No llegaba a los 30 años Miguel Espinosa (Caravaca, 1926-1982) cuando creó un mundo en el que convivían los mandarines, los legos, la gente de estaca, los cabezas rapadas y la gentecilla. Un mundo al que fue dándole forma durante 18 años y que desembocó en su obra cumbre: Escuela de mandarines (1974).

Ahora, de la mano de la editorial ciezana Alfaqueque, llega a las librerías Historia del Eremita (21€), la primera versión de Escuela de mandarines, escrita entre 1954 y 1956. Y la edición incluye también una breve pieza inédita, El bufón y el príncipe, y un texto sobre la filosofía política de los mandarines que Espinosa elaboró para un seminario de Derecho Político de la Universidad de Salamanca que dirigía Tierno Galván.

En el prólogo del libro, el hijo del autor, Juan Espinosa, explica que Historia del Eremita «difiere sustancialmente de la definitiva, aunque ya muestra la gracia en el decir». «De menor riqueza léxica y complejidad sintáctica -escribe-, y con un índice de personajes y materias más reducido, esta obra presenta, como es natural, algunos detalles pendientes de ajuste. A cambio, ofrece temas propios y la frescura y el encanto de las primeras formulaciones; la posibilidad de contemplar una gran obra en estado naciente».

El editor, Fernando Fernández, cree que esta publicación «va a ser una gozada para los estudiosos de Espinosa» y confía también en que llegue a quien no lo conoce. «A pesar de ser uno de los mejores escritores de la literatura española del siglo XX, es verdad que Miguel Espinosa no es muy conocido por el gran público. Y con Historia del Eremita quiero llegar a esos lectores que no se han atrevido a leer a Espinosa hasta ahora», sentencia.

De este libro «se pueden sacar miles de enseñanzas... en cada capítulo, en cada párrafo. Está lleno de sabiduría», añade el editor, quien siempre ha estado interesado por Espinosa, «un escritor diferente». «Lees a cualquier autor contemporáneo y luego a Espinosa y no puedes evitar preguntarte si es de este mundo. Es completamente diferente; eso es lo que me gusta, su singularidad... Y cuenta las historias para que el lector piense, no lo da todo masticado».

Declara Fernández que «pensar es también una forma de divertirse». «Nos están acostumbrando al lenguaje sencillo, pero la buena literatura normalmente requiere un pequeño esfuerzo para entenderla, hace reflexionar», aunque puntualiza que «está bien leer de todo».

El responsable de Alfaqueque recuerda que este proyecto nació cuando el pintor José Lucas -encargado de ilustrar la portada-, otro gran seguidor de Espinosa, le dio «un empujón» para que se atreviera a contactar con Juan Espinosa. «Me parecía muy difícil que me diera algo de su padre porque ha sido publicado por las mejores editoriales, como Alfaguara o Siruela, pero empezamos a hablar del proyecto y él se acabó entusiasmando tanto como yo», relata. En esta publicación han estado trabajando cerca de un año y medio: «Yo le dije que quería algo inédito y él me propuso esto. Lo curioso es que en la carpeta con la obra mecanografiada faltaban cosas, había ciertas lagunas que pensábamos explicar en el prólogo, pero luego Juan encontró unos cuadernos donde estaba escrito a mano todo lo que faltaba»; completándose así un proceso que, para Fernández, «es la labor de editor más satisfactoria» que ha hecho hasta ahora.

«Publicar cosas como ésta son la razón de ser de un editor; yo puedo morirme ya», bromea, y afirma a continuación que lo que busca «es recuperar textos que merecen la pena y que estén para la eternidad... porque de este libro se va a hablar siempre». Y aunque creó Alfaqueque para aportar su «grano de arena a la literatura» con hermosas obras, confiesa que no diría que no a un best seller: «Las editoriales están pasando por un mal momento, y la mía es modesta y pequeña. Sería un necio si dijera que no».

Rescatar toda la obra inédita

El proyecto de Fernández va más allá de la publicación de Historia del Eremita: «Bajo el nombre de Biblioteca Irremediable -una palabra que usaba mucho Espinosa y que me encanta-, me gustaría publicar todos los textos que quedan inéditos». Lo siguiente -avanza- «será la correspondencia», y en el futuro podría publicarse también la segunda versión de Escuela de mandarines, una obra que Espinosa dio por buena pero que no publicó porque le alertaron de que no pasaría la censura.

Hasta entonces, los seguidores de Espinosa -y quien lo descubra ahora- podrán deleitarse con la primera versión de un mundo que es «el reflejo de la sociedad que vivió, la franquista». Sin embargo, apunta el editor, «lees cosas -sobre el poder, el dinero o la corrupción- y ves que es lo mismo. Ahora hay democracia, pero la estructura es la misma; y la crítica que hace del poder y la sociedad es de plena actualidad... Quien más se salva es el pueblo -´la gentecilla´-, que, como siempre, es el que sufre y por quien se puede sacar la cara. Y seguimos igual».