente.

Por otro lado, se podría pensar que una voz tan única y desbordante como la de Lorca podría acabar invadiendo su estilo como dibujante y contadora de historias. ¿Ha ocurrido?

Sí. Pero eso es bueno, ¿no? Me refiero: mi intención fue precisamente esa, dejarme llevar por su voz. Al final soy ilustradora, mi cometido era ilustrar a ese Lorca tan abundante. Evidentemente esto ha pasado por un filtro que es el mío –es una interpretación personal–, pero he intentado mantenerme siempre muy cerca de él.

Dice que Lorca la remueve por dentro. ¿Qué ha descubierto sobre usted en este año dibujando al poeta?

[Suspira] La verdad es que este año ya ha sido de por sí muy duro, así que si además te encuentras inmersa en un proyecto tan intenso como este, pues... en ciertos momentos se ha hecho muy cuesta arriba. Pero lo cierto es que, ahora, echando la vista atrás, creo que haber pasado este tiempo de incertidumbre con Federico ha sido hacerlo en la mejor compañía posible. García Lorca vivió muy intensamente, se derrumbó muchas veces y luego renacía de las cenizas, como un ave fénix. Su obra y su vida contienen mucho dolor y mucha alegría dentro. Amaba la vida, y esa forma de ser actúa como un imán para los demás (incluso para los que hemos venido posteriormente a su muerte).

En Cosas nuestras (2020) hablaba de su relación con su abuela. En Federico hay, sin llegar a ser la relación que tiene alguien con su abuela, una atmósfera íntima similar. Como si Lorca fuese alguien de su familia...

[Ríe] Si es que…, ya te digo yo que este año he pasado más tiempo con él que con cualquier otra persona.

El diálogo intergeneracional es una de las señas de identidad de su obra, y suele cristalizar en una especie de verdad gigantesca sobre lo poco que cambian las cosas a lo largo del tiempo. Ahora que se vuelven a escuchar varias de las proclamas fascistas que recorrieron Europa en la primera mitad del siglo XX, ¿cómo viviría hoy Lorca?

Pues yo creo que igual que lo hizo en su momento. Fue una persona comprometida política y socialmente. No perteneció a ningún partido político pero defendió con rotundidad la libertad y la igualdad. Se posicionaba al lado del más vulnerable, del marginado, firmó manifiestos en contra del fascismo… Creo que haría y diría exactamente lo mismo que hizo y dijo.

Hay quien dice que su historia refleja mejor que ninguna otra lo mejor y lo peor de este país. Parece una broma que se siga sin saber dónde está su cuerpo...

Sí. Creo que Lorca supo reflejar muy bien en su obra la forma de ser del ser humano, y más concretamente la del español. Desde la parte más tierna hasta los rincones más oscuros y monstruosos. Su muerte es testimonio de esa parte cruel y salvaje de nuestra historia. Una vergüenza.

Decía Kiko Veneno hace unos meses que uno de los grandes aciertos de La leyenda del tiempo fue situar en el centro la obra de Lorca, según él, el tipo que llenó de poesía este país. ¿Seguimos, de algún modo, en deuda con él?

Siempre. Sin lugar a dudas.

A propósito de ese disco, Leonard Cohen solía decir que lo maravilloso de Lorca era que emocionaba igual a un gitano de La Línea, como era Camarón, que a un bardo canadiense como él. ¿Le ha llegado a abrumar trabajar durante tantos meses con el mundo de un artista universal?

Esto es algo que me llamó siempre la atención sobre él. Con una obra ambientada en un lugar recóndito de la Andalucía rural, con unos personajes muy característicos de ese sitio, hacía vibrar el corazón de alguien al otro lado del planeta. Creo que su universalidad residía en su empatía: reconocía las emociones humanas, era un gran observador, y ahí somos todos iguales.

Me abrumó, sí, y mucho, y pasaron unos meses desde que se planteó la idea hasta que me tiré a la piscina (precisamente por eso, por el vértigo que me daba trabajar con una figura así). Porque Lorca es muy grande y yo soy muy pequeña.