Con una sonrisa de oreja a oreja, Toñi restó importancia en una entrevista con EFE al hecho de haberle "vuelto a dar la vida" a su hija Ana Belén Segovia, de 34 años, con insuficiencia renal desde los veinte, esclava de la diálisis y acostumbrada a vivir "completamente agotada".

Ha pasado tres días en el Hospital La Paz, donde tuvo la suerte de someterse a una cirugía laparoscópica, un nueva técnica menos invasiva y más rápida que únicamente oferta este centro madrileño de la red pública y donde, hasta ahora, tan sólo se han hecho veinte intervenciones de este tipo para trasplante de donante en vivo.

La laparoscopia permite con ayuda de una cámara y elementos mecánicos simplificar la operación y favorece una recuperación del paciente más rápida y menos dolorosa, explicó a EFE el doctor Javier de la Peña, jefe del Servicio de Urología de La Paz.

La madre donante sólo tiene tres cicatrices que muestra orgullosa a todo el mundo, como si fueran heridas de guerra, y no tendrá que someterse a ningún tratamiento porque está "como una rosa".

Esos sí, está "de agua hasta las narices" porque le han pedido que durante una temporada beba tres litros al día para que su único riñón se acostumbre a trabajar por dos.

Ana Belén también está perfectamente, ha "mandado a la porra" la diálisis y, como lleva toda la vida a régimen para no sobrecargar sus riñones, confesó llanamente que lo que más desea del mundo es comerse "una buena fabada".

Ya no está extenuada, ni se pinta la cara para tapar su color amarillento, ha descubierto que tiene tobillos -antes siempre estaban hinchados- y puede ir a buscar a su hija al colegio que, con ocho años, vivía siempre angustiada por "si mamá se ponía mal".

Sólo tendrá que tomar unos medicamentos inmunosupresores, que disminuyen al mínimo la lógica reacción del organismo frente a un órgano ajeno, aunque en este caso sea de su propia sangre.

Ambas son un vivo testimonio de que "merece la pena donar en vivo" y ayudar a esas 4.000 personas que están en lista de espera para un trasplante de riñón.

De la Peña explicó que "la donación de vivos es el futuro", ya que, ante la disminución de accidentes de tráfico y el envejecimiento de la población, el 43 por ciento de los donantes tienen más de 60 años y sus órganos menor esperanza de vida.

"Cuanto mejor sea la calidad del riñón más tiempo de salud otorgará al trasplantado", un factor determinante en el caso de los jóvenes y, sobretodo, en el de los niños.

"La generosidad también tiene que darse entre los vivos", enfatizó el doctor, tras recordar que España es líder mundial en donaciones de órganos procedentes de cadáveres.

Sin embargo, sólo el 4 por ciento de los trasplantes de riñón que se realizan son de personas vivas, frente al 50 por ciento que se registra en Estados Unidos o el 16 por ciento en Europa.

El jefe del Servicio de Nefrología de La Paz, Rafael Selgas, resaltó que la tasa de éxito del paciente trasplantado es de un 95 por ciento, lo que supone un pequeño riesgo a asumir que también corre quien se ofrece a entrar en el quirófano para ser mutilado.

El doctor Selgas agregó que las patologías del riñón son "silenciosas", porque en sus primeras etapas apenas presentan síntomas hasta que llega un momento -cuando la función renal se limita a un 10 ó 5 por ciento- que exigen diálisis o trasplante.

De hecho, lo más preocupante para las autoridades sanitarias son las personas que sufren alguna insuficiencia renal sin saberlo, una cifra que se sitúa en torno a los 2,5 millones de españoles.

Selgas incidió en la importancia de la prevención y de someterse a las pruebas que detectan la enfermedad, especialmente entre hipertensos, diabéticos o personas con problemas cardiovasculares.

La Asociación Española de Nefrología estima que esta dolencia afecta a más del 5 por ciento de los españoles y que más de 40.000 están en tratamiento renal sustitutivo mediante diálisis o trasplante.