En 1988, en su primera visita a la UMU, Camilo José Cela miraba de esta guisa a este cronista (reciclado en fotógrafo) frente a la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia, mientras lo fotografiaba en compañía del profesor Victorino Polo antes de hacerle una entrevista. Quizá veía un tanto anticuada la vieja cámara familiar con la que se le fotografiaba. Pero después de hacerle la fotografía dio cordialmente las gracias al improvisado fotógrafo. Acababa de comenzar 1988.

Hacía un año que al escritor gallego le habían concedido el Premio Príncipe de Asturias, pero no sería hasta el año siguiente cuando le fuese concedido el premio Nobel de Literatura.

«Yo no escribo lo que quiero», dijo, «sino lo que puedo. Me gustaría haber escrito el Quijote, pero evidentemente llegué tarde€ De todas formas, no estoy avergonzado ni arrepentido de ninguna de las páginas que he escrito», observó entonces.

Cela reconoció no saber mucho del tema de considerar a Murcia la 'tierra del pijo', como le había preguntado alguien en una rueda de prensa. «Lo de Murcia como tierra del pijo no sé de donde viene, será que tienen aquí unos hermosos pijos exportables, por lo cual les felicito», pero el tema le dio pie para aludir a los tacos regionales: «En España se utilizan bastante los tacos en todas partes, aunque quizás sea La Rioja la que destaque. Yo he visto allí carteles perfectos. Recuerdo uno que había en un café: 'se prohíbe cantar, ni bien ni mal, hablar de política, ni blasfemar sin causa justificada', lo cual es toda una declaración de principios». Aclaró que no le hacía ascos a ningún taco, siempre que antes hubiese sido utilizado por Quevedo, aunque reconoció que el insigne escritor del Siglo de Oro utilizó casi todos. Y dejó muestras de su buen humor cuando reconoció que al final de su vida le gustaría poder decir, como el general Narváez en su lecho de muerte, que «no perdono a mis enemigos porque no tengo ninguno, ya que a todos los he matado».

Foto:

Pascual Vera-Servicio Comunicación UMU.