El miedo a los robos y al pillaje empieza a cundir entre los transportistas murcianos. Francisco Avilés (Javalí Nuevo, Murcia, 1959), que lleva 38 años subido al camión, explica que la soledad se ha adueñado de la carretera dos semanas después de la entrada en vigor del estado de alarma provocada por la pandemia de coronavirus, lo que deja desprotegidos a los conductores que pasan la noche en las áreas de servicio de España y al otro lado de la frontera. Él mismo, que asegura haber recorrido estos días 200 kilómetros sin encontrarse a nadie más en el camino, ha sufrido el robo de 150 litros de gasoil en la Autopista de Burdeos a París. El cierre de los hoteles y los restaurantes les ha dejado sin comida y sin aseos. «Tengo que aguantar sin ducharme cinco o seis días», se lamenta.

Avilés explica que algunos compañeros no pueden resistir la presión psicológica que deben soportar durante los días que pasan fuera de casa por el miedo al contagio y están cogiéndose la baja, pero él se considera un profesional que tiene una misión que cumplir. «El camión es mío. Da igual un viaje más o menos. Pero es una situación excepcional y tengo que hacer mi trabajo. No pretendemos ser héroes. Somos los últimos de Filipinas. Si fuera médico, estaría trabajando en la Arrixaca».

Después de sus casi cuatro décadas al volante, espera que las gestiones realizadas a través de la Froet y de la patronal nacional del transporte para pedir a los gobiernos de los países europeos que pongan protección den resultados y les eviten la inseguridad a la que se enfrentan los profesionales en una situación tan crítica. «Hay gente que no tiene nada que comer», reconoce.

Sin embargo, cree que el Gobierno «está en otra cosa diferente» y no presta demasiada atención a los transportistas. «Yo no soy político. No soy de izquierdas ni de derechas, soy un camionero. Ni nos han dado los cuatro millones de mascarillas que habían prometido ni han abierto los restaurantes que habían dicho». Recuerda que la función del transporte resulta fundamental para mantener los mercados abastecidos y advierte de que, «si no fuera por los que están haciendo su labor y salen al extranjero, la exportación se hundiría».

Los transportistas que siguen viajando por las carreteras de España y del resto de países europeos en plena pandemia han tenido que aprender a apañárselas desde que cerraron los hoteles y los restaurantes en los que solían parar y apenas si pueden encontrar establecimientos en los que comer ni encontrar aseos.

El Ministerio de Fomento ha dictado una orden que les permite utilizar los servicios y los restaurantes de los 370 hoteles destinados a alojar al personal sanitario, las Fuerzas Armadas y otros profesionales de los dispositivos de lucha contra la pandemia, pero muchos de ellos están en las ciudades y no son accesibles para los conductores de vehículos pesados. En el exterior la situación es aún peor.

Francisco Avilés explica que en las gasolineras les dejan la llave para que puedan entrar a los servicios, pero él no se atreve a utilizarlos. «¿Cómo voy a entrar en los aseos o en la ducha en la que no sé quién ha estado antes?¿Y si me contagio y luego vengo y se lo transmito a mi familia? Hasta que no llego a mi casa no me ducho. Estoy aguantando sin ducharme cinco o seis días, desde que salgo hasta que vuelvo, aseándome en el camión. Llevo un barreño para lavarme por partes y toallitas».

Le gustaría que pudieran hacerle «algún test rápido» al volver de viaje que les permita saber si está bien o «si voy a contagiarle enfermedad a mi mujer cuando llegue a mi casa».

"Somos soldados que mandan a la guerra sin casco y sin protección"

El transportista murciano Francisco Avilés, que a sus 61 años lleva recorridos ya 6,7 millones de kilómetros por las carreteras de toda Europa, considera que los profesionales del volante que en este momento están haciendo llegar las frutas y las verduras de la Región a toda España y a los demás países de Europa son como «soldados» que ven obligados a luchar «sin casco y sin protección». Reconoce que la situación provocada por la pandemia de coronavirus «es la primera vez que ocurre y le ha pillado al Gobierno desprevenido» y sin capacidad para atender los problemas que surgen en todos los frentes, dado que ni siquiera ha llegado a suministrar todavía las mascarillas que los transportistas están esperando. «Es como si estuviéramos en una guerra y nosotros fuésemos los soldados en el frente. Tengo que ir a cumplir con mi obligación. Pero nos mandan a luchar sin casco y sin ninguna protección».

Alerta de que si la situación continúa siendo tan dura, «nadie va a querer salir con el camión».