En España, el transporte es una de las principales fuentes de emisiones de gas de efecto invernadero. Más del 25% de las emisiones llegan de este sector, lo que tiene un impacto directo en la calidad del aire y un efecto muy pernicioso para la salud. Ante las nuevas exigencias de la Unión Europea, el Gobierno ha puesto en marcha El Plan Nacional de Energía y Clima, que apunta a una reducción para 2030 de las emisiones en, al menos, un 20% con respecto a 1990.

El esfuerzo de reducción de emisiones que debe hacer España en la próxima década, para situarse en la senda de alcanzar la neutralidad en carbono en 2050, es muy importante, ya que en los últimos cuatro años ha sido el país de la UE donde más han aumentado. En 2017, por ejemplo, las emisiones fueron un 17,5% superiores a las de 1990. Una reducción del 20% respecto a 1990 en 2030 equivale a eliminar una de cada tres toneladas de dióxido de carbono (CO2).

Para que esto se convierta en una realidad, la electrificación del transporte debe ser un objetivo imprescindible. El Gobierno ha propuesto que la penetración de renovables en el sector de la movilidad alcance el 22% en 2030 a través de la incorporación de unos cinco millones de vehículos eléctricos, que supondrán el 16% del parque móvil ese año y el objetivo final es alcanzar un parque de turismos y vehículos comerciales ligeros sin emisiones directas de CO2 en 2050.

El vehículo eléctrico supone una gran oportunidad para mejorar la eficiencia global del sistema eléctrico, reducir las emisiones de CO2 y disminuir la dependencia energética del exterior. La caída de los costes y el aumento de la autonomía convierten a este tipo de vehículos en una nueva realidad. En la actualidad, estos coches cuentan con una autonomía entorno a los 400 kilómetros y se prevé que en la próxima década puedan recorrer los 700 kilómetros sin repostar.

Oportunidad para la economía

Ante este nuevo desafío, la movilidad eléctrica debe ser entendida en nuestro país como una oportunidad para la economía. No sólo porque reduce nuestra dependencia del petróleo, sino porque además España cuenta con un sector del automóvil referente en todo el mundo. España es el segundo mayor fabricante de coches en Europa y el séptimo del mundo. El sector automoción aporta el 10% del PIB a España y da empleo al 9% de la población activa, por lo que este momento es único para ser el referente en la movilidad sostenible.

Según el estudio publicado por Deloitte, si se mantuviese la relación entre vehículos fabricados en España y matriculaciones en la UE, los expertos consideran que esto implicaría la fabricación de hasta 1,4 millones de vehículos eléctricos en España a 2030, lo que conllevaría a unas ventas de este tipo de vehículos de entre de 8-12 millones en la UE a 2030.

Una de las claves de la movilidad sostenible es contar con una red digitalizada y adaptada a las nuevas necesidades. Los expertos aseguran que España cuenta con una red de distribución preparada para dar cabida a la penetración de vehículos eléctricos, por lo que no debería existir problemas para la adopción masiva del coche eléctrico, ya que las inversiones necesarias rondarían los 1.400 millones de euros, lo que supone sólo el 4% de la inversión total prevista hasta 2030.

Iberdrola, ejemplo de éxito

Esto se debe a que las empresas eléctricas han centrado sus esfuerzos en el desarrollo de las redes inteligentes, también conocidas como smart grids. Gracias a la digitalización de la red eléctrica, que ha traído consigo la instalación de 26 millones de contadores inteligentes en España, nuestro país es un ejemplo de éxito, al haber acometido un reto tecnológico, como es el realizar un despliegue masivo, en plazo y al mínimo coste para el consumidor. Un ejemplo de esta transformación es Iberdrola, que con una inversión de 2.000 millones de euros, ha instalado cerca de 11 millones de contadores digitales y la infraestructura que los soporta y se han adaptado alrededor de 90.000 centros de transformación en España, a los que ha incorporado capacidades de telegestión, supervisión y automatización.

La red inteligente sienta las bases para el desarrollo de sistemas de gestión inteligente de las recargas, smart charging. En primer lugar, porque permite monitorizar la red para mejorar su operación. Además, porque optimiza el proceso de recarga de los vehículos eléctricos mediante el control directo de los puntos y favorece la integración de tecnologías Vehicle to Grid (V2G), que van un paso más allá y permiten que el propio vehículo eléctrico preste servicio retribuido a la red eléctrica, aportando un beneficio extra al propietario del vehículo.

Puntos de recarga

A este desarrollo de una red de recarga inteligente se une la necesidad de un mayor número de puntos de recarga de acceso público.

Aunque se observa un cambio de tendencia en la implementación de los puntos, especialmente en el ámbito de recarga interurbana, es fundamental el desarrollo de un plan ordenado para dotar de una infraestructura de recarga mínima a nivel nacional, con objetivos de puntos de recarga y zonas prioritarias de despliegue. Además, este despliegue se tiene que realizar tanto en el ámbito privado -oficinas y viviendas-, como en el público -áreas urbanas y corredores-, con diferentes niveles de potencia, tiempo de carga y potenciales clientes.

En este sentido, Iberdrola ya cuenta con un Plan de movilidad sostenible que plantea el despliegue entre 2018 y 2019 de una red de estaciones de recarga rápida, súper rápida y ultra rápida, que permitirán recorrer España en vehículo eléctrico, con estaciones al menos cada 100 km, en las principales autovías y corredores.