­No lo ha tenido fácil. En los poco más de dos años que lleva al frente de la Universidad Politécnica de Cartagena le ha tocado hacer muchos números, obligado por los recortes de los que no se ha librado la Educación.

¿Qué balance hace del último curso? ¿Qué nota le pondría usted a la Universidad Politécnica de Cartagena?

No se me había ocurrido ponerle ninguna nota. Terminamos el curso con la satisfacción de que, a pesar de que nos temíamos que hubiesen más dificultades económicas y de que la situación es difícil, los escasos fondos con los que hemos contado han servido para que no se resintiese la actividad docente y hemos podido culminar con la implantación definitiva de los Grados en todas nuestras carreras, lo que ha supuesto una mayor dedicación y esfuerzo del profesorado en un momento de mayor dificultad y sin la posibilidad de reforzar nuestra plantilla, porque estamos sometidos a un decreto que nos impide convocar nuevas plazas. Hemos redoblado el esfuerzo de toda la plantilla de la UPCT y creo que hemos conseguido salvar muy bien el curso.

¿Le ponemos entonces un notable alto?

Creo que al esfuerzo de la plantilla le pondría un sobresaliente, pero la Universidad tiene otras funciones y cometidos, como reforzar sus infraestructuras, mantener adecuadamente sus instalaciones y equipos, favorecer resultados en el tejido productivo. Y si centramos nuestros esfuerzos en que no se vea afectada la docencia, lógicamente, esos otros aspectos de la Universidad se resienten. Y aunque nuestros grupos de investigación siguen trabajando, se han resentido bastante. Dependemos de normas de tipo estatal que han impedido promocionar y renovar e incrementar lo que hacía falta en nuestras plantillas y hemos contado con unos presupuestos de la Comunidad como los de hace diez años, por lo que en ese aspecto, tendríamos que suspender.

Parece que el Gobierno regional les va a escuchar para que los presupuestos sean plurianuales. ¿Tendrán suficiente?

Eso es lo lógico, contar siempre con planes plurianuales como se hacía antes. En crisis profunda, no era el momento de planteárselo, porque había que resolver el día a día. Ahora, una vez aprobado el presupuesto para el próximo año, habría que trabajar en un plan financiero que nos diera cierta estabilidad a las universidades públicas. En este tránsito de la crisis, al final, como conseguimos negociar hace dos años un acuerdo del pago de la deuda anterior que en nuestro caso era de 24 millones de euros y que está cumpliendo la Comunidad, en cierta forma, se han contrarrestado las inmensas dificultades que hubiéramos tenido para funcionar. Tenemos un déficit importante para poder cumplir con nuestras funciones como Universidad, pero estamos relativamente contentos, porque, a pesar de todo, estamos pasando este periodo sin que la situación haya sido especialmente grave. Hemos sobrevivido y hemos atendido aquello que creíamos fundamental, que era la docencia y la buena formación de nuestros titulados, pero la sociedad demanda más de las universidades, que seamos y contribuyamos a ser el motor del cambio y el desarrollo. Todos los análisis apuntan a que debe ser así y nosotros aceptamos esa responsabilidad, pero eso hay que hacerlo con un presupuesto que te dé para más que para sobrevivir, hay que hacerlo con un presupuesto con solvencia y el de estos años dista mucho de eso.

¿Temen más recortes?

La Comunidad está cumpliendo con el pago de la deuda a nuestro centro y ha comprometido un presupuesto para el próximo curso. Esperamos que cumpla y que si hay que reducir alguna partida del presupuesto de la Comunidad para cumplir con el objetivo de déficit no se vean afectadas las universidades. Y, a partir de ahí, elaborar un plan plurianual que garantice nuestra estabilidad. Necesitamos un incremento de los presupuestos cuanto antes, porque tenemos numerosas inversiones paralizadas.

Se ha llegado a hablar de fusión de la UMU y la UPCT para ahorrar gastos. ¿Eso está descartado?

En ningún momento ha estado en el debate ni desde la Comunidad se ha estudiado la conveniencia o no de la fusión. Creo que tenemos un sistema universitario público regional ejemplar que no existe en otras comunidades. Colaboramos en proyectos como el campus internacional Mare Nostrum, compartimos recursos y el sistema funciona muy bien. Veo artificioso abrir un debate como ése, si nos va bien así. Ha sido más bien una idea feliz que a alguien se le ha ocurrido y que ha aparecido en los medios, pero hasta donde yo sé no se ha hecho ningún estudio que analice los pros y contras de una posible fusión.

¿No se ha hecho nada más allá de la docencia?

Ha habido muy pocas inversiones, hemos intentado terminar el edificio de laboratorios e investigaciones, porque es una infraestructura fundamental y estratégica para nuestra Universidad, pero el resto de las líneas de actuación están abandonadas totalmente. Estaba previsto hacer un centro para la nueva Escuela de Arquitectura y está paralizado, como lo está la conversión del antiguo edificio administrativo del ayuntamiento de Cartagena en residencia universitaria. Llevamos años sin mantener nuestros equipos de investigación, son equipos carísimos con contratos de mantenimientos caros que no se han podido abordar. Algunos edificios de la Universidad que son patrimonio arquitectónico de la Región de primer orden dan pena y empiezan a tener un aspecto lamentable que los ciudadanos pueden ver por falta de mantenimiento, porque no hemos tenido recursos.

¿Por eso ha habido estos años un mayor acercamiento a las empresas?

El acercamiento a las empresas más que para conseguir financiación ha sido sobre todo para contribuir a la competitividad del tejido productivo de la Región. Hemos ido de la mano para buscar programas nacionales y europeos. La colaboración con las empresas está en el ADN de nuestra Universidad, algo que teníamos claro desde el principio. Y en esa colaboración hemos ido incorporando cada vez más la posibilidad de que nuestros alumnos hallen empleos en esas empresas. Por eso, hemos firmado muchos convenios y cátedras con multinacionales como Indra, Sabic, Repsol o Teléfonica, entre otras. Y todas ellas incluyen el contar con titulados de nuestra Universidad para los proyectos que se desarrollan al amparo de esa cátedras. Y si el alumno cumple con las expectativas que se tienen, se convierte en un trampolín para incorporarse definitivamente a esa empresa. Y es que aunque el mercado laboral está en un momento complicado, los titulados de ingeniería lo tienen algo más fácil. Y estamos contribuyendo en la UPCT a que el abanico de posibilidades sea mayor, gracias al programa de prácticas en empresas e incorporando nuevas compañías e instituciones, como la mayor parte de los ayuntamientos de la Región y la propia Administración regional.

¿Se ha sido alarmista con la situación de las universidades?

Hay varios estudios que han criticado el sistema universitario en España y creo que a veces con diagnósticos no muy acertados. Es cierto que el sistema adolece de algunos defectos, como el de excesiva oferta de algunas titulaciones concentradas en zonas geográficas que hace que los centros luego no tengan suficiente demanda de estudiantes. No obstante, en nuestra Comunidad somos un referente de buena coordinación, porque tenemos desde hace más de una década unas normas que velan por un desarrollo armónico de las universidades públicas en cuanto a lo que es el abanico de titulaciones. Tenemos una ley que vela por la complementariedad y especialización de las universidades públicas. Aquí no ocurre que en nuestras universidades se oferten las mismas carreras. Ni Murcia implanta ingenierías ni nosotros las carreras que ellos tienen. El único problema en la Región es que esa norma solamente nos vincula a las públicas y sería ideal, y así lo he solicitado en el consejo interuniversitario en varias ocasiones, que esa norma incluya también a las privadas que hay o pueda haber en un futuro para que el sistema crezca de forma armoniosa y al servicio de la Región. Si no se regula eso, habrá universidades y titulaciones innecesarias. Creo que las principales críticas al sistema universitario han venido de ahí.

La UCAM se implanta ahora en Cartagena. ¿Cómo se ve desde la Politécnica esta nueva Universidad en Cartagena?

He oído algunas titulaciones que van a implantar. Sobre lo que haga o deje de hacer la UCAM no me defino. A mí me corresponde hacerlo sobre la realidad y lo he hecho. En este sentido, ya le expresé a la rectora de la UCAM, Josefina García Lozano, y a su presidente, José Luis Mendoza, que no sé lo que harán en un futuro, pero ya han ido implantando en Murcia una serie de títulos que nosotros teníamos aquí en Cartagena y esa es la realidad hasta ahora. Y alguno de ellos, como Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, con enormes controversias, promovidas por el Colegio de Ingenieros, porque tras varios informes negativos de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad (Aneca) que desaconsejaban la implantación de ese título, a pesar de eso, hizo caso omiso, porque los consideraba órganos meramente consultivos. Entonces, ya manifesté que tras esos precedentes, en cualquier otra carrera que quisiesen implantar que condujese a titulaciones reguladas, íbamos a votar en contra. Y esa va a seguir siendo nuestra postura.

¿La ven como una enemiga?

Enemiga no, somos modelos distintos. Nosotros somos los herederos de unos estudios con más de cien años en el ámbito de la ingeniería y con una trayectoria de formación en las enseñanzas técnicas, por lo que nos sentimos obligados a velar por que esos títulos sigan teniendo la solvencia que la sociedad necesita. Y nos preocupa que la UCAM siga proponiendo impartir nuevos títulos de enseñanzas técnicas por sus antecedentes con informes negativos, sin entrar a considerar a nadie ni amigo ni enemigo.

Nosotros abogamos por esa normativa regional que vele por el desarrollo de todo el sistema universitario tanto público como privado para que haya un equilibrio y evitar que la iniciativa privada pueda campar a sus anchas.