Telegramas de los artistas Zuloaga o Gastón Castelló recibidos por su aniversario, cartas de Jorge Guillén desde Ohio, cuadernos, apuntes manuscritos, fotografías, carnets de los cines que frecuentaba o incluso las instrucciones para abrir su caja fuerte en Madrid son algunos de los más de setecientos documentos inéditos de Azorín (Monóvar, 1873-Madrid, 1967) hallados en el interior de una maleta que ha comenzado a analizar la Fundación Mediterráneo, responsable de su legado en la Casa Museo Azorín de Monóvar, en Alicante.

«Un día, hace más de un año, recibí la llamada de Pepe Payá [director de la Casa Museo durante cuarenta años] diciéndome que teníamos que ir a Madrid, que no me iba a arrepentir del viaje. Y no solo no me arrepentí, sino que ahora la Fundación Mediterráneo cuenta con una documentación inédita y valiosísima sobre José Martínez Ruiz, Azorín», explica Luis Boyer, presidente de la fundación, sobre este ‘tesoro’ del escritor localizado medio siglo después de su muerte, cuyos documentos no se han hecho públicos hasta ahora y a los que ha tenido acceso este diario.

Aunque la revisión de los actuales documentos se encuentra en fase preliminar, aparentemente su contenido tiene un carácter más personal que literario, pero también hay textos manuscritos con apuntes y un sobre con el título de Obra Voces Pasadas junto a otro titulado Epílogo 1964, con textos sobre agricultura, a la espera de ser analizados. Todo el material se ha clasificado en una treintena de composiciones, siguiendo el orden en el que se encontraban dentro de la maleta.

Con una «A» labrada en el dorso y etiquetas de ferrocarriles de San Sebastián y de París en un lateral, la maleta de piel fue hallada en perfecto estado por un familiar lejano del escritor, Luis Méndez Vigo, en una finca de Toledo propiedad de su tío Julio Rajal Guinda, sobrino político y heredero de Azorín que falleció en 1987. Méndez Vigo quiso que la maleta formara parte del legado que custodia la fundación.

Paralizado por la pandemia

Tras ese viaje a casa de Méndez Vigo en Madrid, la valija se encuentra en Alicante desde hace más de un año, pero la pandemia paralizó la revisión de su contenido. Hace solo unos días que se han extraído los documentos de su interior, en su gran mayoría de papel, para su evaluación. Se trata del inicio de un proceso largo de catalogación e investigación «profunda» del material, que supone una nueva ventana abierta para estudiosos del autor de La voluntad, Castilla o Los pueblos, figura fundamental de la Generación del 98.

Azorín, que pasó su infancia en Yecla, vivió entre dos siglos, murió con 93 años y escribió mucho. Aunque la literatura es el hilo conductor de su obra -publicó 140 libros y más de 400 cuentos-, su profesión fue el periodismo y escribió cerca de 6.000 artículos en prensa. Su obra se ha traducido hasta al mandarín «y encontrar ahora algo de él es una maravilla», apunta Carmen Velasco, responsable de Patrimonio Documental de la Fundación Mediterráneo, que cree por ello que «los legados siempre están vivos».

Contenido inédito

Entre la documentación hay un abundante material gráfico con artículos de prensa sobre su persona y fotografías con intelectuales y familiares, incluido el archivo de su mujer, Julia Guinda, y de su sobrino Julio Rajal, así como un gran epistolario con cartas y postales escritas y recibidas por él (y también por su mujer: hay un sobre de ‘cartas a Julia’) entre los años 40 y 60 del siglo pasado, cuando Azorín vivió en Madrid tras su vuelta del exilio a Francia.

Dentro de la correspondencia hallada hay misivas de Ramón Gómez de la Serna, Pío Baroja, Concha Espina, Ignacio Zuloaga, Marañón, los hermanos Quintero, Jorge Guillén, José de Bergamín o Menéndez Pidal. También hay un sobre lleno de telegramas que, como el artista Gastón Gastelló, felicitan a Azorín por su aniversario, o de Zuloaga, autor de uno de los más famosos retratos del escritor, a quien telegrafiaba: «He vivido en París muchísimos años pero he visto París con su maravilloso París», en referencia a su obra sobre la capital francesa. Diversos cuadernos con palabras anotadas, pequeños recortes o apuntes a mano se mezclan con reconocimientos, su agenda de teléfonos y libreta de direcciones, que contienen las señas de personalidades como Dámaso Alonso, Carmen Conde, Gómez de la Serna, Julián Marías, José María Pemán o Vázquez Díaz, entre otras.

Hay incluso cartas-modelo con su firma a mano preparadas para escribir, y un sobre de misivas que indica que son «menos importantes pero las hay curiosas y eminentes», junto a otro sobre con un texto mecanografiado que advierte: «Atención a las cartas contenidas en este sobre. No conviene dárselas a cualquiera. Su lectura y publicación requerirían reflexión previa. Guardarlas y archivarlas».

Entre el material pequeño destaca un tarjetero con cartulinas blancas que contienen una sola palabra -Azorín- y un cuño con su nombre con el que probablemente firmaría algunas de sus cartas. También guardaba tarjetas de visita de otras personas, desde amigos -«¿quiere usted que almorcemos juntos? Hotel Palace a las 2?», se lee en una de ellas- hasta la de un inspector de Policía o el director de la empresa cinematográfica Rey Soria Films.

El cine, que ocupó una parte fundamental en su vida, en especial en sus últimos años -fue un cinéfilo empedernido, llegó a decir que la literatura se había acabado, y admiraba a Sara Montiel, como recogió el documental Azorín. La imagen y la palabra- está aquí representado por los pases personales con los que entraba a cines madrileños como el Palace o el Rex, en el que figuraba como ‘Maestro Azorín’.

Los documentos manuscritos, que incluyen las obras inicialmente citadas y un bloque de apuntes separados por temas como ‘movimiento’ o ‘cosecha’, «serán investigados junto a expertos para ver si son inéditos, correcciones o textos publicados con otros títulos», aclara Carmen Velasco, que coordina el equipo de la fundación con Magdalena Rigual e Inés Chamón desde Cartagena.

«Quiero agradecer la actitud altruista de Luis Méndez de Vigo, ya que gracias a su donación desinteresada el legado de Azorín se ve incrementado. Además, complementa su archivo ofreciendo una faceta más personal y una documentación que tenemos que investigar, pero que todo apunta a que es inédita y de relevancia», destaca Luis Boyer, que mantiene el compromiso de la fundación desde su Centro de Legados -donde se conservan también los de Óscar Esplá o Gabriel Miró- «de darles difusión, especialmente en este caso para poner en valor la relevancia de Azorín, uno de los mayores cronistas del siglo XX en España».

El nuevo material sobre Azorín se remonta a diciembre del año 2019, cuando el familiar del escritor, Luis Méndez Vigo (en el centro de la imagen, flanqueado por José Payá, a la izquierda y Luis Boyer, a la derecha), contactó con Payá, experto azoriniano y director durante 40 años de la Casa Museo Azorín. Este último, fallecido recientemente, no ha podido disfrutar de su contenido, paralizado por la pandemia, pero, según cuenta su hijo Juanjo, «volvió entusiasmado de Madrid y hablaba vivamente de aquella maleta porque pensaba que podría ofrecer nuevas pistas para posibles investigaciones y poner en primera línea a Azorín, algo que le obsesionaba».