Tras el éxito de La media luna y las estrellas, la autora donostiarra ha publicado un segundo disco-libro, La media luna se va de viaje (Alba Editorial). Compuesto por cuatro relatos y nueve canciones, y con ilustraciones de Eva Vázquez Abraham, Susu invita con él a los niños a recorrer el mundo con la fantasía y a descubrir que, a pesar de la situación de crisis, todavía hay momentos mágicos.

Susu está encantada de volver a Murcia -«aquí di los primeros conciertos de mi carrera y el público siempre me acoge muy bien»- y, sobre todo, de presentar su nuevo disco para niños, La media luna se va de viaje. Será mañana en la Biblioteca Regional y en la FNAC, donde, como ya hizo con La media luna y las estrellas, ofrecerá un concierto para grandes y pequeños.

¿Ha crecido La media luna musicalmente al tiempo que lo han hecho sus hijos?

El primer trabajo, La media luna y las estrellas, era para niños más pequeños, este sería para niños de cuatro a diez años, que ya empiezan a leer y pueden leer los cuentos que se incluyen; el primero estaba más centrado en lo que yo sentía con la maternidad, pero mi hijo tiene ya diez años y en este quería hablar de las experiencias con ellos, de los viajes, porque a los dos les encanta viajar, pero también de valores que en esta sociedad fallan un poco. No quiero hacer moralejas, pero sí enseñarles ciertos valores que se están perdiendo.

La media luna se va de viaje quiere aportar algo de positivismo y esperanza, pero muchos le dirán que no está la situación para soñar, ¿no?

Sí que parece difícil, pero a lo largo de la historia se ha pasado por épocas buenas y malos momentos; ahora estamos pasando un bache muy gordo y muy largo, pero nuestros niños tienen derecho a tener esperanza y a creer que van a hacer cosas en el futuro; es cierto que existe la crisis, pero también hay que aportar espacios donde se sueñe y se sepa que se puede cambiar el mundo, aunque sea a un nivel muy pequeño.

Soñando sin olvidar la realidad; sus canciones también hablan de la actualidad...

Evidentemente no se puede meter a los niños en un mundo de mentira, pero hasta en esta época tan dura se viven momentos mágicos. Tengo una amiga que hace muy poco ayudó a un desconocido que pedía dinero en la calle a encontrar un empleo, existe esa opción de ayudar y la crisis nos está enseñando que puede haber gestos preciosos como ese.

¿Aprenderemos entonces algo de esta crisis?

Es lo bonito de este momento, habrá personas que lo vean de otra forma y quieran volver al capitalismo despiadado, pero, en general, estamos aprendiendo a ser más humildes, a compartir y a ver que con ilusión se sacan proyectos y sale la parte creativa de la gente. Lo que no puede hacer alguien es quedarse parado y deprimido, porque hay que salir y se puede.

Ha comentado en alguna ocasión que los recortes en Educación afectarán a la enseñanza. ¿Le da miedo cómo será el futuro de sus hijos, de nuestra infancia?

Claro que me da miedo, pero la historia nos ha enseñado que hay altibajos constantes y, al viajar a la India y África, donde los niños piden hasta un vaso de agua, te cambia la perspectiva. Como madre me da miedo, y a todos creo que nos preocupa el futuro de nuestros hijos, pero yo quiero que ellos aprendan a compartir, a sentirse parte de un todo, a que si malgastan agua, por ejemplo, alguien no podrá beber en alguna parte del mundo. Y eso es lo que intento transmitir a través de mis canciones.

Dice que estos dos discos sirven de puente entre los adultos y los niños. ¿Cómo invitaría a los padres estresados a cruzar ese puente?

Hay que pasar tiempo con los niños, pero real, hay que escucharles. Creo que cuando los niños no son escuchados se desarrollan intelectualmente peor; tienes que interesarte por lo que dicen y creer en lo que dicen, porque de mayores serán personas con valor para decir muchas cosas. Ahora la gente está saliendo más a la calle, pero hay niños que ni en el colegio se atreven a decir lo que piensan. Por eso escucharles ahora les hará valientes en el futuro.

La media luna se va de viaje está destinado, como dicen en Alba, a niños de 0 a 100 años. ¿Hay alguna receta para no perder nuestra infancia?

Dentro de la persona siempre convive el niño, el adulto y el anciano y, para que uno esté bien, los tres tienen que estar en armonía. Si no, nos convertimos en bloques, sentimos pena o rabia porque no nos comunicamos con nuestra infancia, por ejemplo, y tenemos ahí algo sin resolver.

¿Esta teoría son enseñanzas de los pensamientos orientales?

Sí, aquí no se pone tanto en práctica. Hay políticos que viven en otro mundo, no se enteran de nada y son muy fríos, seguro que si ahondas en su niñez encuentras mucha amargura. Lo he aprendido del yoga, pero también de las asignaturas de psicología de la carrera de Filosofía y del máster de musicoterapia; siempre se insiste en la importancia de la armonía, de cuidar la salud mental.

¿Y sentaría a algún político en el diván del psicólogo?

¡A todos! Hasta a las mujeres... yo tenía esperanza en ellas, aunque sean muy pocas las que ocupan altos cargos, pero las que hay las ves tan frías, tomando decisiones tan duras cuando ellas ni siquiera se bajan el sueldo... Sí, yo mandaría a todos a un psicólogo.