El 15M removió por dentro a Sara Acuña, que pasó a convertirse en una activista contra el calentamiento global. Diez años después, la ahora coordinadora de Ecologistas en Acción visita Murcia para participar en la mesa redonda ‘¿Qué pueden hacer los jóvenes para frenar el cambio climático?.’ Y lo hace encantada con las más de 600.000 firmas presentadas para la ILP del Mar Menor, una campaña en la que ha participado activamente.

Se celebran pocos eventos como ‘El futuro de los jóvenes’.

Son pocas las ocasiones en las que nos permiten alzar la voz y estoy muy emocionada por poder trasladar algunas de las inquietudes e iniciativas en las que está trabajando gente que apenas alcanza los treinta años.

Durante muchos años eran ‘hippies’ o ‘perroflautas’, pero ahora se les escucha.

Apodos despectivos hay muchos, pero algunos me gustan, como ‘abrazaárboles’. Desde 2011, con el movimiento 15M, la juventud retomó las calles, hizo ruido y resurgió. En esta década se ha notado una efervescencia en las nuevas generaciones, con nuevas plataformas y personalidades como Greta Thunberg, que contagian. Ahora hay una corriente que promueve el consumo de productos locales, rechaza el envasado en plásticos, se está reduciendo la ingesta de carne y pescado... Así estamos cambiando el modelo de producción, de distribución y de consumo. Algunas personas creen que, como individuos, tenemos poca fuerza para generar cambios de escenario, pero somos las fichas que componen el sistema. Tenemos mucho más poder del que pensamos.

Pero estos cambios se producen poco a poco y estamos en una emergencia climática.

Para hacer cambios potentes, a la altura de este reto, tienen que entrar las administraciones, gobiernos y grandes multinacionales. Tienen en su mano el poder de determinar si nuestro futuro será una continuidad de lo que estamos viendo o un escenario de oportunidades. Está claro que hay ciertos lobbies que condicionan las leyes políticas que se están tomando. Desde Ecologistas en Acción creemos que hay falta de valentía para enfrentarse al capital, a quienes tienen el dinero, que es lo que mueve el mundo. Pero este sistema está caduco y caerá por su propio peso.

El Mar Menor, que conoce bien, es un ejemplo de ello.

He tenido el privilegio de hacer durante tres semanas una campaña exprés en el velero Diosa Maat, haciendo acciones reivindicativas para visibilizar la sopa verde, que es un ejemplo evidente del colapso ecosistémico que está por venir. No es definitivo, pero sí que es una pataleta ante el modelo de desarrollo agroindustrial que ha sobrepasado los límites de la naturaleza. Están por ver las consecuencias que vamos a padecer y lo que nos va a costar.

Precisamente, los ecologistas habéis levantado la voz ante el lobby agroindustrial.

Es que son el primer factor que ha determinado el colapso de la laguna. El Trasvase Tajo-Segura permitió pasar del modelo agrícola de secano al regadío intensivo, que contamina con nitratos y fosfatos. Este sistema provoca un desequilibrio que afecta a la naturaleza y tiene un impacto paisajístico, pero también daña a un sector económico importante, como es el turismo. Vemos todo esto, pero nadie pone aún las cartas sobre la mesa.

Pues es el panorama que se va a encontrar el martes. ¿Aterriza en territorio comanche?

Sí, en plena guerra de las competencias para adoptar medidas. Siguen diciendo que no tienen constancia de las miles de hectáreas de regadíos ilegales. Se ve que hay una gran falta de voluntad política. Si el interés no es económico, no entiendo cuál será.

Pero la gente sí pide actuar. Acaban de superarse las 600.000 firmas para la ILP.

Estamos muy contentos. El 7 de octubre vimos a más de 70.000 personas en las calles que tenían muy claro que querían recuperar todos los valores ambientales de la laguna. Fue un subidón. Ahora intentaremos que algún partido político haga suya la ILP para darle el impulso definitivo. Lagunas como la del Mar Menor forman ecosistemas singulares protegidos por la Unión Europea.

Ese subidón por el apoyo popular a veces no se traduce electoralmente.

Efectivamente, no se traduce en cambios políticos. Pero esperamos que la ciudadanía de Murcia vaya a las próximas elecciones con las ideas muy claras, sabiendo a quién va a votar y a quién no tiene que volver a votar nunca más si quieren ver algún día el Mar Menor recuperado.

«Somos las fichas que componen el sistema, tenemos mucho más poder del que pensamos»

Desde el Gobierno regional dicen que hay que abrir la gola de Marchamalo.

Eso propiciaría la entrada a un ecosistema singular de especies del Mediterráneo. Además, la salinidad y las propiedades del agua también son distintas. No es una solución, el Mar Menor no es una taza de váter en donde se pueda tirar de la cadena para limpiarlo.

La construcción descontrolada también ha terminado afectando.

Sus recursos se han visto muy mermados por urbanizaciones que se han levantado en lo que antes eran humedales. El urbanismo ha sido utilizado en muchas ocasiones como un ataque frontal a la biodiversidad. Los ecosistemas que se cargaron en el Mar Menor actuaban como filtro para esos aportes de agricultura (fertilizantes) que ahora van a parar a la laguna. Eso ahora son segundas residencias. Está perdido. Pero hay que estar atentos, porque los intereses económicos en cuanto al turismo globalizado siguen estando presentes.

A grandes rasgos, ¿cómo recuperar la laguna de nuestros padres?

Primero hay que dejar claro que, igual que el colapso no se ha producido de un día para otro, la recuperación tampoco será rápida por muchas medidas drásticas que se implementen mañana mismo. Dicho esto, hay que volver a rediseñar el modelo agrícola y volver atrás. Coger todo el regadío intensivo y pasarlo al secano tradicional. Quedan espacios naturales que podrían volver a convertirse en humedales para captar los nutrientes y frenar los aportes. Por supuesto, dejar las golas como están para no alterar sus propias propiedades.

¿Van a continuar con la campaña de sensibilización?

No paramos. La Federación Murciana de Ecologistas está a tope y desde que se creó la plataforma SOS Mar Menor hemos llegado más lejos y se nos están sumando muchas energías y fuerzas.

«El Trasvase Tajo-Segura se tiene que ir cerrando para el regadío»

Que en Ecologistas en Acción no son amigos de los trasvases no es ninguna sorpresa, pero abogan por un cierre inmediato del Tajo-Segura. La coordinadora de la organización, Sara Acuña, reconoce que «el tema del agua es complicado porque no todos los recursos hídricos que vienen del Trasvase a la Región de Murcia se usan para la agricultura, sino que en parte son destinados para el consumo humano», explica.

No obstante, reclaman a las administraciones una reflexión más profunda sobre el futuro de este tipo de infraestructuras. «Más que se cierre, lo que se pide es que se haga un uso consecuente y consciente de ese agua», señala Acuña. 

En este sentido, aunque no haya que cortar el grifo, sí que considera que el Trasvase TajoSegura «se tiene que ir cerrando, al menos, para el regadío», más aún con las perspectivas de cambio climático para la zona.