Una mujer, en la soledad de su habitación, se reencuentra con ella misma desde un subconsciente cargado de tragos. «Él, le trae la historia de una mujer que era bailarina y sí bailaba siempre, y la de un hombre que una vez se hizo el bailarín y no bailaba nunca. Esta danza sirve de metáfora para ir relatando algo que aún sigue formando parte de ella misma, algo que sigue hablándole en ecos; haber vivido violencia machista y de género. Esta voz pide maridarse con una voz consciente que la trae aquí y ahora, desembocándola en la única verdad que queda. Glass lo sabe. Glass lo murmura de fondo».

Bajo esta premisa llega esta tarde al Teatro Circo de Murcia (20.00 horas) la obra La bailarina que sí bailaba siempre, de la murciana Raquel Garod, quien firma y protagoniza esta pieza estrenada en marzo del año pasado por Luciérnagas 24 Producciones, su compañía junto a Jesús Palazón, encargado en esta ocasión de la iluminación; lo cual, por cierto, no es en absoluto baladí en este montaje. Y es que ésta cumple una importante función expresiva en la materialización física de los espacios de significado y de sentido. Este lenguaje se fusiona con la expresión del propio cuerpo de Garod y, en su combinatoria, «hacen latir, aquí y ahora, a La bailarina que sí bailaba siempre».

Escénicamente, la historia se materializa a través de un lenguaje propio que bebe de la interpretación textual, del teatro físico, de la danza teatro y de nuevas formas de expresión que parten de diferentes lenguajes expresivos que brindan el impulso a la palabra y al movimiento.