Uno de los tantos finales felices que están celebrándose estos días. Rosa Zaplana, auxiliar de enfermería en el Hospital Viamed San José de Alcantarilla, es una de las muchas personas que le han plantado cara al Covid-19 en la Región y que le han ganado la partida al virus tras estar cerca de treinta días encamada tratando de superar esta situación.

En su caso, lo ha hecho durante todo este tiempo sola, sin ningún familiar a su lado, ya que esta granadina vive sola en la Región y actualmente los miembros de su familia están desperdigados en varias localizaciones de la geografía nacional.

Tras volver a su lugar de trabajo, coincidiendo con que el autobús solidario de LAT pintado con un arcoíris que muestra el mensaje 'Todo saldrá bien' repartía ánimo a los profesionales sanitarios del hospital alcantarillero, Rosa se llevó una sorpresa mayúscula: la Policía Local del municipio le hacía llegar a través de un folio impreso un mensaje de su madre, desde Valladolid: 'Rosa Zaplana, eres una luchadora y un diamante'.

La emoción, presente no solo en Rosa, sino también en sus compañeros e incluso en los efectivos policiales encargados de realizar el bonito gesto, fue la tónica dominante durante el acto.

Reconoce que no se esperaba un detalle así, un chute de ánimo y confianza. Todavía agradece el detalle que tuvo la Policía Local de Alcantarilla para trasladarle el mensaje de su madre, «que movió cielo y tierra», para lograrlo.

La auxiliar de enfermería destaca que durante todo este tiempo ha sentido muy de cerca el calor y el apoyo de sus compañeros y del servicio sanitario, pero, a pesar de encontrarse «muy mal, con fiebres muy altas», decidió pasar la enfermedad en su vivienda «porque si había posibilidad de estar en mi casa y no en un hospital ocupando una cama que sí necesitaría otra persona, mejor». «Es muy duro estar lejos de la familia mientras estás contagiada. Mi madre siempre ha estado muy pegada a mí, en cualquier situación ha estado apoyándome, y en estas circunstancias, a tantos kilómetros y sin poder vernos, ha sido complicado. Todo esto nos ha venido muy grande», detalla.

«Te sientes sola, desubicada y que te llegue un mensaje así te da mucho ánimo. Mi madre, tras enterarse de que estaba contagiada, lo ha pasado muy mal, son muchos kilómetros los que hay de aquí a Valladolid sin saber en qué circunstancias estaba, sin poder atenderme», relata.

Hace unos días que dio el primer negativo en Covid-19, y una segunda prueba realizada el pasado domingo confirmó que estaba 'limpia'. Incluso a su padre, que no vive con su madre, le contó que había pasado el coronavirus una vez curada: «Lo hice para que no se preocupara, son personas ya mayores y para ellos también es igual o más de duro que el que está contagiado».

El pasado miércoles se volvió a reincorporar en su trabajo. «Tanto los compañeros como los pacientes están muy contentos por volver a tenerme e incluso algunas personas que se encuentran ingresadas allí lloraron de alegría al verme bien», según Zaplana.

Ahora, lo que le toca a esta sanitaria es hacer su trabajo «con la mayor profesionalidad y tratando a los pacientes como si fueran familiares», porque es consciente de que «se hace muy difícil no tener a nadie mientras estás enfermo».

Luchadora contra la leucemia desde los tres años

Tras someterse a tratamientos de quimio y radio, su propio hermano fue su donante y la ayudó a su total recuperación

Rosa Zaplana, natural de Granada, vino hace ahora tres años a la Región en busca de una oportunidad laboral y la encontró en Alcantarilla. Sabe desde bien pequeña lo que es luchar contra las adversidades. Su última batalla ganada ha sido a la Covid-19 y su madre se lo recordaba en el mensaje: 'Eres una luchadora'. Tanto es así que desde los tres años comenzó también un duro enfrentamiento contra leucemia.

«Cuando se lo anunciaron a mi familia fue un jarro de agua fría, aunque hoy en día pueda parecer algo común». A esa edad comenzó a recibir tratamientos de quimioterapia y radioterapia y a los cinco años comenzaron, en un primer momento, a darle altas, pero al poco volvió a recaer.

Mientras estaba a la espera de que apareciese un donante, siguió con el proceso de quimio y radio, así como con transplantes. Dio la casualidad que su hermano mayor, Antonio, fue el primero en hacerse la prueba, y genéticamente era compatible con ella, «algo muy raro y con muy pocas probabilidades», reconoce. Tras pasar hasta siete meses en aislamiento, comenzó a recuperarse y hoy puede decir que está totalmente curada y recuperada. Ahora reconoce que la gente la ha acogido muy bien en Murcia: «Me siento parte de aquí e incluso estoy empadronada».

Durante su última lucha se ha acordado no solo de su familia, sino de los trabajadores del Hospital San José, «sobre todo de los auxiliares de enfermería y enfermeros por el esfuerzo enorme que han hecho este mes».