La floración está comenzando a arrancar en la Región de Murcia poco a poco en las ramas de plantaciones como los nectarinos o los almendros, pero las escasas precipitaciones en otoño han retrasado este proceso hasta el punto de que los apicultores temen una concentración de las poblaciones de abejas en torno a pequeñas producciones en la comarca de la Vega Alta o en el entorno de Sierra Espuña. En plena época de fumigación en las explotaciones agrícolas, proceso que en algunas plantaciones se puede alargar hasta bien entrado mayo, los apicultores alertan de una alta tasa de mortalidad entre las abejas. «Todos los insectos están en los nectarinos y si los agricultores no aplican de forma correcta estos productos pueden mermar las poblaciones de abejas», alerta Carlos Zafra, veterinario y presidente de la Asociación de Apicultores de la Región de Murcia.

El técnico de COAG señala también que podríamos estar ante una desastre ecológico dado el retraso de la floración y la concentración en determinados puntos, sobre todo en pequeñas parcelas de escasas hectáreas en Cieza y alrededores, señala, donde los agricultores no tienen un control sobre la fumigación. «Para que este tratamiento no afecte a las abejas, estamos pidiendo que se fumigue a primera hora de la mañana y a última hora de la noche», pide Zafra, que añade que incluso con un pulverizador a presión hacen que las abejas se mojen, se enfríen y caigan al suelo, «y si lleva productos fitosanitarios, ya sería un desastre ecológico».

Reclaman los apicultores el empleo de productos autorizados de baja toxicidad para no poner en peligro tanto a las abejas como a los abejorros dado que están en pecoreo activo. Han dado parte también al departamento de Sanidad Vegetal de la Consejería de Agricultura, que ya ha alertado a los productores que no deben realizar tratamientos fitosanitarios en periodo de floración en los cultivos o flora espontánea.

Zafra señala que la escasez de lluvias durante meses han causado bajas entre las abejas de la Región de hasta un 50% en las poblaciones, lo que ha provocado una caída en la cosecha de la miel de hasta un 40%, «y esto se ha acabado reflejando en los precios».