El hecho de no poder sentarse en un bar a tomar una cerveza al concluir la jornada laboral está haciendo mella en la salud mental de los murcianos. Lo dicen los psicólogos, los terapeutas y los propios hosteleros, que también acusan las secuelas psíquicas de no poder abrir. Coinciden los expertos en que los negocios de hostelería son más que necesarios para evadirse, pero el Gobierno de López Miras los mantiene cerrados a cal y canto (excepto en Librilla y Aledo, donde hay terrazas), para tratar de contener así los contagios de coronavirus, que han matado a más de mil personas solo en la Región.

Juan José López, presidente de Hostecar, explica que los hosteleros llegan a pasarse «quince o dieciséis horas detrás de un mostrador» y son conscientes de que, además de para celebrar, la gente necesita el bar «para evadirse».

La hostelería «es una parte nuestra, es parte de nuestras vidas», tiene claro López, que también alude al «carácter español, esa parte más mediterránea». «Por eso hay tantos bares en España y vienen de viaje los alemanes», considera.

No poder tomarse una cerveza al salir de trabajar o echar un café con una amiga en un día libre «está afectando a nivel psicológico», sostiene el responsable de Hostecar, que valora hasta el «poder juntarnos para hacer una manifestación», como el pasado viernes, sin ir más lejos, delante de la Asamblea.

La ausencia de bares «afecta a nivel personal, porque es parte de nuestra vida aprovechar los días de sol, el pasear y estar en la calle», destaca López, a lo que añade que cafeterías y restaurantes son escenario de, por ejemplo, una primera cita o la celebración de un nuevo puesto de trabajo. Festejar «es necesario, necesitamos que la sociedad empiece a volver a lo normal», tiene claro Juan José López.

Era la vía de escape

En opinión de la terapeuta Carmen M.ª Mayor, «el hecho de llevar ya casi un año con restricciones sin duda está haciendo mella en la salud mental de las personas», dado que «el simple hecho de sentarse en una terraza con una cervecita al sol es sin duda terapéutico».

«Ese momento era la vía de escape para muchas personas, su momento de desconexión de las preocupaciones diarias, su momento de diversión, su momento de expansión. Ese momento en el que estabas a gusto y no pensabas en nada, solo disfrutabas», detalla la experta, a lo que añade que «ahora, cuando tampoco puedes quedar con tus amigos y conocidos, digamos que la única cosa que puedes hacer es quedarte en casa. Esto genera una sensación de aburrimiento, apatía, de no tener motivación por nada».

Mayor subraya que «la gente mentalmente está muy saturada» y que algo como ir al bar es «una vía de escape necesaria, una pequeña alegría y motivación que la gente necesita para parar un momento y coger aire fresco para poder lidiar con los problemas cotidianos». «Lo que se nota cada vez más en las consultas es que la gente tiene la sensación de que pasa el tiempo y no están haciendo nada, como que están en piloto automático, esperando cuál será la próxima restricción», lamenta la terapeuta.