"Estamos cansados por la presión y porque en la calle hay más gente de la que debería"

Alberto Zomeño, sargento de la Policía Local de Mazarrón

«Estamos cansados, quizás más psicológicamente, por la presión. Y por las preguntas que nos plantean cada día». Así se expresa Alberto Zomeño, sargento de la Policía Local de Mazarrón, que, al igual que sus compañeros de la Región y del resto de España, afronta «una situación difícil».

«Vamos con mucha dificultad, también porque la situación fluctúa a cada momento», comenta el policía, cuyo Cuerpo trabaja mano a mano con la Guardia Civil en cada dispositivo que haya que poner en marcha. Considera que tenemos que entender todos» la importancia de confinarse, y lamenta que «hay a quien le cuesta terminar de entenderlo».

Su experiencia estos días le dice que muchos vecinos «no se lo están tomando en serio» y que «hay más personas de las que debería» en la vía pública. «Incluso en el contexto de la justificación», apunta. Aunque los agentes tratan de dialogar con las personas y explicarles por qué no han de estar en la calle, «en algunos casos no te queda más remedio que sancionar», indica el sargento, que se ve con la dificultad de trabajar en un «municipio turístico, con muchos extranjeros. De ahí que, con el estado de alarma vigente, «quitas alguna piedra y te aparecen dos nuevas».

"Para las personas sin hogar, el estado de alarma se da durante todo el año"

Elena López, trabajadora de Hogar Sí (antes Fundación RAIS)

«Trabajamos con el mismo número de personas, pero, al tener en cuenta todas las medidas de protección, nos desbordamos un poquito. Ahora mismo tenemos 18 personas solamente en el albergue, aparte de dos pisos, con 18 personas más. Total, 36».

Lo explica Elena López, trabajadora en Hogar Sí (antes Fundación RAIS), entidad que lucha contra la exclusión social de las personas sin hogar. López incide en que «las personas que están en el albergue pasan el día en la calle, porque no hay ningún espacio donde puedan estar. Y presentan un perfil bastante vulnerable, porque la mayoría tiene bastantes patologías». En una organización en la que «somos todos trabajadores, no hay voluntarios», López afirma que están «bien», aunque «es difícil, porque tenemos que estar calmando un poco los ánimos.

Y un poquito asustados, por si alguien diese positivo. Hay muchísima dificultad para encontrar mascarillas». En Hogar Sí se encuentran «desbordados», pero, precisa López, «si trabajas en esto, es vocacional; o es vocacional o te vuelves loco, porque, al final, estás viendo el sufrimiento de las personas». «Da igual que estemos en estado de alarma, el estado de alarma, para las personas sin hogar, es todo el año», sentencia.

"Hay menos clientes, pero los que vienen acaban llenando el depósito"

Raúl Martínez, trabajador en una gasolinera de Molina de Segura

Tomando todas las precauciones y recomendaciones que sean posibles, los empleados que trabajan en las gasolineras de la Región están viendo estos días cómo «hay menos clientes, pero los que vienen acaban llenando el depósito del coche». Raúl Martínez, empleado de una gasolinera en Molina de Segura, señala que de momento la situación «se lleva como se puede», mientras que trabaja de cara al público con las medidas y recomendaciones que se le ha dado.

«La empresa me facilita guantes, mascarillas y gafas de protección mientras echo gasolina a los clientes o estoy en la caja cobrando algunos productos». «De vez en cuando tenemos que poner a una persona en la puerta del 'súper' para que no se supere el aforo de personas». Para este trabajador, la mayoría de clientes se está mentalizando del problema que hay, aunque otros «solo vienen a la gasolinera a comprar tonterías, no productos de primera necesidad». Aun así, no entiende cómo muchas personas acuden a la gasolinera solo para pedir que le llenen el depósito: «No se puede salir de casa, no sé a dónde quieren ir. Será por el miedo...», afirma. Lo que sí se nota, afirma, es la bajada del precio del petróleo de estos días.

"El confinamiento nos ha convertido en un establecimiento de ocio"

Juan Antonio Espín, propietario de Comestibles Espín

El servicio de las tiendas de alimentación es indispensable mientras dure el estado de alarma. Comestibles Espín, un negocio familiar situado en la calle Sánchez Madrigal, está abriendo estos días como lo lleva haciendo los últimos 25 años. «Las ventas han subido, sobre todo en productos de limpieza como la lejía, rollos de cocina, servilletas de papel, alcohol... ¡y papel higiénico!», explica Juan Antonio Espín, el propietario.

«Los bienes de primera necesidad siempre se van a vender y, si tenemos en cuenta que ahora con el confinamiento nos hemos convertido en un establecimiento de ocio, normal que vaya bien». Sin embargo, Juan Antonio apunta a que la gente no está haciendo la picaresca de comprar por la mañana y volver por allí por la tarde a por otra cosa.

La crisis sanitaria ha obligado a este tendero a establecer un protocolo de actuación con los clientes. Además de llevar él guantes y mascarilla, los clientes no pueden tocar nada y el aforo máximo dentro de la tienda es de dos personas. Por lo demás, solo tiene que hacer frente a algunos retrasos de abastecimiento de algunas productos, pero asegura que, «aunque les cuesta, al final llegan».

"Vivimos con la incertidumbre de que no podemos encontrar el bicho"

Gaspar Zamora, conductor de ambulancia del Servicio Murciano

«Durante estos días estamos realizando más servicios de los habituales y siempre con la incertidumbre de que en calquier momento nos podemos encontrar con el bicho». Así está viviendo esta pandemia Gaspar Zamora, conductor desde hace veinte años de ambulancias del Servicio Murciano de Salud y conocido speaker de infinidad de carreras populares de la Región. El cartagenero afirma que «la gente llama diciendo que tiene unos síntomas, per cuando llegas al domicilio, en algunos casos no coincide con lo que han dicho previamente».

En la última semana admite que «se están extremando las medidas de seguridad, pero hubo un lapsus de tiempo donde entrábamos a pulmón en las casas». Los conductores de ambulancias están siguiendo unos protocolos muy estrictos: «Tenemos unas batas especiales de plástico de un solo uso y extremamos las precauciones al entrar en los domicilios, así como a la hora de entrar y salir de nuestras bases, donde están las ambulancias. Ponemos unos empapadores, los rociamos con lejía pisamos ahí, lo mismo que al salir».

Dice que «no tengo miedo porque ya he pasado por muchas situaciones difíciles, pero sí que tomo precauciones por la familia».

"Intentamos mantener las rutinas, pero lo estamos viviendo con mucha tensión"

Lali Cánovas, enfermera del Hospital Rafael Méndez de Lorca

Los trabajadores sanitarios son los que están en primera línea en la pandemia del coronavirus y una de estas 'heroínas de bata blanca' es Lali Cánovas, enfermera en el Hospital Rafael Méndez de Lorca desde hace ocho años. «El coronavirus lo está cambiando todo, la forma de trabajar, nuestro día a día cambia a veces en sólo horas, con nuevos protocolos a los que nos tenemos que adaptar», explica.

Entre los propios compañeros del equipo tienen que guardar la distancia de seguridad, todo por precaución, ya que «el mayor miedo es que caigamos nosotros y tengan que ponernos a todos en cuarentena. Si esto pasa sería un verdadero problema», afirma.

Sin embargo, esta enfermera explica que no tienen material de protección para hacer su trabajo, «estamos entrando a las habitaciones a ver a los pacientes sin mascarilla y aunque en nuestra planta no hay ningún caso de coronavirus sí que hay varios en el hospital».

Lali Cánovas dice que entre ellos intentan mantener las rutinas, aunque se han restringido las visitas de los familiares, «pero el día a día lo vivimos con mucha tensión» y pide a los ciudadanos «que cumplan la orden de no salir de sus casas, hay que reducir los contagios».

"No puedes quedarte en casa y hacer fotos desde la ventana, este trabajo no es así"

Israel Sánchez, fotógrafo de La Opinión de Murcia

En moto, con casco, mascarilla, guantes y la cámara de fotos colgando del cuello. Así viaja Israel Sánchez, fotógrafo de La Opinión de Murcia, desde que se decretó el estado de alarma. «Llevo la cámara visible porque si no la gente me mira mal, creen que estoy paseando y saltándome la prohibición de quedarme en casa», explica. Su trabajo implica que pase gran parte del día en la calle, moviéndose de un lado a otro, en busca de la noticia.

«No puedes hacer fotos desde tu ventana», comenta. Pero la cámara no la lleva solo cuando trabaja. «Si estoy librando y tengo que salir al supermercado, también la cojo. Esta es una situación única y no sabes lo que puede pasar». Especialmente importante en su caso es que tome medidas de higiene, ya que está en contacto constante con otras personas y algunas de ellas son población de riesgo.

«El otro día tuve que ir a una residencia de ancianos y ni me atreví a tocar el timbre. Llamé por teléfono, me abrieron y los trabajadores me rociaron con un pulverizador», asegura. Toda precaución es poca, pero gracias a él los murcianos pudieron conocer que los empleados de esta residencia se quedan a vivir con los ancianos mientras dure el estado de alarma.

"Estamos expuestos en la calle, trabajando en la limpieza mientras hay cuarentena"

Goris y Pedro, jardinero y barrendero en calles y parques de Murcia

Goris, jardinero municipal en Murcia, sabe que el estado de alarma no le va a quitar más trabajo. La naturaleza sigue su curso y los árboles y flores de la ciudad le van a seguir dando «el mismo trabajo». Va con guantes y mascarilla y anda preocupado por la crisis del coronavirus. «Estamos expuestos en la calle pero nuestro trabajo es el que es», señala Goris. Este jardinero muestra cautela ante el virus que ha provocado una cuarentena nacional y agradece las medidas tomadas hasta ahora. «A la hora de trabajar tenemos mucho cuidado con las superficies».

Por otro lado, la cuarentena sí está teniendo menos trabajo para el servicio de limpieza viaria, como apunta Pedro, que estos días ve cómo las calles se ensucian menos y el único trabaja que le dan son las ramas y hojas de los árboles por el viento.

También está «preocupado» y espera de verdad que los gobiernos «estén diciendo cómo de grave es este virus», porque también le preocupa estar «expuesto, trabajando en la calle todos los días, cuando están todos encerrados en sus casas». Desde la empresa municipal a la que pertenece les han prometido guantes de látex y mascarilla. Viaja solo en su camión de limpieza «por si acaso», concluye.