Diego Corbalán, alias ‘Magius’, todavía no se explica cómo el jurado del Ministerio de Cultura y Deporte acabó decantándose por Primavera para Madrid (Ausaider, 2021) como ganador del Premio Nacional del Cómic. «Es una obra bastante corrosiva con las instituciones, con los políticos, los grandes empresarios y algunos periodistas», subraya el historietista murciano, del que en el fallo se destaca –además de su «calidad formal y técnica»– su «honestidad» y la «valentía» de su propuesta argumental; nada nuevo bajo el sol, por otro lado, pues Magius lleva publicando –aunque sea de forma autoeditada– desde finales de los noventa, y siempre con esa retranca tan característica de su ingente producción.

Porque Primavera para Madrid habla «del poder y de cómo se accede a él», y también de cómo personas que parecen «intachables» abusan de su posición en beneficio propio: banqueros, grandes empresarios, un tesorero «de cierto partido político»..., incluso algún rey (emérito, para más señas). Pero pocas obras explican mejor a Magius –al menos por estas tierras– que Murcia (Entrecomics Comics, 2015): «Fue de lo primero que publiqué», recuerda el galardonado, que ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria en el terreno del fanzine. «Es una historia completamente ficticia –prosigue su autor– sobre una mafia murciana que ejecuta a gente en huertos de limoneros y que está infiltrada entre las cofradías de la Semana Santa».

Se trata, pues, de una obra que utiliza las costumbres y tradiciones de su ciudad para armar un relato surrealista y que no huye de la crítica social, por sibilina que ésta sea. «Soy consciente de que lo que yo hago no son las historias que la mayoría de los lectores habituales de cómic suelen leer... Más bien son obras dirigidas a gente a la que le pueda interesar la política, la historia, la religión, el sexo, la música, el folclore, la vida, la muerte, la violencia, etc. El problema es que (hipotéticamente) muchos de ellos tienen prejucios hacia este formato; prefieren leer literatura ‘seria’», se lamenta Diego Corbalán (Murcia, 1981), que señala que en España «sigue existiendo mucha ignorancia acerca de lo que es el cómic, mientras que en países como Francia se ve como todo un arte».

Por suerte, el jurado del Premio Nacional sí ha sabido valorar la personalidad artística de Magius, y en especial su capacidad para difuminar la línea que separa el mundo real del ficcional. «De todas formas, en Primavera para Madrid hay bastante menos de ficción que en mis trabajos anteriores», se apresura a matizar el dibujante, que en esta ocasión no ha tenido que tirar demasiado de inventiva: «La propia realidad puede ser muy irónica, y a veces incluso parece difícil de creer», añade Corbalán, que tiene entre sus protagonistas a personajes de por sí casi caricaturescos como ‘El Pequeño Nicolás’.

Aun así, ese horizonte difuso que dibuja cada vez que se sienta en su escrito es su principal seña de identidad: «Sí, lo interesante es que la gente que lea mis cómics se pregunte qué hay de realidad y qué de ficción».

Filosofía fanzinera

Magius, que comenzó a dibujar cómics con 12 años y creció con las Historietas alucinantes del pinatarense Pedro Vera que editó El Tío Saín, inició su carrera como editor de fanzines, y en concreto con DD/DT, de 1998. A este le siguió Black Methal en 2001 –que editó como recopilatorio en 2012– y , posteriormente, otros como Clásicos caninos y Hammon. Para los neófitos, él mismo lo define: «Un fanzine es como un magazine, pero autoeditado; es decir, que lo edita el propio autor y, por lo general, con muy poco dinero. Normalmente es una revista hecha con fotocopias, aunque ahora la impresión digital permite que vayan a todo color y con buen papel. Y tienen una tirada muy limitada: yo diría que de 200 ejemplares como mucho». Es, según Corbalán, como «el primer paso para todo autor de cómics, tanto si quieres ser comercial (y enseñar tus primeros trabajos a posibles editores) como si prefieres continuar por tu cuenta y seguir teniendo la máxima libertad».

Este último fue su caso: «Yo he estado como veinte años haciendo fanzines porque mi obra no encajaba con lo que parecía que demandaba la industria», explica. Y, de hecho, aunque su trabajo haya sido ahora reconocido a nivel nacional, asegura que vivir del cómic no es «nada fácil»: «Lo intento, y de momento voy tirando, aunque espero que este premio ayude», apunta el murciano, que adelanta que ya tiene dos historias en el horno: «Una sobre un futuro en el que Murcia se convierte en un país independiente, y, con el tiempo, en un imperio (como el romano). La otra es sobre el auge del fascismo y el neoliberalismo en España».

Más de códices que de cómics

Pese a ser el flamante nuevo ganador del Premio Nacional del Cómic, Diego Corbalán rehúye del término. «Es una palabra que no me gusta demasiado –señala ‘Magius’ en alusión a ‘cómic’–, principalmente porque no todos son cómicos. Yo a lo que hago los llamo ‘códices’, que es, así mismo, un libro o texto ilustrado». En cuanto a ‘novela gráfica’, en ocasiones utilizado por algunos para diferenciar los títulos serios o adultos del resto, el murciano considera que «no es nada más, ni nada menos, que un cómic extenso, autoconclusivo, o lo que viene a ser una novela en contraposición a un cuento, un relato corto o una historieta. Tiene más que ver con el formato que con el arte en sí». Sea como sea, él en toda esta marabunta de conceptos solo ve «una forma de poder vivir otras vidas muy diferentes a la mía, y recrearme en mundos y épocas ajenas».