Los psicólogos son conscientes del aumento de problemas de salud mental en los últimos años y demandan más profesionales para atender a la población joven, el grupo que más está sufriendo los efectos de la pandemia.

¿Ha pasado factura el confinamiento y la pandemia a la salud mental de los más jóvenes?

A lo largo de los últimos años y en especial desde el inicio de la pandemia por Covid-19, la salud mental de los niños y adolescentes se ha deteriorado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente el 20 % de los niños y adolescentes del mundo tiene trastornos mentales. Los jóvenes se encuentran entre los grupos más afectados por el impacto psicológico de la pandemia; han tenido que sobrellevar el aislamiento durante un periodo vital en el que las relaciones sociales y el grupo de iguales ocupan un lugar esencial para el desarrollo de su identidad personal. Sus vidas son un tránsito entre la euforia y el abismo, su lema ‘vive el momento’.

En los informes aparece un aumento de suicidios y tentativas en los últimos años. ¿qué está detrás de esta situación?

Hay que ser prudentes para interpretar una conducta que admite muchas explicaciones y ninguna. La pubertad es un momento vital en que cada joven tienen que cambiar de los progenitores a una nueva pareja, amigos, y para ello no tienen manual de uso. Los adolescentes viven desde hace tiempo en la realidad digital, las redes sociales y los juegos on line son mucho más que un juego, suponen para ellos un lugar donde hacerse una reputación, y donde encontrar amigos, pareja, aprender, inventar y colaborar y van a buscar respuestas a muchos interrogantes, eso les lleva a miles de páginas y foros sobre porno, autolesiones, suicidio o conductas alimentarias.

¿A qué señales hay que estar atento?

Si evita siempre responder cuando le preguntas cómo está, cuando antes siempre respondía y tiende a aislarse en su habitación y corta con las relaciones sociales. Si no quiere hacer cosas que antes le gustaba hacer, si se hace cortes o duerme de día, si se queja de insomnio y lo vemos desvitalizado, desconectado de todo y de todos. Debemos fijarnos en la manera en que el adolescente habla, si habla de la muerte o del suicidio.

¿Cómo debemos actuar ante estos casos?

La mejor herramienta es la conversación, transmitir nuestra disponibilidad y la de las personas de referencia. Es fundamental hacernos interlocutores, escuchar. Y valorar el riesgo para derivar a un profesional de la psicología o si el riesgo es inminente acompañarlo a urgencias.