Uno de los grandes aportes de Cartagena Negra reside en el Icue; en el Icue Negro. Cada año, las jornadas de literatura policíaca y de misterio de la ciudad portuaría reúne a un buen puñado de autores nóveles (al menos en el noir) con la idea de destapar alguna joyita del género ajena a las estanterías de las grandes superficies. Bueno, y, además -aunque esto ya es casi lo de menos-, de entre todas las novelas seleccionados se elige a la mejor, según el juicio del jurado de este Premio Icue Negro. En cualquier caso, Jon Aramedía (Pamplona, 1969) reconoce que no le importaría volverse a casa con el galardón... El navarro es el autor de El Demonio de Laplace (Ediciones Eunate, 2019), una novela en la que, sí, hay un asesino, y también una pareja de inspectores ajustada a los cánones, pero también una banda de rock, varias líneas temporales y algo de psicología y de filosofía. En definitiva, una obra sorprendente que él mismo nos presenta en las siguientes líneas. Aunque, antes, hablemos del panorama actual...

P ¿Qué tiene el noir que engancha tanto a los lectores?

R Lo cierto es que yo no tengo la respuesta. Supongo que el ser humano es morboso por naturaleza, o quizás el cine comercial, mayoritariamente de acción, ha influenciado en nuestros gustos, o simplemente va en sintonía con estos tiempos de violencia y corrupción; no sé. Puede que el ritmo, habitualmente rápido, de este género encaje bien con la velocidad a la que vivimos en las sociedades modernas.

P ¿Y usted, cómo llegó a este género? ¿Era aficionado antes que escritor de novela negra?

R Pues no tenía una predilección especial por este género antes de escribir mi novela, la verdad, ya que reparto mis lecturas desde el ensayo a la divulgación científica, pasando por todo tipo de novelas... Pero me pareció adecuado para plantear la trama y la idea de trasfondo que quería transmitir con El Demonio de Laplace. Durante un tiempo, previo a la redacción del primer manuscrito, si me concentré en la novela negra para intentar desentramar con más detalle la técnica y el estilo, y encontrar los denominadores comunes que la definen, y aunque es cierto que hay algunos recursos típicos que siempre aparecen, lo que hallé fue una variedad tan rica como en cualquier otro género, y la obligación de encontrar o adaptar mis propios recursos.

P ¿Un autor o libro que le haya marcado, que le hiciera seguir este camino literario?

R Yo creo que los libros que te marcan -por lo menos en mi caso fue así- lo hacen a una edad más temprana, y por motivos poco literarios. Yo recuerdo algunos títulos que me influyeron mucho, pero no están relacionados con la novela negra. De hecho, acabo de terminar mi cuarta novela y tan solo El Demonio de Laplace se podría considerar totalmente negra, por lo tanto, tampoco puedo decir que siga un camino literario muy definido.

P En la actualidad, ¿qué está tramando? ¿Anda todavía centrado en la presentación y difusión de este último trabajo o tiene algún proyecto en el horno?

R Estoy corrigiendo mi próxima novela, que terminé en plena pandemia, y por supuesto pensando, tramando, la siguiente. Respecto a las presentaciones, no están siendo buenos tiempos para actos públicos, por lo que esa cuestión está bastante restringida, y en cuanto a la difusión que podemos hacer los completos desconocidos es bastante limitada. Gracias a Cartagena negra, quizás sea posible dar a conocer esta obra fuera de mi territorio.

P Se lo preguntaba porque hay muchos escritores que se han tirado al teclado aprovechando estos meses de cuarentena. Veo que es su caso.

R Desde luego. No está bien que lo diga, pero ha sido una oportunidad que no podíamos soñar los que tenemos que rascar las horas a nuestra rutina para escribir. He aprovechado, como decía, para acabar una novela, pulir las que ya tengo terminadas, para escribir relatos, algunas canciones y comenzar a confeccionar las ideas para el esquema inicial de la próxima novela. Durante algunas semanas he podido saborear lo que es ser escritor a tiempo completo, y me encanta.

P Hablando del confinamiento y, por extensión, del covid-19 (el gran villano de este año), ¿da este 2020 para una novela negra o más bien inspiraría un libro de terror?

R ¡Huy! Yo creo que lo que saldría es una gran novela de conspiraciones planetarias. No es que yo crea o deje de creer en estas ideas de complots urdidos en las sombras por las élites, pero cuando dejo volar mi imaginación en esa dirección me parece fascinante. Y supongo que lloverán novelas de toda índole relacionadas con el tema, aunque a mí personalmente no me atrae demasiado, quizás por lo harto que estoy ya de toda esta ‘nueva normalidad’.

P Volvamos a centrar el foco: Cartagena Negra. ¿Qué espera de estas jornadas?

R Supongo que lo mismo que espero con cualquiera de las cosas con las que intento ocupar mi tiempo: aprender y disfrutar. Me parecen muy interesantes todas estas iniciativas que dan oportunidades a los que juntamos letras en el anonimato. También me ilusiona la posibilidad de conocer a otros autores personalmente y poder escuchar a personas que saben de lo que hablan. Por lo demás, asistir como invitado me supone una presión a la que no estoy acostumbrado, así que me conformaría con no meter la pata. Y respecto al galardón Icue Negro..., esto lo digo en voz bajita y al oído, no me importaría nada llevármelo a casa.

P Será protagonista de la mesa redonda 'Debutantes' junto a otros tres escritores nóveles. No obstante, cada vez son más los autores que suman a este 'movimiento'. ¿Qué opina de este boom? ¿Es peligroso (por saturación) o esperanzador (mirando al futuro)?

R Como decía, lo de la mesa redonda me tiene un poco nerviosillo, más si se emplean palabras como ‘protagonista’; solo espero estar a la altura de mis compañeros... Respecto a la abundancia de escritores y obras, en absoluto creo, y esto lo digo desde el desconocimiento total del mercado literario, que sea un problema. Que los escritores busquen en un género que se vende me parece normal. Creo que el autor que tenga calidad y sea perseverante prevalecerá y, los que no, desaparecerán de forma natural.

P Háblenos, para quien no lo conozca todavía, de El Demonio de Laplace.

R «¡Quien no lo conozca todavía!». Eso suena genial, pero lo cierto es que, por el momento, casi nadie conoce mi novela fuera de Navarra. Es difícil hablar bien de tu propia obra sin parecer vanidoso, pero lo voy a intentar: Sé que es una novela que algunos, más algunas y no pocas, se han leído de una sentada. Sé que nadie que se haya aburrido leyéndola me lo ha confesado. Y sé que casi todos los lectores se niegan a aceptar la pérdida del libre albedrío que transmite su trama y la filosofía que pretende filtrar de tapadillo. Podría decir también que es la turbulenta trayectoria de una banda de rock de barrio que sueña con el éxito, la cruel historia de un niño que terminará siendo un asesino en serie y la más sesuda investigación de dos detectives que viven periodos y versiones dispares de sus vidas, y que estas historias forman una triada con distintas líneas temporales que confluyen en un trepidante final. Pero bueno, eso no lo sé, solo es lo que creo.

P Creo que su formación en Psicología no es ajena a su forma de escribir y desarrollar los personajes...

R Yo no diría «mi formación en Psicología», sino la influencia de mi afición a la Psicología, ya que no tengo ninguna titulación y creo que hay que ser muy cuidadoso con estas cosas. Y sí, es algo que me ha marcado profundamente. El determinismo biológico y por ende psicológico que, en mi opinión, antecede a toda conducta y pensamiento, cambia mi percepción de la realidad, y con ella supongo que también lo hacen mis tramas, personajes y forma de escribir. Digamos que me ha imposibilitado, por ser escueto, para ver ‘buenos’ y ‘malos’, y ha convertido mis tramas y los personajes que las habitan en hijos forzosos de la causalidad.

P Por último: ¿Le recomienda a nuestros lectores una novela con la que enamorarse del género?

R Justo (2018), de Carlos Bassas del Rey, es una de las mejores novelas negras que he leído últimamente.