Isabel, en la imagen de la derecha, tiene 47 años y es de Murcia, y ha sufrido violencia machista por parte de sus tres últimos compañeros sentimentales. Recibe a LA OPINIÓN en la sede de la Fundación Temehi, en Molina de Segura, donde está recibiendo ayuda y ha conocido a mujeres que han pasado por situaciones similares a la suya.

«Hay algo que tienen los maltratadores, que te atraen», suelta la mujer, para confesar que ella cometió el error de dar otra oportunidad a quien la había vejado. «Volví con él dos veces», dice sobre su primer marido, que la sometía a maltrato psicológico. Luego supo lo que eran los golpes.

Cuando al fin dejó aquella relación, empezó con «un hombre muy celoso, que no me dejaba ni salir a la calle. Un día bajé a recargar el teléfono y, cuando subí, me dio una paliza». La relación también acabó.

Con su tercera pareja, apunta Isabel, vivió que «empezó a emparanoiarse con que, cuando yo sacaba al perro, me veía con alguien». Los malos tratos a los que la sometía lo llevaron a la cárcel. «Cuando salió, me tocó al telefonillo. Supongo que yo no tenía autoestima... Ahora no entiendo por qué bajé, pero pasé la noche con él», manifiesta esta víctima.

Aquel día él volvió a pegarle. «Me rompió la nariz, la mandíbula y el pómulo», rememora Isabel. El hombre volvió a dar con sus huesos en la cárcel. Ahí se encuentra actualmente, en el momento en que Isabel da su testimonio a este periódico.

«Sale en unos meses», apostilla la mujer, madre de cinco hijos, que posa a contraluz, para no ser reconocida. Para entonces, para el día que él esté en la calle, «me iré a algún pueblo, fuera de la Región, para que no me encuentre». Porque intuye que volverá el calvario.

«Ya tengo muy claro que no me tengo que refugiar en los hombres», subraya esta víctima, que, aunque tiene «miedo» de lo que pueda pasar cuando su agresor vuelva a estar libre, confía en el sistema. «Me han dicho que me pondrán un teléfono con GPS y que, si él se acerca, con pulsar un botón basta», remarca.

Preguntada por qué mensaje mandaría a las chicas que están sufriendo malos tratos, Isabel sentencia que «tienen que sacar valor de donde sea y denunciar, porque es lo único que puede ayudar».

«Yo entiendo que te encuentras muy sola, porque te alejas de tu familia y de tus amistades. Pero tienen que quitárselo de la cabeza, ver mundo, apoyarse en una fundación como Tehemi», apunta la mujer, esperanzada.

Los maltratadores «tienen que estar en la cárcel, porque, al igual que lo hacen con nosotras, lo hacen con otras mujeres. Hay que tomar medidas, porque estas personas no cambian», especifica.

«Me estoy recuperando», dice, sobre su estado actual. En el centro en el que recibe ayuda «hay muchas personas como yo», relata Isabel, al tiempo que pone el acento en que «muchas no han puesto denuncia».

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