A Kiko Amat (Sant Boi de Llobregat, 1971) se le quedó una espina clavada con Rompepistas (2009), donde, dice, «los malos están pintados en dos dimensiones». Los malos son en esa obra los neonazis de Barcelona, el «mito del mal» para su generación. Con Revancha (Anagrama, 2021) ha llegado la hora de darles la tercera dimensión.

¿Sabe qué es una ´iron maiden'?

Me gustan bastante las torturas medievales, pero ¿hemos quedado para hablar de esto?

Meterse en la piel de los dos protagonistas de Revancha tiene algo de meterse en una ´iron maiden'. Personajes confortables no son...

¿Por qué? César sería un vengador, un justiciero.

Y el otro, Amador, es un ´hooligan' neonazi pasado con su banda al crimen.

No tiene nada de tortura. Cualquiera que haya escrito sabe que hay un placer en meterte en la piel del malo, porque es una vía de salida para la parte menos benigna o más rabiosa que todos tenemos, aunque algunos la disimulen. Y, como han demostrado películas y series de mafiosos, lo que sucede con los relatos que inciden en la vida diaria de los chungos es que cuanto más los explican, más entiendes tú su circunstancia. Quizá no les quieras ni tampoco les perdones, pero sí que sufres por ellos. Cuando conoces al monstruo, ves más allá de su pelaje y ves lo que le ha pasado para estar allí. Hablo en términos generales. Desde luego, está el margen psicopático, que no tiene explicación. Cuanto más conoces a un psicópata, más claro ves que es un cascarón vacío.

Vale, César es ´solo' un instrumento contra el mal impune. ¿Qué salva a Amador de ser un chungo inapelable?

Él no ha podido evitar ser así. Es muy fácil no ser malo si no te han hecho cosas malas. Pero si te las han hecho es casi inevitable ser malo. Según qué cartas te dieron, es muy difícil hacer el bien. El mal es un abanico amplio en el que Amador está en un punto todavía redimible. Tiene un lado blando aún, no está hueco. Pinto por qué es como es.

¿Para justificarlo?

No hago novela social y las novelas ejemplarizantes me parecen abominables. Pero sí quiero contar que la revuelta irracional de esta peña tiene una razón de ser. Esta gente está golpeando contra su mala suerte, contra su mierda de familia, contra su mierda de vida, contra los abusos que sufrieron, de una forma no política sino irracional. Es una forma perfectamente comprensible de devolver los golpes. No es celebrable, pero sí comprensible.

La fascinación de Amador ante el descubrimiento de que existe ´calefacción central' tiene un eco personal.

Ningún escritor incorpora detalles tan precisos sin sacarlos de la experiencia personal. Es una reacción de clase pura sacada de la mía cuando entré en una casa burguesa del Eixample. No sabía ni que existía el concepto de calefacción central. La clase obrera tiene muchos pequeños escalones que desde la clasemediez y más arriba no se ven, pero que desde dentro sí se ven. Yo no vengo exactamente del mundo del que viene Amador, pero amigos míos sí y siento que conozco a alguien como Amador y su forma de morder contra el hecho de ser chusma. Nadie quiere ser chusma. Yo escribo con odio, no tengo otro motor. Lo que sí tengo es la capacidad de transformar esa materia prima en otras cosas.

¿Hay gente tan violenta como la que sale en Revancha?

Cualquier que haya visto violencia en primera persona, ya sea sobre su faz o a su alrededor, sabe que sí. Empleada tanto de modo inmoral y horrible como de modo justiciero y útil, hay mucha violencia. También he visto violencia aplicada de forma útil y funciona. Contra un matón no funcionan las palabras, sino una violencia que no pueda ser contestada.

A usted le gusta hablar de la literatura como de un oficio. ¿Cómo se domina ese oficio?

Dominar un oficio está muy bien y cuesta mucho. Una parte enorme de la escritura es un combate contra unas tendencias naturales. En primer lugar, contra el impulso de explicar las cosas rápido, sin dar círculos. Pero a ti te gusta la narrativa y tienes que dar un rodeo, del mismo modo que alguien que cuenta chistes de puta madre no irá nunca directo al final. Otra lucha es contra la sobrexplicación. Si empiezas a ver que escribes de un modo atractivo, tiendes a excederte con las imágenes, las explicaciones, las metáforas, la opinión... ¿Verdad que si mimas a un niño será un imbécil? Pues si mimas un libro y cada frasecita te parece esencial y le permites todo, se convertirá en un libro de mierda. Contra el autoenamoramiento solo hay un remedio: un esfuerzo constante de autoedición. Y un entorno lisonjero es la muerte.

¿Un símil de esa austeridad en la música popular moderna?

En la música pop es mucho más difícil hacer dos minutos y medio de perfección que hacer quince minutos de pajeo. La tendencia natural es el pajeo. Lo antinatural es comprimir y quitar todo el pajeo. Entonces te sale un libro prieto como Revancha.