Las etiquetas de los alimentos serán mucho más precisas cuando comience a aplicarse la nueva normativa europea, allá por el año 2014, lo que dará margen a las empresas para adaptarse a los cambios. La principal novedad es que la norma impone la mención obligatoria en los envases del contenido en calorías, grasas, grasas saturadas, hidratos de carbono, azúcares, proteínas y sal por cada 100 gramos o 100 mililitros.

En la actualidad, los embalajes sólo deben indicarlo si adjuntan eslóganes alusivos a la salud como «bajo en calorías», en el resto de los casos es opcional. Las nuevas normas no obligarán a revelar la presencia de grasas «trans» (ácidos grasos insaturados).

Los datos sobre los productos figurarán en caracteres de mayor tamaño, para que resulten más visibles y fáciles de leer. Otro de los cambios incluidos será la obligatoriedad de mencionar el lugar de origen en las etiquetas de la carne fresca de cerdo, ave, cordero y cabra, como ya ocurre en el caso de la de vacuno.

Para el resto de productos, la declaración de origen será voluntaria, salvo que su omisión pudiera confundir al consumidor. Para evitar equívocos, la exigencia se extenderá a los alimentos que han sido transformados en un país diferente al de su procedencia, por ejemplo, si una mantequilla se fabrica en España a partir de leche de Francia, ambas indicaciones deberán figurar en el etiquetado. De ese modo, el consumidor sabrá realmente de dónde proceden las materias primas empleadas.

También será preceptivo especificar el momento de congelación de la carne o el pescado, explicar el añadido de agua o las proteínas procedentes de otro animal presentes en los productos.

Además, todos los productos, incluidos los no preparados, deberán mencionar su contenido en «alérgenos», a partir de una lista de 14 sustancias elaborada por la Comisión Europea que podría ampliarse. Esa obligación no sólo se aplicará a los alimentos embalados, sino también a los ingredientes de los menús en los restaurantes, aunque cómo llevarlo a cabo se dejará en manos de los estados miembros, según indicaron fuentes comunitarias. El etiquetado deberá precisar también la presencia de productos de imitación, como por ejemplo los sustitutos del queso, el tipo de aceite vegetal y en su caso los nanomateriales utilizados en su elaboración.

Las bebidas alcohólicas, a las que la Comisión quería aplicar los cambios legislativos para que tuvieran que indicar sus ingredientes, han sido finalmente exceptuadas.

La organización europea de consumidores (BEUC, en sus siglas en francés) criticó que a diferencia de la propuesta

inicial, las informaciones nutricionales no se tengan que incluir en la parte frontal de los envases. La organización lamentó que el voto en primera lectura se rechazaran las enmiendas a favor de implantar un «semáforo» para las comidas preparadas, cuyo color sería rojo, ámbar y verde según su contenido alto, medio o bajo de sal, azúcar y grasa.

Entre los objetivos del nuevo documento figura potenciar el papel activo de los consumidores y ayudar a combatir el avance de la obesidad y de las enfermedades crónicas en la Unión Europea.