Dos años después de su lanzamiento debut, y en medio de una pandemia, Los Malinches han regresado con un segundo álbum, Piel de lince, que publica el sello portugués Groovie Records, para traer la salvación (o al menos la esperanza) envuelta en un caleidoscopio de sonidos latinos retro-futuristas, temperamentales y maravillosos. La banda murciana, una pequeña bomba atómica con un sonido garajero de guitarras subversivas, pero con una apertura de miras que les hace singulares es. De hecho, la carrera del grupo se ha caracterizado por una completa libertad de actuación. Entre sus filas, con una imagen de lo más cool y una actitud punk que ha ido evolucionando en su sonido hacia las raíces más latinas (‘Psicolatin’, que dirían los mallorquines de La Búsqueda), hay músicos que provienen de Galleta Piluda y Los Granadians del Espacio Exterior, entre otros. Sus directos, además de salvajes, son pura catarsis psicodélica. Por todo ello, Los Malinches desprenden carisma a raudales, y con Piel de lince te invitan a bailar. Alberto Charro y Vicente Navarro nos lo cuentan. En esta nueva ola que reivindica la música latina, la heterodoxia está servida.

Estuvisteis trabajando en Piel de lince durante todo el 2020, e incluso salió un adelanto, Evocación, allá por el mes de junio. ¿Habéis sufrido una crisis creativa durante la pandemia o es que resultó complicado reuniros para completar el disco?

¿Crisis creativa? No sabemos qué es eso. No hemos parado de trabajar en el grupo, a excepción del tiempo de confinamiento, y, aun así, cada uno en casa ha ido haciendo sus cosas: composición y grabación de demos, empapándonos de nuevos sonidos del ayer y de hoy, planeando nuevas aventuras (de momento más soñadoras que reales)... Y no hemos dejado de ensayar en todo el 2020. Sí, resultó un poco complicado reunirnos, cambiando de local de ensayo al ser desubicados del nuestro, pero al final hemos encontrado un buen sitio para desplegar toda nuestra imaginería.

Con Evocación decíais que Los Malinches os adentrabais en una nueva y evocadora fase. ¿Qué novedades hay con respecto a los anteriores trabajos de la banda?

Seguimos trabajando en el sonido del grupo, algo que pienso nunca acabará, pero todo entra en el marco de la música que nos ha juntado y que más nos representa: los sesenta en todo su amplio espectro de sonido e imágenes. Pero siempre tenemos puesto un ojo en las bandas de hoy en día que al igual que nosotros apuestan por sonidos ‘evocadores’, mayormente de esta época –incluso los setenta–, y mirando hacía países que normalmente no están en el supuesto mainstream musical de ahora, como Turquía y, sobre todo, Latinoamérica, que es un auténtico paraíso de grupos y músicas fantásticas, de los cuales estamos aprendiendo mucho.

¿Quiénes componen Los Malinches en la actualidad? ¿Habéis buscado reforzar el grupo?

Los Malinches son Alberto Charro (batería y voz solista), Juanma Gómez (bajo), Pau Rui (guitarra y voces), Vicente Navarro (órgano y voces), y nuestra última y maravillosa adquisición, la gran Greta Bungle (percusiones y voces). No es que hayamos buscado reforzar el grupo; como casi todo, fue algo espontáneo. Sí que pensamos desde hace tiempo, y sobre todo al terminar Piel de lince –donde metimos mucha percusión, necesaria para darle el toque latin boogaloo que queríamos–, que sería divertido y muy interesante meter a alguien más con sangre y ganas de divertirse. Y pensamos en ella, que aunque esta sea su primera experiencia en una banda, visto lo visto, parece que se ha dedicado a la música toda su vida.

El disco tiene un sonido especial, ese encanto monoaural que le proporciona la grabación en analógico en vuestros Estudios Precolombino, muy cercano a la época de la que se contagia. ¿Era esa la intención?

Totalmente. Somos conscientes de que el estudio tiene sus limitaciones si lo comparas con cualquier otro de ahora –pues trabajamos en analógico, ocho pistas, reverb de muelles, instrumentos y pedales originales de la época...–, pero, como los grupos de aquella época, intentamos suplir con imaginación las carencias técnicas, y lograr –y personalmente creo que lo conseguido– ese sonido puro de las bandas, sobre todo hispano-americanas, de los sesenta y setenta. Cuando escuchas esas grabaciones recién salidas del horno, los pelos se te ponen de punta. No hay trampa ni cartón: lo que oyes es lo que se ha grabado, puro al 100%.

¿Cómo fue la grabación del disco? ¿Fue rápida? ¿Lo grabasteis tocando todos juntos?

Normalmente grabamos todos juntos –muestra de ello es la canción Me siento loco–, pero cuando empezamos con esto en 2019, nos pilló tocando mucho y tuvimos que aprovechar los ratos libres de cada uno para pasarnos por el estudio. Así que rápida no ha sido. Además, nos hemos tomado nuestro tiempo para hacer algo bueno y original, y con esa perspectiva presentarlo al público en general. Porque no solo se trata de la grabación: tenemos a un grupo de gente, de grandes amigos malincheros, que se ocupan de diseñar las portadas de los discos, de las fotografías y el vídeo, el ‘Equipo Ameba’. Luego lo juntamos todo, lo mezclamos y nos queda esta explosión de colores y sonidos que te transporta a tiempos más evocadores, que ninguno ha vivido y sin embargo viven en nuestra sangre.

¿Cómo describiríais vuestro sonido en la actualidad? ¿Por qué estilos transita?

Nuestro sonido sigue siendo el mismo de siempre. Podrías decir que cabalgamos por toda la llanura sesentera, mirando hacía nuestras raíces hispano-americanas, pero también hacia otros países orientales. Quizá la novedad es que ahora estamos metiéndole más percusiones, lo cual hace que las canciones tengan un punto latino que a lo mejor antes faltaba y que ahora es imprescindible. Pero no descartamos nada para el futuro; aunque, bueno... para nosotros éste todavía no ha llegado, pues Los Malinches seguimos entre el ‘69 y el ‘73 [Risas].

El disco se abre con Biónicos. Todo es distinto en el 2000 en el que el protagonista quiere vivir. ¿De qué década parte, los sesenta? Suena un poco reminiscente a In the year 2525, de Zager & Evans.

Nos parece bonito ponernos en contexto con la época de los sesenta en todos sus aspectos culturales, y Alberto compuso Biónicos pensando en cómo sería soñar con el futuro siendo un hombre de principios de los setenta. Date cuenta de que la ciencia ficción de la época era muy hippiesca y psicodélica, y series como Star Trek nos mostraban un futuro donde hombres y mujeres de todas las etnias y religiones, incluso alienígenas, vivían y trabajaban juntos, algo impensable en en aquellos días y que costaría sudor y lágrimas conseguir ; bueno, aún seguimos trabajando en ello... Pues nosotros lanzamos ese mensaje de esperanza, más en los tiempos que vivimos, y que sea una especie de guía hacía el mañana, sin hacer ningún tipo de apología política.

Viviendo con la mente puesta en Latinoamérica, ¿no habría sido mejor poner el título de ‘Piel de jaguar’ en lugar de Piel de lince? ¿A qué se debe el titulo?

Tiene diferentes significados según al malinche que le preguntes, pero si le preguntamos al autor de la canción, Alberto Charro, te diría que casi que nos representa a nosotros: por un lado, nadie quiere tener una piel de lince, pues es un animal precioso que hay que cuidar y proteger, pero, al mismo tiempo es escasa, como la música que hacemos. Desde la humildad, sí queremos decir que ahora mismo, por desgracia para unos y por suerte para otros, no hay grupos, al menos en España, que hagan algo parecido a lo nuestro, por lo que pensamos que al igual que una piel de lince, somos escasos y, por qué no decirlo, necesarios para llenar ese hueco cultural, el cual es muy amplio para abarcar todo esto y más.

El disco pienso que tiene una línea argumental con las letras de los temas. ¿Es así?

Desde luego no es un disco conceptual, o al menos no era ese nuestro pensamiento, pero me alegro de que se pueda tener esa visión y que seas capaz de sacarle una línea argumental; me tendré que poner a ello. A lo mejor es que, sin pretenderlo, hemos conectado las canciones, que, al fin y al cabo, son un reflejo de nuestras vivencias, del día a día y de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, pero con un enfoque muy sesentero. ¿Cómo se vería todo esto si hubiera pasado en el ‘67 o en el ‘73?

Aunque hay un halo de esperanza, vuestras letras pueden parecer pesimistas y oscuras. ¿Os sentís así? ¿Podéis darnos algunas claves para descifrarlas o interpretarlas?

¡Nosotros nos sentimos muy esperanzados! A pesar de que los medios quieran pintarlo todo tan oscuro, no es nuestra intención, y cuando oyes el disco, te das cuenta de lo que te digo. En cualquier caso, la clave para interpretarlas la tienes tú. Nosotros te damos las canciones, pero las pistas creo que cada uno deben interpretarlas a su manera. Aunque este disco, insisto, está pensado para la diversión y el entretenimiento.

¿Qué otras versiones habéis grabado para este disco? ¿Qué os llamó la atención para grabar Kadin de un músico turco?

Kama Sutra, que es de los argentinos The Gypsies; Sin éxito, una cover de The Grass Roots que grabaron en Perú Los York’s, pero que nosotros hemos escogido en la versión del Grupo Celeste, que le da un aire más funky y rítmico a la canción; Duda, de los puertorriqueños Los X-5; Me siento loco, de los colombianos Los Yetis, y Kadin. Esta última, la verdad, nos llamó la atención desde su primera escucha, y nos emociona mucho tocarla. La letra es una libre adaptación, pero seguimos manteniendo el tempo de la canción original y ese olor a incienso que hace que te traslades en sueños a tierras más orientales.

Para la España moderna de la década de los ochenta, la música latina era motivo de anatema. ¿Cómo la descubristeis vosotros?

Siempre ha estado presente en nuestras vidas, en cada uno de los malinches a su manera. Pero lo que nos unió verdaderamente a esta música es el descubrimiento, la mayoría vía Internet, de todos estos grupos que, desde finales de los cincuenta hasta ahora, han sabido combinar lo que les llegaba de tierras anglosajonas con su toque latino, lo que hace que algunas de estas canciones superen a la original. Vale, no todas, pero hay cosas muy interesantes y otras muchas más por descubrir... Yo me acuerdo mucho de Gato Pérez y la Orquesta Platería, que creo que marcaron el punto de inflexión perfecto para unir latineo con jazz, rock y funky.

¿Cómo veis el que las músicas latinas sean ahora un superpoder global? ¿Os gusta el reguetón?

Eso también habría que preguntárselo a cada malinche personalmente, pero mucha gracia no nos hace..., aunque tampoco somos nadie para juzgar los gustos de otros. Mientras sea música y te divierta, ¿qué más da? Bueno, y que la música latina sea un superpoder global..., no sé, habría que preguntar en Laponia, a ver qué tal.

¿Os sentís solos en la senda que habéis tomado por donde discurre vuestra música?

¡Para nada! Estamos bien acompañados desde que nacimos, pero es cierto que a medida que crecemos, como banda, aumenta la familia. Son muchos los que aman los mismos sonidos que nosotros, y eso nos ayuda a alimentar nuestra música con mucha energía positiva y el calor con el que nos sentimos arropados allá por donde vamos. Cada vez somos más. La gente no es tonta y sabe lo que escucha y lo que quiere; te pueden vender a un artista auto-tuneado con una promoción de tres pares de narices, pero al final te vas a quedar con lo auténtico, con lo que te llega directamente al corazón y se queda ahí para siempre. Como dijo aquel: lo otro es de usar y tirar...

Vuestros pinitos internacionales sí que habéis hecho. ¿Cómo os ha tratado el mercado foráneo en este tiempo? ¿Qué tal han acogido vuestra retro psicodelia por ahí fuera?

Pues no tengo más que palabras de amor y agradecimiento a toda la gente que nos ha ayudado y apoyado, sobre todo en Alemania (concretamente entre Colonia y Berlín). Se nota que la gente de allí ama la música por encima de todo y que se vuelcan contigo desde que llegas hasta que te vas (en todos los aspectos). Está mal decirlo, pero en algunos momentos nos hemos sentido allí casi mejor que en casa (en términos musicales). La psicodelia, el garage, el frekbeat..., reconozco que no son de lo más maisntream del momento, pero cuando ves que no estás solo en el mundo, que hay un montón de locas y locos como nosotros a los que les gusta vestir de una manera en concreto –no solo para los conciertos, para el día a día– y con los que no hay barreras idiomáticas, se te abre un mundo de posibilidades infinitas, y ojalá que una vez que pase todo este rollo pandémico, vuelva a normalizarse. También en Portugal (Lisboa y Oporto) tuvimos una gran acogida.

El mundo parece no gustarle demasiado al protagonista de alguna de vuestras canciones. ¿Esta situación ha sacado lo mejor de nosotros?

Eso está todavía por ver. Pero al final se verá si ha sacado lo mejor o lo peor de nosotros. Pero el protagonista de nuestras canciones está enamorado de la vida, lo que pasa es que se expresa de esa manera tan onírica que puede parecer oscura a veces, pero siempre brillando con una intensa luz que esperamos nos guíe hacia un futuro lleno de amor y tranquilidad para el ser humano.