En la pedanía de Monteagudo, en Murcia, encuentran las instalaciones de Hogar Leyva, un lugar donde una docena de menores tutelados por la Comunidad Autónoma encuentra una nueva familia y apoyo profesional y emocional para salir adelante.

Julián Zambudio, director de Hogar Leyva, detalla a LA OPINIÓN que se trata de niños y adolescentes con edades comprendidas entre los 6 y los 17 años, que fueron sacados de sus casas para protegerlos, «a causa de desamparo por incumplimiento de los deberes de protección». Los pequeños, además cuentan «con discapacidad intelectual, sensorial, física asociada y enfermedad mental en distinto grado», lo cual, unido a los episodios de abusos vividos antes de pasar a residir en el centro, los convierte en personas especialmente vulnerables.

Apunta Zambudio que «debido a estas características y a las necesidades que conlleva su atención, son menores que permanecen mucho tiempo institucionalizados», pues hay menos familias que puedan o quieran hacerse cargo de un niño con estas necsidades especiales. De ahí que la media de estancia sea larga: hay menores que ingresaron con 6 años y se marchan al cumplir la mayoría de edad, comenta.

Un vínculo especial

Se establece, por tanto, «un vínculo muy especial» entre los pequeños y los profesionales que cuidan de ellos. «El tiempo de convivencia unido al espíritu de voluntariado y compromiso, germen de nuestra asociación, hacen que mantengamos el contacto una vez abandonado nuestro centro, con visitas periódicas, compartiendo actividades de ocio y colaborando en todo aquello que, desde su nuevo centro se nos solicita», insiste Zambudio.

En las instalaciones de Monteagudo hay juguetes, ordenadores y hasta un gato. Sostiene que «desde Leyva apostamos con entusiasmo por la consecución de un ocio integrador», al tiempo que subraya que «somos conscientes de que este constituye una eficaz fórmula para ensanchar las potencialidades de las personas con las que trabajamos».

El ocio «es fundamental para el pleno desarrollo integral y armónico de cualquier persona y, aún más, en el caso de aquellas con discapacidad intelectual, por el cúmulo de dificultades que les supone su acceso a una vivencia normalizada», hace hincapié.

«Además, en Hogar Leyva nos enfrentamos a problemáticas personales (las propias de su discapacidad, la falta de experiencias, etcétera), familiares y sociales y, a través, del ocio fomentamos la inclusión en su propio entorno y en otros libremente elegidos, posibilitando actividades desconocidas hasta el momento, y placenteras para ellos», desgrana.

Salen al aire libre (el lugar cuenta con zonas verdes de esparcimiento), interactúan con los profesionales que hacen las veces de padres y madres (ahora, siempre con mascarilla, para prevenir los contagios de covid), ven la tele en el sofá y se distraen con peluches o coches de juguete. No hay horror en el lugar: hay esperanza.

Zambudio valora los beneficios que se logran «compartiendo vivencias y creando vínculos que facilitan las relaciones con el personal que les atiende», una nueva y verdadera familia.

En la actualidad se dispone de una vivienda tutelada para una docena de menores, dependiente de la Consejería de Mujer, Igualdad, LGTBI, Familias y Política Social, que dirige Isabel Franco. «Desde la Consejería se ha apoyado siempre nuestro trabajo a través de conciertos, convenios y otras fórmulas jurídicas, para la atención de menores tutelados, habiendo sido atendidos un total de 83 menores desde su inicio», apostilla Zambudio.

Programa pionero en España

Relata que «este programa, de los primeros en España, nació en 1990 a propuesta de la Consejería de Política Social, como alternativa a la institucionalización de niños discapacitados en macro-centros, creando un espacio donde se dé una mejor calidad de vida, un mayor bienestar psíquico, físico y social, normalizando sus vidas lo máximo posible».

«Consistía en tres pisos tutelados, uno en Cartagena y dos en Murcia, para un total de 18 beneficiarios. Los dos de Murcia se crearon para menores tutelados y como recurso para aquellas familias que la distancia y su situación económica o familiar, les impedía posibilitar la escolarización de los menores en centros de Educación Especial. El piso localizado en Cartagena era para internos de mayor o menor grado, de la residencia de Canteras, como alternativa a una macro institución», rememora Zambudio, que precisa que «en 1994 se modifica el Convenio y pasa a la asistencia de ocho menores tutelados durante los 365 días del año y en una sola vivienda y, por necesidades del servicio, su ampliación posterior a 12 beneficiarios».

El director deja claro que «los menores atendidos en Hogar Leyva presentan problemas de salud mental y física, en muchos casos, relacionados y derivados de maltrato y abusos; manifestaciones psicosomáticas y determinados trastornos psicológicos, pudiéndose ser estos emocionales, afectivos, relacionales y conductuales, también asociados con desprotección, carencias afectivas y problemas escolares».

«El último ingreso provenía de una hospitalización por lesiones causadas en un accidente doméstico de difícil explicación», indica el hombre, sin dar más datos.

Un entorno que ha sido "alterado" por el coronavirus

Explica Julián Zambudio, director del Hogar Leyva, que «en esta pandemia, los niños y adolescentes con discapacidad son especialmente vulnerables, ya que su entorno se ha visto completamente alterado y con dificultad para su entendimiento».

En este sentido, remarca el responsable de esta organización que «desde Hogar Leyva, nos hemos esforzado por crear un entorno seguro y estable, cumpliendo con la normativa impuesta, sin olvidar el aspecto afectivo, reduciendo así los posibles riesgos de estrés psicosocial y los problemas psicológicos».

«Nos gustaría destacar el gran esfuerzo de los profesionales por crear este entorno favorable y sobre todo de los menores, por su capacidad de adaptación a las nuevas normas», valora el director.

Cinco familias ‘amigas’ para que los pequeños salgan de vacaciones

Cinco familias ‘amigas’ para que los pequeños salgan de vacacionesPreguntado por cuántas familias de acogida colaboran en estos momentos con Leyva para hacerse cargo de los menores en fines de semana o periodos vacacionales, Julián Zambudio detalla que «este servicio que se nos ofrece desde la Dirección General de Familias y Protección de Menores tiene como finalidad ofrecer a los niños que se encuentran acogidos la alternativa de poder disfrutar de periodos vacacionales, fines de semana y salidas en fechas relevantes con una familia ‘amiga’, favoreciendo el contacto con un ambiente normalizador».

Comenta que «con ello, se pretende brindar a los niños la posibilidad de compartir vivencias y experiencias diferentes en un entorno familiar, enriqueciendo el contacto con ambientes familiares positivos».

«Actualmente colaboran cinco familias, a las que desde aquí queremos agradecer la gran labor que están realizando», dice el director.

Julián Zambudio resalta que «nos gusta hablar de inclusión, que se basa en el reconocimiento y valoración de la diversidad como un derecho humano: esto significa entender cómo las personas funcionan y cómo participan en la sociedad».

«Debemos garantizar que tengan las mismas oportunidades de participar en todos los aspectos de la vida teniendo en cuenta sus capacidades y deseos, eliminando las barreras físicas y mentales», hace hincapié, al tiempo que pone el acento en que «debemos trabajar para eliminar las barreras que se encuentran nuestros menores por su exclusión social y el trauma que acarrea haber sufrido situaciones de abuso y maltrato».