La Policía Nacional investiga 35 denuncias presentadas en la Región por hombres que se han visto extorsionados por parte de miembros de una banda criminal que les amenaza con difundir vídeos de contenido sexual. Es el chantaje conocido como sextorsión.

Se trata de una práctica en donde el extorsionador, que previamente ha seducido a su víctima para que realice un acto sexual que graba sin su conocimiento, la coacciona posteriormente exigiéndole dinero , cantidades que oscilan entre los 300 y los 500 euros, y si no accede amenaza con publicarlas.

Los chantajes se han realizado principalmente a través de Facebook, si bien en algunas ocasiones se ha producido el pago y, aún así, el extorsionador ha cumplido su amenaza y compartido el contenido erótico.

Obtención de las imágenes que son objeto del chantaje

Esta modalidad de extorsión a través de la red social Facebook consiste en que una mujer, atractiva y con buena apariencia, normalmente de Senegal, desconocida para el usuario, le solicita a éste amistad. Una vez que el usuario la ha agregado en su lista de amigos de esta red social comienza una interacción pasando progresivamente a intimidar.

El usuario, generalmente un varón, es seducido malintencionadamente con incitación a mantener cibersexo a través de otras aplicaciones, llegando a un plano sexual donde el usuario realiza exhibiciones voluntarias de carácter erótico. Usando la Webcams todo lo acontecido es grabado por el receptor, es decir, por el extorsionador, sin ser la víctima consciente de ello.

Empieza la extorsión

Posteriormente los usuarios de ese perfil de Facebook se ven atrapados en un chantaje económico cuando la persona que está al otro lado les pide dinero a cambio de no publicar las imágenes o videos que le han grabado, a través de la webcams, entre sus familiares y amigos.

Estos delitos a través de las redes sociales facilitan el anonimato de los delincuentes. En este caso podemos hablar de bandas organizadas, altamente especializadas, asentadas en el extranjero, principalmente en países como Francia, Italia, Marruecos y Costa de Marfil, que buscan sus víctimas en cualquier parte del mundo. Utilizando para su actividad delictiva ingeniería social y las distintas plataformas de Internet, chats y redes sociales.