A sus 61 años de edad, Antonia Sánchez, vecina de Santomera, ha intercalado a lo largo de su vida periodos en los que se ha dedicado en exclusiva al hogar con otros en los que ha tenido un empleo fuera de él como administrativa y se ha visto obligada a hacer malabares para compaginarlo con las tareas dométicas, ya que su marido pasa muchas horas fuera de casa por motivos laborales. Cuando nacieron las hijas de Antonia, decidió no trabajar y encargarse de ellas para, además de disfrutar en plenitud de su infancia, poder sacar adelante su casa . Cuando sus vástagas fueron mayores, «pude plantearme empezar a trabajar y aportar dinero a la economía doméstica», explica la mujer a LA OPINIÓN. Ahora que tiene dos nietas de 7 y 5 años de edad, vuelve a ser ama de casa a tiempo completo como ya lo fue hace años. «Cuando mi marido llegaba a casa procuraba que todo estuviera hecho, lo he llevado siempre todo al dedillo y no solo en cuestión de limpieza, también cuidando a mis hijas y controlando el gasto», cuenta. «Antes se daba por hecho que la mujer se quedaba en la casa, ahora ha cambiado el pensamiento y ambos trabajan, como les pasa a mis hijas», explica la sexuagenaria, quien no ha querido que ellas abandonaran sus empleos y por ello se ocupa varias veces a la semana de llevar y recoger a sus nietas del colegio y darles de comer. «Lo hacemos todo y no cobramos nada, somos trabajadoras no asalariadas», se queja. Antonia ejerce como presidenta de la Asociación de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios de Santomera y aclara que «tampoco exigimos cobrar un sueldo ahora, pero sí que se nos asegure una pensión digna en el futuro». Además, le hubiera gustado sentirse más valorada como ama de casa, porque para ella uno de los aspectos más negativos es que «algunos piensan que la mujer que no trabaja fuera de casa no hace nada. Me gustaría decirles que pasaran ellos una semana, un día, a cargo de todo lo que supone».