El último barómetro del CIS confirmó este viernes un dato que inquieta a las autoridades públicas, especialmente las sanitarias, y es que el 55,2 por ciento de los encuestados no está dispuesto a vacunarse hasta conocer los efectos de la vacuna, frente al 32,5 que lo hará en cuanto esté disponible. Si se atienden variables sociodemográficas, el mayor porcentaje de los que prefieren esperar, el 72,3 por ciento, son los jóvenes de entre 18 y 24 años. Otro resultado llamativo, es que las mujeres son mucho más reacias que los hombres a administrarse la vacuna inmediatamente, con cerca de 10 puntos de diferencia. Cuando se cruzan variables políticas, surge un dato destacado: el 15,5 por ciento de los votantes de VOX no se vacunará en ningún caso, lo que contrasta con los votantes socialistas, que lo harán en cuanto la vacuna esté disponible, el 43,2 por ciento.

«La población no es tonta», asegura Damián García Olmo, cirujano murciano especialista en cáncer colorrectal en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz en Madrid que sostiene que cuando se escucha que «ciertas multinacionales o grupos comerciales se están saltando las leyes de la buena ciencia, ocurren cosas así». Según García Olmo, que coordina un proyecto para habilitar una terapia con células madre contra la covid, cualquier experimentación está sometida a una serie de reglas éticas, «una de ellas es que no debes crear falsas expectativas». Este profesional asegura que no es de recibo publicar una nota de prensa aseverando que la vacuna funciona «sin haberla sometido a la revisión de tus pares, sin haber pasado por una publicación científica de reconocido prestigio».

Cuando una propuesta es presentada, por ejemplo, a la revista The Lancet, un equipo de correctores especializados comprueban «que lo que estás haciendo es serio, está bien hecho o no tiene debilidades; revistas como ésa son las que cambian la práctica clínica».

Una nota de prensa en la que se asegura que la efectividad de la vacuna roza el 95 por ciento, «es algo que me puedo creer, o puedo pensar que es una acción informativa, cuya veracidad no se ha contrastado, para generar una tendencia en la bolsa para que el CEO de turno gane cinco millones de dólares más». Pese a todo, este profesional no duda de que las vacunas presentadas, «sean buenas, sino que no han seguido las reglas de la buena ciencia; además, en cuestiones tan importantes, sólo hay dos revistas científicas de referencia: The Lancet y el The New England Journal of Medicine, que es casi como publicarlo en el Boletín Oficial del Estado».

Por su parte, el responsable de la oficina técnica de la Coordinación Regional Estratégica para la Cronicidad Avanzada y la Atención Sociosanitaria (CORECAAS), Abel Novoa, sostiene que la industria farmacéutica «responde más a un modelo de negocio especulativo que a un proyecto científico». Sobre los anuncios de las multinacionales farmacéuticas, afirma que «a pesar de que todos sabían que iba a generar dudas, se decidió utilizar la comunicación empresarial en vez de la científica, buscando impacto más que credibilidad».

Según Novoa, la industria farmacéutica lleva décadas perdiendo credibilidad pública «por la enorme cantidad de fraude y corrupción que el marketing de sus productos conlleva». Como ejemplo señala que la empresa Purdue Pharma ha reconocido estrategias corruptas para vender sus medicamentos para el dolor derivados de la morfina «que han causado cientos de miles de fallecidos sólo en Estados Unidos». «Es ingenuo pensar que tanto la forma de anunciar la vacuna como los antecedentes de la industria no iban a pesar en los ciudadanos», afirma.

Tampoco olvida lo que ocurrió con la compra en todo el mundo del Tamiflú en la última pandemia (gripe A), «un medicamento que la empresa que lo comercializaba sabía que no era mejor que el paracetamol para la gripe, y donde contó con la colaboración de los expertos de la OMS con conflictos de interés». En su opinión, el rechazo de la sociedad ante las vacunas, responde al clima generado por las equivocaciones y precipitaciones científicas, pero también políticas.

Para el también vicepresidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública, «todo el talento investigador del mundo se ha puesto al servicio de esta vacuna. En un objetivo tan visible y auditado que ninguna empresa va a arriesgarse a manipular los resultados y metodologías como han hecho en otras ocasiones; por eso yo confío en esta ocasión y desde luego, al estar por mi condición de sanitario en el grupo que prioritariamente se la tendrá que poner, seré el primero en hacerlo».

Francisco Miralles, presidente del Colegio de Médicos de la Región, cree que «que la comercialización de las vacunas o cualquier criterio economicista no debe estar por encima de los principios éticos para la investigación médica en los ensayos clínica ni del seguimiento de la seguridad». Miralles comprende la preocupación y el miedo que una parte de la población pueda tener pero asegura «que una vacuna es la mejor manera de detener la propagación del virus, controlar la pandemia y salvar vidas humanas» y pide a los médicos que atiendan las preocupaciones de sus pacientes y resuelvan sus dudas.

Salud pide "confianza plena" en las autoridades

Los profesionales del programa regional de vacunas llevan meses trabajando junto al Ministerio de Sanidad para que todas las Comunidades dispongan de vacunas al mismo tiempo y de forma proporcional a su población. «La Región estará preparada para su distribución y administración y garantizará que todos los grupos priorizados tengan acceso a la vacuna», asegura la Consejería de Salud. «El ciudadano puede confiar plenamente en las autoridades sanitarias y ha de saber que las vacunas serán evaluadas en la Agencia Europea de Medicamentos», señala.