«El día en el que el cirujano te dice que tienes un cáncer de mama y empieza a explicarte todo el proceso y el tratamiento, te quedas como en blanco. Luego, empiezas a reaccionar poco a poco y la corriente comienza a llevarte. En ese momento en lo último que piensas es si vas a poder ser madre o no, ni lo preguntas; en lo que piensas es que tienes miedo a lo desconocido y que tienes que curarte. ¿Que es posible que no vuelvas a tener nunca la menstruación?, ni lo sabes ni lo preguntas. Eso viene después».

Así recuerda Ruth Cantó sus emociones cuando hace un año le dijeron que tenía un cáncer de mama, una enfermedad de la que hoy se celebra el Día Mundial. Tenía entonces 38 años y ser madre se le había pasado alguna vez por la cabeza, pero nunca se lo había planteado realmente en serio. Lo hizo por primera vez dos meses después de su diagnóstico, cuando su oncólogo, a quince días de comenzar con las sesiones de quimioterapia, le preguntó: «¿Tienes hijos?, si quieres planteártelo hay que tomar decisiones ya». Como casi no pudo pensar, actuó y en dos semanas pudo iniciar el tratamiento pero sabiendo que 19 óvulos suyos estaban congelados en el hospital La Fe de Valencia a la espera de que, cuando sea el momento, pueda someterse a una fecundación in vitro.

«En esos momentos la corriente te arrastra, yo tuve mucha suerte. Primero porque el oncólogo me lo preguntó, si no, no hubiera hecho nada. Y estoy muy feliz. Teníamos poquísimo tiempo y todo me salió bien», cuenta emocionada porque sabe que, si no vuelve a tener la menstruación -algo que pasa a muchas mujeres, pero no siempre-, seguirá teniendo una oportunidad de ser madre biológica. «La maternidad significa esperanza, significa que después del cáncer la vida sigue, que no se para», sentencia.

Y el ejemplo de esperanza en el que ahora se mira Ruth y muchas de las mujeres que acuden a la asociación Amiga en busca de información y apoyos es en Belén Morales. Su embarazo de treinta semanas es evidente, como lo es su alegría al pensar que dentro de no mucho podrá ver la cara a su hija Berta.

Para ella el proceso fue diferente. En 2008 le diagnosticaron el cáncer y la falta de información en su caso fue clave. «Siempre había querido ser madre, tenía 38 años cuando me lo detectaron y digamos que estaba esperando el momento», recuerda. Tras la primera avalancha de información sobre su enfermedad, le planteó al oncólogo sus deseos de ser madre.

«Recuerdo que me metió mucha prisa, me dijo que me daba solo dos días para pensar las opciones que tenía, pero tenía que darme prisa porque el médico no quería retrasar el tratamiento. Al final, no hice nada, empecé», recuerda Belén. Ella se queja de que en aquel momento nadie tuvo la sensibilidad de explicarle bien sus opciones, realmente no le dieron información adecuada.

«Las cosas han cambiado bastante para las mujeres ahora, se trabaja mucho mejor y los profesionales están más pendientes de estas cosas, pero aún queda mucho que mejorar. Cuando yo comencé mi tratamiento asumí que no iba a ser madre biológica, y siempre pensé que habría otras opciones, pero no todas las mujeres lo ven de la misma manera, y con información a tiempo podría haber cambiado todo para ellas», lamenta.

Belén inició su camino hacia la maternidad un año y medio después de acabar el tratamiento mediante fecundación in vitro en una clínica privada de fertilidad. Dos intentos fallidos y la noticia en 2012 de que tenía una recaída frenaron su proyecto. Pero Belén no se rindió y hoy, al fin, tiene su embarazo. «Ella es la envidia de todas, es nuestra esperanza de que después del cáncer hay vida», asegura Ruth.

Sus historias son diferentes, pero ambas coinciden en que hoy por hoy una mujer a la que se detecta cáncer en edad fértil depende de que el médico haga la pregunta de ¿quieres ser madre? en un momento clave para que el sistema se active. Y lamentan que no todos los profesionales lo hacen. «Si no se lo dicen a las mujeres, pueden planteárselo a los acompañantes para que al menos lo piensen. Porque tú, cuando recibes el diagnóstico, solo piensas en la enfermedad, en ti misma, pero es importante. Es una decisión que luego puede pesar», estima Ruth.

El Sistema Murciano de Salud no cuenta con ningún protocolo de actuación para las mujeres en edad fértil que quieren intentar no perder sus opciones de ser madres biológicas tras un tratamiento contra el cáncer. Si ellas lo plantean o el médico lo pregunta, hay opciones para ella y en cada caso se les exponen.

Si la opción es la extracción de óvulos para congelarlos la Seguridad Social se hace cargo de los gastos. Algunas mujeres son derivadas a clínicas privadas en Murcia o al hospital La Fe de Valencia, especializado en una técnica de cirugía que permite extraer un trozo de ovario para hacer un injerto después de los tratamientos contra el cáncer; una opción con menos índice de buenos resultados, pero que puede ser la única si no hay una ovulación que cumpla los parámetros en el poco tiempo del que se suele disponer.

La Asociación Murciana para la Ayuda a Mujeres con Cáncer de Mama (Amiga) y otros colectivos como Integradas, que asesora y orienta a las mujeres en el Morales Meseguer, cubren algunos de los huecos que todavía no llena la asistencia clínica convencional.