Cuando Javier Ruano García (Murcia, 1970) comenzó a darse a conocer en el mundo político murciano, era una época difícil para su partido, el PP, que se encontraba en la etapa álgida de los recortes. Y al bueno de Javier, recién entrado en la Ejecutiva del PP regional, le tocaba ir a los debates a hacer de abogado del diablo, a defender las políticas económicas que llevaban a cabo sus amigos Ramón Luis Valcárcel y Juan Bernal.

Esos años curtieron a Ruano, que este martes, si no hay ningún imprevisto, jurará su cargo de diputado del PP por Murcia en el Congreso, donde quiere ser «un soldado» en Madrid del Gobierno de Pedro Antonio Sánchez, a quien define como «un político de raza».

Y es que parecía imposible que este licenciado en Derecho y diplomado en Empresariales, con amplia experiencia profesional en empresas de prestigio como BBVA, Carrefour y Garrigues, accediera a algún cargo público, pues siempre figuraba en todas las quinielas sin que luego le llegara el premio.

El futuro diputado se define como un amante del diálogo, el consenso y la moderación en política. Le tiene mucho cariño a Begoña García Retegui, con quien discutía en los debates y está deseando aterrizar en el Congreso para poder intercambiar pareceres con diputados de todos los grupos, incluido Podemos. Su familia es propietaria de la gasolinera La Lupa Roja, en Alcantarilla, y su esposa, Piti, es su «complemento perfecto».

En los últimos años ha sido presidente del Consejo Social de la Universidad de Murcia y fue muy criticado por apoyar en el Consejo Interuniversitario dos títulos para la UCAM. Sin embargo, algo ha debido de hacer bien para que el rector José Orihuela le despida con palabras de cariño.