Medio ambiente

Una caracolilla invasora a la conquista del Mar Menor

Un molusco llegado del mar Rojo ha logrado aumentar su población en la laguna en pocos años con el temor de que pueda desplazar a otras especies

Decenas de ejemplares de la caracolilla, pegados a un residuos en el Mar Menor.  | JAVIER MURCIA (CANAL MAR MENOR)

Decenas de ejemplares de la caracolilla, pegados a un residuos en el Mar Menor. | JAVIER MURCIA (CANAL MAR MENOR) / alberto sánchez

Alberto Sánchez

Alberto Sánchez

Los fondos del Mar Menor son una extensísima comunidad de vecinos donde conviven tanto especies autóctonas que llevan residiendo en la laguna desde tiempos inmemoriales como animales que llegan impulsados por la mano del hombre. La caracola ‘cerithium scabridum’, un molusco gasterópodo de pequeño tamaño, es una de estas especies que ha atravesado dos mares hasta llegar a la laguna salada, ha logrado adaptarse a las peculiares condiciones de este ecosistema marino y ha terminado por consolidarse como una especie muy reproductiva. Tanto es así que, desde las primeras citas en 2017 hasta ahora, la población ha pasado de hallarse en pequeñas proporciones e incluso individuos muertos a contarse por millones.

Y como muchas especies, su entrada en la laguna tiene su origen en el ensanche y dragado del canal del Estacio, que provocó la bajada de la salinidad hasta llegar a niveles parecidos al del Mediterráneo. Esta vía de acceso ha facilitado durante las últimas décadas la llegada de animales marinos del Mediterráneo o de puntos más lejanos como el océano Atlántico o el mar Rojo.

Es precisamente desde este mar de donde procede nuestra caracolilla invasora, como la define Isabel Rubio, profesora catedrática de instituto ya jubilada, activista ambiental y gran conocedora de los animales que habitan la laguna. Rubio detalla que la apertura del canal de Suez supuso otra vía de entrada fácil para muchas especies, incluso del océano Índico. A este factor se suma la construcción de la presa de Asuán en el río Nilo, que favoreció un cambio en los parámetros físico-químicos del Mediterráneo por la menor llegada de agua dulce.

Los expertos señalan la «alta adaptabilidad» de la especie a la laguna y su capacidad reproductiva

Joaquín López Soriano, científico de la Universidad Autónoma de Barcelona y experto en moluscos, fue quien citó por primera vez la presencia de este animal en la laguna: «Las aguas cerradas del Mar Menor presentan alta salinidad y eutrofización, siendo de características muy distintas a las aguas abiertas» del Mediterráneo o el mar Rojo, «lo que confirma la alta adaptabilidad de esta especie». Soriano, en su publicación más reciente sobre este gasterópodo marino perteneciente a la familia de los cerítidos, señalaba que «a pesar del escaso tiempo transcurrido desde la detección de los primeros ejemplares, la consolidación de la población en Mar Menor es evidente».

La profesora Isabel Rubio sostiene un ejemplar de ‘cerithium scabridum’. | ISABEL RUBIO

La profesora Isabel Rubio sostiene un ejemplar de ‘cerithium scabridum’. | ISABEL RUBIO / alberto sánchez

Desplazar a otras especies

¿Y qué efectos negativos puede tener esta invasora? El investigador del departamento de Ecología e Hidrología de la Universidad de Murcia, Antonio García-Meseguer, apunta que, «en general, una especie alóctona puede desplazar a otras autóctonas. Cuando esto ocurre, con frecuencia la especie a la que desplaza es, como es normal, la más cercana por parentesco, ya que, en muchas ocasiones, explotan los mismos recursos».

Sin embargo, García insiste en que esta situación «debe estudiarse para saber si otros organismos pueden verse afectados y en qué grado». El biólogo ha estudiado la presencia de otros moluscos en el Mar Menor como la ‘pinctada radiata’, un invasor que pudo haber entrado en la laguna pegada al casco de alguna embarcación. La nacra, por ejemplo, es considerada una especie alóctona que entró por el Estacio tras su ensanche.

De la presencia de esta caracolilla en el Mar Menor también ha dado cuenta el fotógrafo Javier Murcia, encontrando importantes densidades de población en algunos puntos de la laguna que ha podido inmortalizar en varias imágenes.

Estos animales «no siempre se quedan para siempre»

El mundo de las especies invasoras en el Mar Menor es cambiante. Algunas han llegado para quedarse, como el cangrejo azul, que ha ocasionado un grave daño sobre otros animales autóctonos de la laguna. La profesora Isabel Rubio señala que estos animales alóctonos «no siempre se quedan para siempre». Rubio ha visto una mantaraya en las salinas aguas del Mar Menor, incluso pulpos, animales que no deberían estar pero están. «Sigo con preocupación a la medusa manchada australiana, que ha tenido una población muy grande este verano. Sin embargo, la medusa ‘huevo frito’ no ha tenido tanta presencia. Estas especies «se pueden adaptar fácilmente», y luego hay otras como el caballito de mar que, tristemente, tiende a su desaparición total.

Puntitos negros

La concha del ‘cerithium scabridum’ es delgada y terminada en punta, describe Isabel Rubio, con unas marcas negras que la «diferencian claramente de la de su pariente ‘cerithium vulgatum, especie nativa del Mediterráneo que se encuentra también en el Mar Menor». La profesora comenta hallazgos curiosos de esta especie este mismo mes de enero, cuando centenares de ejemplares de la caracola se acumulaban bajo el club náutico de Los Alcázares. «Me sorprendió la gran cantidad que había en tan poco espacio».

López Soriano confirma en sus investigaciones que este animal es muy activo a nivel reproductivo, «lo que sugiere un estatus a la especie como invasora». No obstante, subraya que se desconoce el efecto que ha podido tener sobre la población del Mar Menor los episodios de mortalidad por las anoxias registradas.