Educación

La capacidad crítica de los niños de la Región no termina de estar a la altura

Alumnos menores de 12 años de la Región han presentado niveles bajos a la hora de cuestionarse problemas sociales y plantear soluciones, frente a un mundo digital que está lleno de información

Dos alumnas de un colegio de Murcia realizan una actividad con una tableta digital.

Dos alumnas de un colegio de Murcia realizan una actividad con una tableta digital. / JUAN CARLOS CAVAL

Alberto Sánchez

Alberto Sánchez

Sometidos a una gran cantidad de información, que reciben a través de múltiples plataformas digitales y que consumen mediante diferentes formas de lectura, los niños que estudian en la Educación Primaria no logran tener una capacidad crítica acorde con las necesidades actuales. Las consecuencias de ello derivan en un insuficiente razonamiento que permita interpretar y plantear soluciones ante problemas sociales que hoy en día generan una gran cantidad de debates.

El resultado de un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia refleja que los niveles críticos mostrados por más de 600 niños de 9 a 12 años de varios colegios de la Región que participaron en la investigación son, en general, «bajos». La preocupación de esta conclusión es que estos menores quedan, en cierto modo, desprotegidos ante una abundancia de información que encuentran en las redes sociales, la cual no terminan de ser capaces de desgranar y aportar un punto de vista propio. Lo que persigue esta competencia es que el pequeño tenga mayor autonomía.

«A partir de los 8 años los niños tienen conciencia gramatical, que implica a su vez que pueden reflexionar ya. Están en condiciones de poder razonar», explica el profesor del departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la UMU, Eduardo Encabo, quien ha participado en el estudio. «Todo depende del entorno en el que se mueva el alumno. Influye cómo estudia en la escuela y cómo es su familia. Si no lo han desarrollado antes, cuando llegan a la ESO pueden aprender a ejecutarlo, pero si se mantiene un nivel continuista donde no se le exige esa capacidad crítica, no le afectará tanto», precisa.

Aladdin y Pinocho

Los investigadores plantearon dos imágenes a los alumnos: en una se ve a Pinocho sujetando un móvil con su nariz extendida mientras se hace un selfie con Gepetto; en la segunda aparece Jasmine aspirando el suelo de un salón mientras Aladdin y el Genio juegan sentados a una videoconsola. En estas imágenes aparecen vertientes tan diferentes como polémicas actualmente como el uso de la tecnología o el reparto desigual de las tareas domésticas entre hombres y mujeres.

«Ellos describían las imágenes», explica Encabo, «la mayoría creaba una narrativa donde no se planteaba un problema ni una solución. Este resultado es menos deseable». En un segundo tipo de respuesta, el alumno sí cita el problema, es decir, el tema social que se quiere plantear, pero no reflexionan más allá. Sólo el 13,4% respondió con un nivel crítico alto.

De la teoría a la práctica

«El pensamiento crítico no es una panacea que te permita avanzar en los niveles educativos, te permite saber qué estás tratando». El problema para este profesor de la UMU está en que la teoría educativa, es decir, las leyes que, como la Lomloe, recogen la necesidad de desarrollar el pensamiento crítico en los niños, sí contemplan desde hace años inculcar esta competencia en los pequeños.

«Pero de la teoría a la práctica hay un trecho», indica, «todos tienen que colaborar». Opina que hay que estimular más a los niños desde las clases y ampliar sus perspectivas relacionando un texto con otros, planteando cuestiones de la vida cotidiana para «no restringir el pensamiento de los niños».

Preparar a los estudiantes para una sociedad exigente

El estudio de la Universidad de Murcia, que deriva de los resultados de una tesis doctoral realizada por el profesor Domingo Albarracín, resalta que se debe impulsar desde Primaria la reflexión sobre cualquier contenido y plantear una visión crítica sobre el mismo, «imprescindible en una sociedad que exige el cuestionamiento profundo de la mayor parte de la información que se recibe». 

Los investigadores plantean que «las consecuencias de las carencias encontradas en la capacidad crítica de los estudiantes, junto con el manejo de grandes cantidades de información, obligan a plantearse las nuevas alfabetizaciones que requieren los sistemas educativos actuales, ya que han de integrar las necesidades que implica una sociedad caracterizada por la facilidad para producir y consumir contenidos». 

Todo ello con el objetivo de preparar a los estudiantes para que se desenvuelvan de «forma óptima en las posibilidades y riesgos que plantea la sociedad de la información y la comunicación».