Varias madres contagiadas con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) han dado a luz a bebés sanos, pero el caso de Conceiçao tiene importancia porque ella se ha convertido en el símbolo del tratamiento contra el Sida aplicado en Brasil a niños, pues anteriormente la ley sólo autorizaba los tratamientos completos en adultos.

De igual manera, el embarazo y parto de Conceiçao despertó interés nuevamente en los especialistas porque su esposo, consciente de que ella era portadora del VIH, mantuvo relaciones sexuales con su mujer para que pudiese concebir un bebé y no resultó infectado.

"Es una 'victoria' (nombre dado a la hija) para mí. Ni imaginaba que sería madre algún día", señaló la joven en una entrevista ofrecida al canal TV Globo en la ciudad de Sorocaba, centro del estado de Sao Paulo.

La bebé Ana Victoria, que pesó 3,04 kilos y midió 48 centímetros, tiene, según los especialistas, un 98 por ciento de no resultar contagiada de este virus en el desarrollo paulatino de su genética, aunque recibirá un tratamiento preventivo durante tres meses.

Después de que Conceiçao recibiese la autorización judicial para recibir tratamiento en el servicio público sanitario, unos 7.000 niños brasileños obtuvieron también ese derecho.

La madre de la joven Luciane Conceiçao resultó contagiada en una transfusión de sangre que le fue practicada cuando estaba embarazada de ella y murió meses después del parto.

El error del hospital fue reconocido por la Justicia y le condenó a indemnizar con 380.000 reales (unos 145.743 euros) a la joven, quien fue entregada en adopción cuando cumplió un año de edad y otra cantidad igual para otros tres hijos que quedaron huérfanos.

Cuando tenía ocho años comenzó a desarrollar la enfermedad y, tras una larga batalla judicial, un juzgado obligó a la Secretaría de Salud de Sao Paulo a suministrar a la niña el "cóctel" de medicamentos para combatir el Sida, que hasta ese momento no se administraba a menores.

Actualmente, la presencia del patógeno está reducida a casi cero en el organismo de la joven, quien ante el control del virus decidió intentar el embarazo.

El esposo, de 29 años, no quiso que se le practicase una inseminación artificial y a pesar de que el riesgo de contagiarse era mínimo, pero existente, decidió mantener relaciones sexuales sin protección.

"Ella no quería por miedo que me contagiara, pero dejé todo a voluntad de Dios y ahora somos unos padres muy felices", relató el trabajador de la construcción.

Una de las más felices por el parto sin problemas de la joven fue la médica internista Rosane Paiva, quien supervisa el tratamiento de Concieçao desde que era niña y fue la que lideró la batalla jurídica para que consiguiese los medicamentos.

La bebé, hija y nieta de mujeres con VIH, nació por cesárea y está siendo amamantada por mujeres diferentes para así evitar cualquier riesgo de contagio por parte de su madre.