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Cerdos en una explotación porcina de Lorca. | SOLETE SLOW PHOTO

Medio Ambiente

Temor al cierre de granjas de cerdo en Murcia si no hay una reducción de las emisiones y un mayor control de los purines

El sector ganadero afronta una reconversión profunda de sus instalaciones para minimizar los gases contaminantes y mejorar el control del estiércol, algo a lo que tendrán que hacer frente antes de 2023

El sector ganadero, en concreto el del porcino, afronta en la Región de Murcia una profunda reconversión apremiada por las exigencias de la Unión Europea para reducir las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera y mejorar el control de los purines o excrementos de los animales. La normativa española que regula las explotaciones ganaderas de porcino se modificó en 2020 para dar respuesta a esas reducciones que marcaba Bruselas aunque dejó una serie de plazos para que las granjas se adaptaran.

Esos plazos se van terminando y muchas explotaciones tienen la vista puesta en 2023. Antes de que transcurran diez meses las granjas de cerdos en la Región deberán modificar sus instalaciones o formas de alimentación del ganado para reducir las emisiones de amoniaco y controlar los purines. «La presión es altísima», reconoce Ángel Faz, director del grupo de Gestión, Aprovechamiento y Recuperación de Suelos y Agua de la Universidad Politécnica de Cartagena.

El vaciado al menos dos veces por semana de las fosas donde se acumula el estiércol para reducir un 30% las emisiones de amoniaco o la colocación de cubiertas sobre las balsas para evitar el escape de esos gases contaminantes son dos de las medidas técnicas que podrán escoger los ganaderos, a lo que se suma un cambio en la alimentación como incluir menos proteína bruta en el pienso, destaca el investigador. En las nuevas instalaciones que se vayan levantando, las balsas de purines deberán reducir un 80% las emisiones con respecto al almacenaje de excrementos si no tuvieran cubierta.

Carlos Esparcia, secretario de ganadería de UPA Murcia, señala que con el avance hecho en los últimos años se han acometido pasos importantes, pero las técnicas aplicadas «no son suficientemente eficientes para alcanzar el objetivo que se ha marcado, por eso hay que ir más allá». Entre otras cuestiones, las explotaciones deberán tratar mejor el purín, separando lo sólido de lo líquido para eliminar la posibilidad de que se infiltre en el terreno y contamine tanto el suelo como los acuíferos.

Si las balsas de excrementos, por ejemplo, se encuentran fuera del vallado de la explotación, los propietarios deben aportar una serie de datos detallados como los sistemas para detectar fugas, las conducciones a los fosos o el sistema de impermeabilización.

"Si no logran reducir emisiones, muchas tendrán que cerrar

«Daños colaterales»

Según datos de 2020 del Registro Estatal de Fuentes y Emisiones Contaminantes, las 94 explotaciones ganaderas inscritas con más de 2.000 cabezas de cerdo en la Región emiten a la atmósfera casi 4.900 toneladas de sustancias contaminantes, metano y amoniaco las que más.

La actividad ganadera del porcino en la Región es la segunda que más amoniaco emite a la atmósfera tras Cataluña, un punto caliente en la geografía nacional que hay que atajar ya. De no hacerse, la normativa marca que las explotaciones deberán eliminar parte de la cabaña ganadera para reducir a su vez las emisiones, pero el investigador de la UPCT teme algo peor: «Si no logran reducir emisiones, muchas tendrán que cerrar».

A este punto, Esparcia añade que habrá «daños colaterales» por la falta de rentabilidad de algunas empresas y la ausencia de relevo generacional, algo que imposibilitaría una inversión fuerte sin apoyo económico. «La línea de financiación de los fondos europeos de recuperación que ha destinado el Ministerio para estas actuaciones son insuficientes y esperemos que se complementen con ayudas del Gobierno regional», remarca el responsable de Ganadería de UPA.

A este problema se suma que muchas de las modificaciones que se hagan en las explotaciones deben ser comunicadas y aprobadas por la Consejería de Ganadería de Murcia, que se enfrenta a un atasco administrativo importante precisamente para dar salida a las adaptaciones de las autorizaciones ambientales integradas que tienen las granjas. Por otro lado, el nuevo sistema nacional que pretende contabilizar las emisiones nocivas y qué técnicas ha aplicado cada ganadero aún no está disponible, algo por lo que protesta el sector.

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