Las historias más sensibles se guardan en cajitas. En estanterías cotidianas y corazones introvertidos. No pretenden trascender, no aspiran a nada; por eso son puras: lo que enseñan es su materia prima, su razón de ser. No hay colorantes, no hay aditivos. Y quizá por eso, cuando Álex Juárez y Víctor Hernández se empeñaron en editar aquella antigua cinta que desde que tienen uso de razón daba tumbos por su casa, acabaron desechando horas y horas de grabación para volver a la maqueta que puso banda sonora a sus vidas: ''Con el disco casi terminado, nos dimos cuenta de que sonaba mejor la cinta original, una grabación del año '82 que le hicieron (a su padre) sus colegas. Y suena a rayos, pero tiene ese encanto que...''.

Juárez -que es quien habla- es el mayor de los hermanos; le saca cinco a Víctor (1992) y, con apenas 31 años, un par de epés -Cinco canciones en directo (2016) y EP#2 (2017)- y apariciones esporádicas por los escenarios, ya se ha hecho un nombre entre quienes entienden de esto. ''Lo más parecido a un Sufjan Stevens en castellano del que tenemos noticia en la geografía ibérica'', apuntaba Fernando Neira en El País, a raíz de su visita a Murcia para cubrir la última edición del Big Up! Pero Víctor no le va a la zaga: ha coqueteado hasta en dos ocasiones con la nominación al Goya a la Mejor Canción Original -por su trabajo en Ahora o nunca (2015) y No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas (2016)-Ahora o nuncaNo culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas y, ahora, bajo el nombre de Rey Lobo, ha emprendido una peculiar carrera musical que estrenó hace dos años con el epé Nonduermas y que certificó en la final del CreaMurcia 2017 dentro de la categoría 'Canción de autor', en la que se proclamó ganador. Y el germen de ambos proyectos -el de Álex Juárez y el de Rey Lobo- reside en aquella cinta, cuyo autor es, efectivamente, Gabriel Hernández, el padre en esta familia murciana de músicos.

Para ellos, aquel casete era algo casi ''secreto'', ''una cosa muy familiar, como muy nuestra'', explica Álex. ''Él la ponía, o tocaba, cuando se lo pedíamos, pero no lo hacía muy a menudo... Ni lo hizo profesionalmente, claro'', relata su primogénito. Y es que Gabriel Hernández, a lo que realmente se dedicó, fue al psicoanálisis. ''Él no ha girado, ni tiene frustración con eso; sencillamente se dedicó al psicoanálisis'', apunta Juárez. La música, para él -siempre en palabras de su hijo- era algo muy personal, ''no sé si por respeto o por timidez'', señala Álex, por lo que nunca se decidió a subir sus canciones a un escenario; nunca, a excepción de aquel día de mayo del '82, claro.

''Cuando estaba en la universidad, decidió dar un pequeño concierto para clausurar unas jornadas. Sus amigos metieron un magnetofón y grabaron con cinta parte de la actuación. Son como ocho canciones, y esa cinta es la que ha estado siempre por casa dando tumbos'', explica Juárez, para quien, durante años, aquello no salía de lo 'cotidiano'. ''Para nosotros era algo normal, pero al ponérsela a algunos amigos nos decían cosas del tipo: '¿Pero cómo canta así?', '¿Pero esto qué es? ¡Qué pasada!'', continúa Álex, que reconoce que fue a partir de ahí y de compararlo con los grandes artistas de la Nueva Canción cuando supieron qué era aquello que tenían entre las manos: ''Lo pusimos más en valor en su contexto (Silvio Rodríguez, Pablo Guerrero...), y pensamos que sería guay editarlo y que lo escuchase quien quisiera''.

Así, Álex y Víctor 'arrastraron' a su padre -receloso en todo momento- y se pusieron manos a la obra: ''Primero voz, luego guitarra...''. El resultado, no obstante, no fue el esperado; y no porque algo hubiera fallado durante las tomas. ''Claridad de estudio, todo muy limpio, pero no eran las canciones y el sonido que habíamos escuchado en casa'', apunta Juárez.

Dejarse hacer

Hoy, aquella cinta, bajo el título Mayo del 82 y -como se ha adelantado en las primeras líneas de este texto- con el audio original, ya puede escucharse en Spotify. Pero esta historia íntima, sacada a luz por el orgullo de dos hijos, no termina aquí. La resurrección musical -o, más bien, su descubrimiento fuera de los límites de la casa familiar, en Librilla- no podía ser completa sin un bolo; un concierto con el que saldar una 'deuda' con sus seres queridos. ''Para que te hagas una idea, sus amigos no le han visto nunca tocar'', apunta Juárez, que insiste en que hace más de treinta años que su padre no se sube a un escenario.

Afortunadamente, el calendario ya ha iniciado la cuenta atrás. Y es que el próximo 17 de marzo, en la sala pequeña del Teatro Circo de Murcia, Gabriel Hernández volverá a coger su guitarra; aunque, claro, no lo hará solo. ''La idea tampoco es cambiar mucho los temas. Queremos mantener la pureza de la cinta: voz y guitarra suyas, y algunos temas vestirlos un poco con una segunda guitarra para que no esté tan solo en el escenario'', explica Álex, que, como su hermano, estará ese día en el TCM para vivir junto a su padre -y desde las tablas- una velada que, sin duda, grabarán a fuego en su memoria. ''Para nosotros es la cosa más especial que nos hayamos planteado nunca. Yo lo pienso y será superemocionante. Son canciones con las que hemos crecido, y tocarlas con él será la hostia'', reconoce el mayor de los hermanos.

Y no ha sido fácil para ellos convencerle. ''Él se va animando, sobre todo, a través de nosotros. 'En qué jaleo me estáis metiendo...', nos dice siempre'', cuenta Álex esbozando una tímida risa. ''Le vamos engañando: 'Va, que van a venir tus cincuenta amigos y poco más', y poco a poco hemos conseguido convencerle. Para él fue un poco como dejarse hacer, y viendo que sus hijos están con la música tan a tope... Creo que él nos ve como su legado; somos su legado y él se ha dejado en nuestras manos'', explica. Tanto que ya está preparando el set y, tal y como desvela Juárez, la idea es que toque el disco y otro buen puñado de canciones que quedaron en el tintero: ''Tiene como para dos o tres discos, y no compone desde entonces....''.

Sin embargo, todo esto ha servido, además de ''para poner un broche a la historia cíclica de la música en la familia'', para que ambos, tanto Víctor como Álex, interioricen algo que, sin Gabriel pretenderlo, de alguna manera han sabido desde siempre: ''La lección que me deja mi padre es que no es necesario seguir una carrera, que lo importante es la canción en sí misma, que no porque no lo estés girando deja de ser buen material'', concluye Juárez. Y, por si algún lector necesita un ejemplo de lo que dice, que apunte: Gabriel Hernández - Mayo del 82 (2018), una cajita de emociones que, sin ninguna pretensión, ha acabado saliendo a la superficie a base de erizar la piel de unos pocos privilegiados.