«Nos brindaba con su ‘sabiduría’ y con el conocimiento que solo tenía él sobre las mujeres, artes marciales, fisionomía, astrología, bolsa y economía, terapias naturales o magia». Carlos (nombre ficticio) no quiere revelar su identidad por miedo a ser reconocido públicamente. Este murciano de 34 años ha formado parte de una secta durante más de diez años. El gurú que lo persuadió contaba con un herbolario cedido una vez a la semana para realizar sus distintas sesiones hasta que varios miembros se fueron a vivir con él a la misma casa: «Todos trabajábamos y pagábamos los gastos, menos él, que hacía sus ‘cosas importantes’ en el ordenador».

Este murciano, que ha logrado salir de este círculo con el apoyo de sus seres queridos, relata a La Opinión que el gurú «se atrevió a decir que sabía magia, pero no nos enseñó porque nuestra mente se fracturaría al no estar preparados para presenciar ese poder». En doce años de convivencia, dice, «no vimos ninguna prueba fehaciente de que realmente supiese hacer algo de eso».

Por último, admite que le han quedado «secuelas económicas»: está en una lista de morosos porque el supuesto gurú le dijo que pidiese un préstamo para montar una empresa: «Es mucho dinero el que debo al banco y no puedo pagarlo de momento», lamenta.