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Justicia

Pascual Ortuño: "En los juicios de hoy ya sólo hay monólogos"

"La máquina de administrar Justicia ha quebrado, ahora mismo es lenta e ineficaz, y el ciudadano lo percibe", asegura el magistrado de la Audiencia de Barcelona

Pascual Ortuño: "En los juicios de hoy ya sólo hay monólogos"

«La máquina de administrar Justicia ha quebrado: ya es lenta e ineficaz. Y el ciudadano percibe que la Administración de Justicia no hace Justicia». Así se expresa Pascual Ortuño, magistrado de la Audiencia de Barcelona, que charla con LA OPINIÓN con motivo de la presentación de su libro Justicia sin jueces. Métodos alternativos a la Justicia tradicional.

El volumen será presentado este lunes en el Claustro de La Merced, en la Universidad de Murcia, en un acto al que asistirán el autor y el catedrático de Derecho Civil José Antonio Cobacho (también presidente del Consejo Económico y Social), que ha hecho el prólogo del libro, que salía a la venta hace apenas unos días, publicado por Ariel.

El volumen es un elogio a la mediación, el método alternativo de resolver conflictos. El fin: solucionar un conflicto entre dos o más personas sin necesidad de recurrir a la instancia judicial. Un sistema que «en el mundo anglosajón está consolidado, pero en España está costando mucho» introducir, de momento.

Preguntado por los motivos, apostilla que, por ejemplo, en las facultades de Derecho de Francia y de Italia se estudia Negociación. En España, ninguna universidad introducía esta asignatura». Así que lo tuvo que hacer él, en la Pompeu Fabra, donde da clases. «Negociación es obligatoria y troncal», hace hincapié el profesor, especializado en Resolución Alternativa de Conflictos.

De hecho, confiesa que «el libro recoge la experiencia» que ha tenido con los alumnos de la citada universidad catalana.

«Negociación, en México, se da en todas la facultades. No sólo en Derecho: se da en Ciencias Políticas y en Periodismo, por ejemplo», explica el experto, que tiene claro «qué diferente sería si nuestros políticos estudiasen Negociación y supieran escucharse».

Porque «para comprender los conflictos, hay que escuchar». No sólo se trata de imponer el criterio de uno mismo.

La Justicia que se imparte en los tribunales, pues, no sólo es lenta, sino que se ve constantemente cuestionada. Ortuño apunta que «antes», hace años, «las decisiones de un juez no se sometían a crítica». «Yo he sido abogado en Murcia y los ciudadanos no te pedían la sentencia para leerla: habían ganado o perdido el juicio», rememora. Hoy en día «no solo te piden la sentencia: se la leen y discuten lo que ha dicho el juez».

La mediación, asimismo, serviría para descongestionar los juzgados. Algo que hace falta. Los juzgados de la Región acumulan en el cajón más de 97.000 asuntos judiciales, se hacía público hace unos días. Asimismo, el número de nuevos casos civiles se disparaba un 20% en el segundo trimestre con respecto al mismo periodo del pasado año 2017.

Apostando por otros métodos se lograría, cree Ortuño, «que la abogacía no tenga como único recurso, prácticamente, el ir a los tribunales». En la misma línea, se conseguiría «que los tribunales tengan solo una selección de los casos: los que pertenecen a la Administración de Justicia como tales o aquellos en los que se debe buscar solución por otras vías».

El magistrado pone el acento en que «el ciudadano tiene derecho a una Justicia eficaz, que implique la resolución de los conflictos». «No se trata solo de que te den un papel que te dé la razón», hace hincapié.

Ortuño lamenta que, hoy en día, «en los juicios ya no hay diálogo, hay una sucesión de monólogos». «A la hora de negociar, lo primero es respetar al contrario», destaca, y agrega que «el acto por el que tú manifiestas más respeto al contrario es escuchándole». «Y esa práctica no la tenemos en la sociedad», apostilla el profesor.

«Campos de batalla»

Pone, por ejemplo, «las tertulias de las televisones, que son campos de batalla. Mientras un contertulio habla, el otro no le escucha: está pensando en qué le va a decir, desde la confrontación».

Hoy en día, además, «existe el fenómeno de la propia sociedad como tribunal», algo que da lugar, por ejemplo, a la realidad de que «al tribunal de La Manada no lo respetó nadie», ni quien criticó la sentencia por blanda ni quien opinó que era demasiado dura.

Por no hablar de la comunidad donde reside actualmente Ortuño, Cataluña, donde, a raíz del desafío independentista, «cada línea que escribe un juez es sometida al día siguiente a interpretaciones y debates», asevera el magistrado.

En la introducción de su libro, el jurista, que tiene a sus espaldas más de cuatro décadas de experiencia como profesional, destaca que, si alguien le pidiese consejo sobre si ha de judicializar un asunto o no, «le diría, sin duda alguna, que apartase de su mente esa idea. Al menos que se lo pensase muy bien». Y es que, considera el autor, «presentar una demanda en un juzgado es una declaración formal de guerra».

Y cita a Sun Tzu para precisar que «se deben agotar todas las posibilidades de negociar y, cuando se compruebe que es imposible, se debe intentar de nuevo otras diez veces más, porque el resultado de una victoria es mucho peor, incluso para el que la obtiene, que las consecuencias y desastres de una batalla».

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