Dice Marta Nieto, protagonista absoluta de Madre, uno de los filmes españoles más esperados del año -no en vano, el laureado Rodrigo Sorogoyen es quien se encuentra detrás de las cámaras- que la película «trabaja desde un espacio sutil, raro y ambiguo» en el que el espectador no está acostumbrado a moverse. «La sociedad se ha polarizado en extremo, es todo blanco o negro, y estos claroscuros de la cinta -que te pueden gustar más o menos, pero que existen, porque la vida está llena de grises- son naturales, y la película es preciosa precisamente por eso», añade en una entrevista desde el Hotel Hesperia de Sevilla, centro neurálgico del festival de cine de la capital hispalense, donde Madre fue elegida para protagonizar la noche inaugural, el pasado sábado.

Tras pasar con gran éxito por Venecia y recoger los efervorizados aplausos del público del certamen sevillano, la película llega hoy a las salas de toda España como la continuación de un corto del mismo nombre que estuvo incluso nominado a los Oscar. En él, una mujer joven que ha dejado a su hijo de siete años a cargo del padre para unas breves vacaciones en Francia, recibe la llamada del niño pidiendo auxilio porque se ha quedado solo en una playa y no sabe dónde está. Una llamada angustiosa que acaba en el más tremendo vacío.

Después de los primeros minutos del largometraje, donde Sorogoyen recupera ese corto, el director elige otro plano secuencia, largo, calmoso, para presentar a la nueva Elena, una mujer adulta que camina por una playa inmensa, donde se diluye la poca gente que hay. Por casualidad detiene la mirada en un chico francés que, por su edad y sus rizos rubios tirando a rojizos, le hace pensar que así sería en la actualidad su hijo desaparecido hace diez años. Que incluso podría ser su hijo. Un cruce de miradas que parece sacar a esta mujer del letargo en el que ha decidido dejar vagar su vida.

Nieto, que interpreta a Elena en ambas películas, explica que el personaje que está en el corto «tiene que ver algo» con la protagonista de Madre, pero «llenar esos diez años que están en elipsis» han sido para ella un material de juego «infinito»: Elena ha tenido que «tomar decisiones, e imaginar, imaginar e imaginar», señala. En este sentido, la actriz murciana, que es madre de un niño pequeño, confiesa que investigar para saber cómo se debe sentir uno tras la desaparición de un hijo es «lo más parecido a una tortura» que ha tocado «nunca».

Y para darle vida, creó «un estado», con un cuerpo «que se vuelve duro», extremadamente delgado, y aprendió francés: «Quería llegar a la película con esos diez años vividos de verdad». Y, desde luego, su dedicación no ha sido en vano, ya que Nieto ha logrado ganar ya por ese papel varios premios, entre ellos el de Mejor Actriz en la sección Horizontes de la Mostra de Venecia.

Nieto explica uno de los extremos más discutidos de Elena: «Siendo un personaje tan complejo que no terminas de entender nunca, sí hay una cosa muy física con el 'hijo', instintiva, de no saber por qué está mejor con él que cuando él no está. En la película comienza a sentir cosas que no vivía en diez años, y todo eso ocurre por amor; es un amor puro». «Esta situación -advierte la intérprete murciana- la juzgará cada uno con su propio juicio. Uno, desde fuera, y teniendo en cuenta la sociedad en que vivimos, puede pensar: ‘Me hiere la sensibilidad’ o ‘No lo entiendo’, pero la realidad es que es un encuentro entre dos personas que se hacen mejores, no se hacen daño en ningún momento», asegura.

Después de casi quince años en pequeños papeles, la actriz entiende que «la vida va de esforzarse», y eso ha requerido de una constancia que le han llevado a momentos de crisis muy profundas en varias ocasiones: «Pues eso -añade-, cuestionarte y mejorarte». «Y este regalo que me ha hecho Rodrigo -su pareja- con este papel lo valoro muchísimo y entiendo que tiene que ver con que él ve algo en mí que quiere que la gente vea, y yo se lo agradeceré siempre, porque no me había realizado como actriz hasta este momento».