Manuela Vargas actuó en 1962 por primera vez en Madrid, en "El Duende", y un año más tarde obtuvo el premio internacional de Danza, mientras que en 1965 actuó en el pabellón español de la Feria Mundial de Nueva York.

En 1980 ingresó en el Ballet Nacional, y fue la protagonista de montajes como "Medea", "La Petenera", "El Sur" y "Fedra", y también protagonizó, en 1969, la película de Jaime Camino "España otra vez".

La veterana bailaora sevillana Matilde Coral, amiga de la fallecida y con la que hablaba por teléfono todas las semanas, ha dicho a Efe que Manuela "tenía un estilo muy particular, tan particular que no se parecía a nadie; bailaba como Dios le daba a entender".

"Había que tener valor para bailar con ella, porque se ganaba el aplauso y la simpatía del público de inmediato", ha asegurado Matilde Coral, quien también ha destacado que su época "fue una de las más bonitas del flamenco, porque salían artistas como varas de nardos de derechas".

La también bailaora sevillana Milagros Menjíbar coincidió con Coral al destacar, en declaraciones a Efe, que el estilo de Manuela Vargas era "tan personal que no se parecía a nadie".

Menjíbar ha añadido que "era una mujer de raza, porque no hace falta ser gitana para ser de raza, y su cara y su cuerpo eran puro fuego cuando se ponía a bailar" y no resaltaba tanto técnicamente "como por la categoría que tenía, era muy señora en el flamenco y en el escenario, y la sensibilidad que tenía y lo buena gente que era lo transportaba a su manera de bailar".

Manuela Vargas comenzó a bailar desde niña en ferias y fiestas familiares, y pronto, a los 12 años, la contratan en el tablao de Sevilla "El Guajiro", de modo que su formación fue autodidacta, hasta que a los 16 años entró en la academia de Enrique "El Cojo".

Tuvo dos hijas, creó su propia compañía en 1963, con la que representó el espectáculo de José Monleón "La antología del Flamenco", con el que obtuvo el Premio Internacional de Danza.

Alejada de los escenarios durante unos años, volvió a bailar a finales de los años setenta, en 1980 realizó su espectáculo "Andalucía flamenca", y el mismo año ingresó en el Ballet Nacional, con el que destacó por su actuación en "Medea" 1984, recreación para danza del mito clásico, con guión de Miguel Narros, música de Manolo Sanlucar y coreografía de José Granero.

Años después, en 1984, abandonó el Ballet Nacional por desavenencias con su directora, Maria de Avila, y fundó su propia compañía con la que en 1986 montó los espectáculos "La Petenera" y "El sur", junto a José Granero.

Primera figura del Ballet Nacional, en junio de 1986 actuó en las obras "La Petenera" y "El Sur" en el Teatro Monumental de Madrid, y el 2 de julio de 1988 actuó en el Teatro Romano de Mérida con ocasión del homenaje a Rafael Alberti.

En abril de 1989 comenzó sus representaciones en el Teatro Español de Madrid de la obra de Lorca "Así que pasen cinco años", en la que se contaba entre las principales figuras.