Investigadores del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) han descubierto que los niveles elevados de contaminación atmosférica por partículas PM10 están asociados a un mayor riesgo de ictus isquémico, hemorragias graves y mortalidad por cualquier causa en pacientes con fibrilación auricular, que es la arritmia cardíaca más frecuente.

La revista ‘Mayo Clinic Proceedings’, publicación de alto impacto que edita la Clínica Mayo de Estados Unidos, ha publicado este martes el estudio, realizado por los investigadores de los grupos de Hematología y Oncología Médica Clínico-Experimental Vanessa Roldán y Vicente Vicente, y de Cardiología Clínica y Experimental José Miguel Rivera y Francisco Marín.

En un comunicado del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria, el doctor Rivera explica que el trabajo surgió ante la preocupación de los investigadores por el aumento de la contaminación atmosférica en Murcia durante 2019 y principios del 2020. "Nos planteamos que sería muy interesante estudiar este tema, por lo que escogimos dos parámetros que nos parecían claves y característicos de la ciudad: la temperatura y el PM10, que son pequeñas partículas sólidas o líquidas de polvo, cenizas, hollín, metales, cemento o polen, que están dispersas en la atmósfera y que son transpirables por los humanos".

Para comprobar la hipótesis de esa asociación entre la polución, la temperatura y las complicaciones en la fibrilación auricular, el equipo se sirvió de una base de datos recopilada por la doctora Vanessa Roldán, investigadora principal del IMIB, hematóloga del Hospital General Universitario Morales Meseguer de Murcia y profesora titular de la Universidad de Murcia (UMU).

La muestra está compuesta por 1.361 pacientes con fibrilación auricular, pertenecientes a las áreas VI y VII del Servicio Murciano de Salud y en tratamiento con anticoagulantes orales antagonistas de la vitamina K (como el conocido Sintrom), a los que se le hizo un seguimiento durante casi 10 años.

Los datos climatológicos los obtuvieron de los registros de las estaciones disponibles en la web de la Agencia de Calidad del Aire.

Según las fuentes, la fibrilación auricular es la arritmia cardíaca más frecuente en la población general, con una prevalencia de entre el 2% y el 4%, y con la previsión de que aumente en los próximos años puesto que tiene una estrecha relación con la edad. De hecho, en mayores de 85 años la prevalencia ronda el 15%.

En cuanto al nivel de incidencia, a partir de los 55 años uno de cada tres ciudadanos desarrollará fibrilación auricular. El coste socioeconómico asociado a esta patología es muy elevado porque aumenta cinco veces el riesgo de ictus, causando el 20%-30% de los casos, afirman estos expertos.

Además, la fibrilación auricular incrementa entre 1,5 y 3,5 veces el riesgo de muerte, casi dos veces el riesgo de sufrir una demencia, provoca un deterioro de la calidad de vida en el 60% de los pacientes y causa entre el 10% y el 40% de todos los reingresos hospitalarios anuales.

Los resultados obtenidos en esta investigación revelan que tanto los niveles elevados de PM10 como las temperaturas bajas se asociaron con un mayor riesgo de hemorragia grave y mortalidad por cualquier causa.

Además, los niveles elevados de PM10 por separado se asociaron con un mayor riesgo de ictus isquémico, aunque no así la temperatura. Sin embargo, las temperaturas bajas sí que estaban vinculadas con una mayor posibilidad de sufrir eventos cardiovasculares adversos.

“En cuanto a las estaciones, el invierno mostró la incidencia más elevada de eventos cardiovasculares adversos, hemorragia mayor, ictus isquémico y muerte. Es decir, fue el periodo del año durante el cual las complicaciones clínicas se produjeron con más frecuencia. Las comparaciones entre estaciones demostraron que el riesgo de eventos cardiovasculares adversos aumentó en primavera, otoño e invierno en comparación con el verano, mientras que el riesgo de mortalidad se incrementó solo durante el invierno en relación con el verano”, detalla el doctor Rivera.

Este especialista cree que los resultados obtenidos abren un nuevo espectro de posibles parámetros que deberían considerarse a la hora de evaluar a los pacientes y subraya que "es innegable que el cambio climático tiene una relación directa con nuestra salud y, por ello, dentro de ese enfoque más holístico del manejo de la fibrilación auricular que defendemos, también se debería prestar atención a factores de riesgo menos comunes, como la polución”.