La recuperación del patrimonio histórico es uno de los retos más acuciantes a los que se enfrenta la sociedad, en un momento que puede ser trascendental para, por un lado, atraer visitantes y mejorar el atractivo turístico de los distintos enclaves de la Región, y por otro, dar un paso más allá en la recuperación de nuestra memoria e influir en el desarrollo de las ciudades y de las comarcas más despobladas.

En esa línea, la ex directora general de Bienes Culturales, María Comas, tiene claro que el sector turístico se vería beneficiado claramente de una mayor apuesta por el Patrimonio: «En Cartagena es así desde que la arqueología y su puesta en valor tomó el centro histórico». En la ciudad trimilenaria precisamente trabaja Miguel San Nicolás, ex jefe del servicio de Patrimonio Histórico y actual director de la Fundación Ars Civils. Su objetivo, asegura, es llevar a Cartagena a convertirse en Patrimonio Mundial y para ello tomó como ejemplo lo que se está haciendo en otros lugares de España : «En algunas autonomías, como la aragonesa, están apostando por un Plan Nacional de recuperación de la España Vaciada a partir de la valoración de su patrimonio cultural, puesto que un 80% de estos recursos se encuentran en zona rural». Por tanto, esta línea de trabajo sería fundamental para aquellos lugares de la Región más despoblados y que también cuentan con una importante historia a sus espaldas.

Desde Jumilla, el arqueólogo municipal del Ayuntamiento, Emiliano Hernández, defiende que «apostar por nuestro rico patrimonio puede ser el eje dinamizador y el motor económico de esa Murcia vaciada» y pone, junto a Cartagena, el ejemplo de las ciudades de Toledo y Cáceres. Ramón Montes, coordinador del Itinerario Cultural del Consejo de Europa, va aún más allá: «Poner en valor nuestro patrimonio conllevaría, no solo una recuperación económica para la zona, sino que se sumaría sin duda una recuperación poblacional».

Por su parte, el profesor titular de prehistoria de la Universidad de Murcia, Joaquín Lomba, asegura que «recuperar nuestro patrimonio nos hace mejores» y cree que «recuperar nuestro pasado es una llamada de atención a lo que fuimos y de lo que realmente seguimos siendo; es una llamada a lo auténtico, a los orígenes, y eso solo se puede encontrar en la España vaciada».

Pero para plantear retos tan ambiciosos es imprescindible el apoyo de las administraciones públicas a través de la financiación; y ahí es donde todos los expertos se muestran bastante críticos y apuntan a un mismo denominador común: la financiación es escasa, descoordinada y sin apenas planificación: «Hay una miopía sobre su importancia y valor, y salvo excepciones, no hay una política adecuada», dice el profesor Lomba.

Emiliano Hernández explica que tan solo «el Ministerio de Cultura se limita a sacar unas líneas de subvenciones con cantidades ridículas; por ejemplo, este año para las ayudas a proyectos de conservación de elementos declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO, para toda España hay 470.000 euros». Mientras tanto, la CARM no saca ningún tipo de subvenciones al Patrimonio y en cuanto a los ayuntamientos «son muy pocos los que destinan una pequeña cantidad al patrimonio», dice Hernández. Una opinión que comparte Ramón Montes, que cree que «en el ámbito autonómico la gestión del patrimonio cultural deja mucho que desear».

Cabe recordar también la vertiente laboral del sector turístico y su aportación a la sociedad en materia de empleo, en su mayoría temporal, parcial o de baja cualificación. «Hay mucho intrusismo en el sector de guías oficiales», lamenta María Comas. Por su parte, San Nicolás cree que «la recuperación de los centros históricos, y con ello las viviendas, crearía empleo más allá del sector turístico, en sectores como la construcción y los servicios». «El patrimonio es quizás ahora mismo el mejor argumento para crear empleo fijo en los municipios. Arqueología, arte, historia, gastronomía, naturaleza y etnografía, aquí está la clave», sostiene Emiliano.

Por último, los expertos muestran su visión sobre el cambio sobre los hábitos de los turistas en cuanto a su demanda, que va mucho más allá del turismo tradicional de sol y playa. «Sin duda es así», dice el profesor Lomba, que asegura que «no debemos perder este tren porque es una oportunidad económica, y también redirigirnos a economías sostenibles en el pequeño comercio». «En la parte que más conozco, que es el turismo enológico, la demanda sigue al alza, y la tendencia no tiene pinta de estancarse», señala Emiliano Hernández.

Así pues, sería curioso, pero según los expertos en patrimonio, el futuro de muchos de nuestros pueblos podría encontrarse, precisamente, en recuperar su pasado.