La Casa del Celíaco, un comercio situado en el barrio del Carmen de la capital murciana, es una de las empresas afectadas por esta nueva iniciativa desarrollada por la Consejería de Salud y la Asociación de Celiacos de Murcia (ACMU). La idea de crear un 'mapa' con todos los establecimientos aptos para los 7.000 celíacos diagnosticados de la Región es «un gran paso hacia adelante» según Aarón Moreno García, el dueño de esta particular confitería.

Su negocio, que vio la luz en 2015, nació ante la necesidad que el padre de este joven (el fundador) vio tras sus quince años ejerciendo esta profesión. «Un día decidió montar la empresa porque cada vez había más mercado», comenta el comerciante murciano. Su empresa, especialista solo en productos para celíacos, cuenta con una gran variedad de bollería y repostería en general que ayuda a este colectivo a cuidar su salud a la par que combate la contaminación cruzada, que es aquella que se produce cuando un producto sin gluten ha estado en contacto tanto directo como indirecto con un alimento con gluten. Como puede pasar, por ejemplo, cuando se corta una barra de pan con gluten y luego se utiliza el mismo cuchillo para cortar un pan sin gluten.

Asimismo, Aarón asegura que «una barra de pan en un supermercado te puede costar cincuenta céntimos y una para celíacos puede costar un euro cincuenta, tres veces más caro». Todo esto implica, también, unos mayores costes para elaborarlos, «una bolsa de harina sin gluten suele costar cuatro euros cuando con gluten sale a menos de cincuenta céntimos», añade.

Además, señala la falta de ayuda gubernamental a este colectivo tan castigado por los precios en productos de primera necesidad. «Una persona celíaca no toma ni pastillas ni necesita ningún tipo de tratamiento. Solo tiene que seguir su dieta. Por eso los grupos sanitarios no lo consideran una enfermedad», comenta Aarón, a lo que añade que «la Asociación de Celíacos de Murcia es la que más se involucra a través de cursos, quedadas o publicidad».

También, recuerda que hay muchos bares que no atienden a los clientes celíacos porque no tienen productos sin gluten. «Este tipo de negocio cuesta, sobre todo en bares más antiguos, ya que es una rama con más posibilidades pero mucho más trabajo», dice el joven.