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Joaquín Sánchez, el cura murciano que lucha contra las injusticias

Sacerdote y activista de la PAH

Joaquín Sánchez, el cura murciano que lucha contra las injusticiasJuan Carlos Caval

En su imagen de WhatsApp aparece una frase del clérigo y pacifista sudafricano Desmond Tutu, Nobel de la Paz en 1984: «Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor». Toda una declaración de intenciones. El sacerdote Joaquín Sánchez (1962) es ya todo un referente y emblema de solidaridad en la Región de Murcia por su lucha incansable en el activismo por causas sociales y humanitarias.

Capellán de la cárcel de Sangonera la Verde, también acompaña y atiende a los usuarios de los centros psiquiátricos de El Palmar y de las residencias de mayores del Imas. Presume de ser consiliario de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), así como miembro de la plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de la Región y de la Plataforma Prosoterramiento de Murcia, entre otras.

«Como sacerdote intento ser fiel al mensaje de Jesús, un mensaje que intenta llevar la buena noticia a los empobrecidos, que busca construir un mundo lleno de paz, llenar el corazón de bondad y buscar la libertad y la justicia. Siempre hay que estar al lado de los más vulnerables, los más débiles y los más indefensos. A lo largo de mi vida sacerdotal he intentado ser fiel a esa misión. No lo puedo entender de otra manera», explica.

El luchar por mejorar la vida de la gente siempre ha estado en su vida desde pequeño, dice. Ya a los catorce años en Moratalla, lugar donde se crio, estuvo involucrado en la Asociación de Jóvenes para luchar por conseguir un instituto para el pueblo.

Desde luego, lo suyo no es dar la espalda a las situaciones injustas. Y si no, que se lo digan a todas las familias que han sufrido un desahucio en distintos puntos de la geografía murciana: ahí ha estado él para tratar de impedirlo. «La primera vez que fui a tratar de parar un desahucio fue en Alguazas. Me dijeron que podía ir la Guardia Civil ya la comisión judicial. Ahí me asusté porque jamás había hecho nada así, pero dije: ‘Hay que estar ahí’».

«Como siempre ha sido una labor llena de humanidad creo que ha sido muy comprendida muchas veces, y eso me ha salvado de tener más problemas con la Justicia. He tenido unos cinco juicios por ocupación de bancos, ya que íbamos a negociar para que las familias se liberaran de las deudas y de los impagos con el objetivo de que no los echasen a la calle», añade.

Alguna vez ha habido gente que se ha salido en mitad de mi homilía por lo que decía, pero lo que no podemos es mentir ni disfrazar el Evangelio

Lo más gratificante, dice, es cuando logran parar un desahucio y la familia les muestra su agradecimiento: «Ellos te miran, te abrazan, se acurrucan en ti, empiezan a llorar y balbucean como pueden para darte las gracias». Precisamente esta semana en Ceutí se lograba parar, en los juzgados, un desahucio en los que había dos menores: «Me llamó la madre muy emocionada y agradecida por ayudarles. Lo que yo les digo siempre a las familias antes del desahucio es que no sabemos qué les va a pasar, pero sí que les aseguramos que nosotros, la PAH, vamos a estar ahí a su lado en todo momento». También, añade, le han parado más de una vez por la calle distintos usuarios que han pasado por el penal para recordarle que su figura fue vital ha sido vital para poder reconducir su vida.

Pero estos actos no han sido vistos con buenos ojos en muchas ocasiones por parte de la jerarquía eclesiástica murciana. «El sentimiento que he tenido ha sido de mucha incomprensión y soledad. Hay una frase que me dijo hace años un importante cargo de la Diócesis que no entendí: ‘Considero que fue una equivocación ordenarte cura, tú habrías sido un buen trabajador social’. Esas palabras tenían mucha maldad», lamenta.

Cuenta que en muchas ocasiones le han llegado a señalar como un ‘cura rojo’. «No sé si seré un cura rojo, azul, verde o amarillo, pero lo que tengo claro es que voy a estar con la gente que lo necesite y que está sufriendo. Muchas veces nos apegamos al poder, somos cómplices con el poder y, a veces, el poder nos compra. Alguna vez ha habido gente que se ha salido en mitad de mi homilía por lo que estaba diciendo, pero lo que no podemos es mentir ni disfrazar el Evangelio. Sería traicionar nuestra fe en nuestro Dios y en el ser humano».

Lo que jamás se le va a poder echar en cara a este cura murciano es que se ponga de perfil y sea ajeno a la situación que vive nuestro mundo. Lo leemos prácticamente a diario en estas páginas con sus ‘Chispazos’, en los que da su libre opinión de todo lo que acontece en nuestro día a día, denunciando las injusticias que a diario se suceden en esta sociedad.

Pero de las experiencias más duras que le han tocado vivir están, sin duda, sus viajes hasta los campos de refugiados de Moria y Ritsona (Grecia) o Lampedusa (Italia). «El que cuestiona que se ayude a la gente de fuera normalmente tampoco ayuda a la gente de dentro. Cuando le ponemos fronteras a la solidaridad es porque al final no lo somos», defiende. Aquello fue una experiencia «impactante» y que le ha costado superar: «Era gente acogedora, hospitalaria, que te contaban sus historias, terribles y trágicas, de por qué habían huido de la guerra de Siria».

«Yo no hablo de personas refugiadas, sino de amigos y amigas. Hemos compartido mucho y todos ellos están dentro de nuestros corazones. La última noche nos costaba despedirnos de ellos y nos decían ‘por favor, no nos olvidéis’. Nosotros les decíamos que no podíamos olvidarlos porque les queríamos mucho», cuenta con la voz entrecortada por la emoción.

Joaquín explica que ahora mismo siente «un dolor profundo» de ver cómo estas personas están «encerradas en cárceles con muros levantados, controles para entrar o salir y sin oenegés que les ayuden». Ante esto, anuncia que este verano volverá a Moria para estar al lado de los refugiados: «Encontrarse con nosotros es para ellos como recuperar la vida y la esperanza».

Saludo entre Joaquín Sánchez y el papá Francisco, en 2014.

El «punto de inflexión» con el papa Francisco

Hubo un momento en que Joaquín pensaba tirar la toalla y abandonar su misión sacerdotal en la Iglesia ante «el sentimiento de incomprensión y la soledad» que venía sufriendo. Pero entonces emergió la figura del papa Francisco «como punto de inflexión» para no abandonar su lucha. «Su pontificado fue una bendición porque en ese momento lo estaba pasando mal. Con sus palabras reafirmaba muchas posturas y pensamientos que yo tenía», explica el cura murciano.

En octubre de 2014 tuvo la suerte de poder encontrarse cara a cara con el Santo Padre en el Vaticano. Y ahí se presentó Joaquín con su camiseta verde de ‘Stop desahucios’ ante Francisco, quien le alentó para que siguiese de por vida con ese espíritu de lucha. «De la foto que nos hicimos dándonos la mano me dijeron que hiciese una copia, me la metiese en el bolsillo y cuando tuviese algún problema o me dijesen algo, la enseñase», dice entre risas. Y es que ese respaldo de Francisco no terminó de sentar bien entre algunos altos cargos de la Diócesis...

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